Me sentía un tanto culpable por aquella situación, no podía dejar de pensar en Camila, en como se debe estar sintiendo en este momento.
Llegué a casa y recibí un mensaje de texto de mi novia, inmediatamente respondí y me quede pensando si contarle aquella situación o guardarmelo para después. Definitivamente no podia guardarmelo, necesitaba desahogarme con alguien y quien mejor que ella, le marqué y al tercer repique, contestó
- Hola mi amorcito - dijo
- Hola amor, oye ¿podemos hablar?
- Si mi amor, dime ¿Paso algo? - me preguntó.
Pensé un poquito mi respuesta y luego solté...
- Amor, hoy Camila me confesó qué yo le gustaba.
Un silencio invadió la linea telefónica por unos segundos...
- Esto me sorprende un poco - dijo en un tono algo incómodo.
- Me siento mal, siento culpabilidad por romperle el corazón a mi amiga.
Lluego de conversar por un rato, Isabella se vio obligada a cortar la llamada para atender a sus padres, yo me tiré en la cama a pensar, tenía demasiadas cosas dándome vueltas en la mente.
Estaba cansada emocionalmente, tomé una ducha y me dispuse a dormir, cosa que no duró mucho tiempo porque seguía teniendo pesadillas, abrí mi ventana y dejé que aquella noche estellada fuera testigo de las lágrimas que corrían por mi rostro, era estúpido volver a estar así.
En medio de aquella conmoción, busqué mi guitarra y le di los toques finales a la canción que había escrito, cuando la toqué y canté por primera vez me di cuenta de que, sin querer, había escrito una canción inspirada en lo que me hacía sentir mi novia, sonreí al pensar en ella, tomé lápiz y papel y escribí la letra de aquella canción que había titulado "medía luna", hice un sobre y ahí la dejé antes de volver a la cama a tratar de dormir otro poco.
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La otra cara de la luna
Teen FictionSomos responsables de decir si venir a la vida o irnos en el primer respiro.