Había recibido una invitación para el cumpleaños de una ex compañera de clases, estaba algo tarde pero decidí asistir. En casa ya no quedaba nada de beber y seguramente en aquel lugar podría beber algo de alcohol.
Llegué, aquel lugar estaba repleto de gente, entré en pánico, imaginé que adentro estarían mis amigos o Isabella y definitivamente no quería verlos, no queria que vieran lo que era ahora, un ser vacío y destrozado, un alma en pena que vagaba de un lugar a otro sin tener rumbo fijo.
Entré y pasé desapercibida, aunque no falto alguno que me viera mal y murmurara algo. Intenté hacer caso omiso y me concentre en buscar algo de beber, encontré lo que buscaba, tomé una botella de ron y salí al patio, lloré, bebí, me reí de mí y de los demás. El alcohol se apoderó rápidamente de mí, ya no aguantaba nada, me embriagaba con cualquier cosa.
Puedes dejar de beber - escuché una voz familiar que provenía de algún lugar a mis espaldas, al girarme para ubicarla me encontré con esos ojos, esos malditos ojos.
No creo que sea de tu incumbencia si me emborracho o no, ve a divertirte con tus amigos - me sentía impotente ante aquella situación.
Sólo quiero estar aquí contigo, ¿Me lo permites?
Lo dude un instante pero vaya que necesitaba sentirla cerca así que acepté, procedí a encender un cigarrillo y ella lo aparto de mi boca inmediatamente.
Te he dicho que esto no te hace bien - Me dijo antes de arrojarlo al suelo.
Respire profundamente y traté de ignorar su presencia.
Me duele demasiado esta situación - dijo.
Me giré para quedar frente a ella, por impulso o por la cantidad de alcohol que había en mi sistema no lo pensé mucho y simplemente choque mis labios con los suyos. Joder, quería olvidarla, quería sacarla de mi sistema y no hacerle más dañó, y en lugar de eso ahí estaba besandola otra vez. Es que encajaban tan perfecto sus labios con los míos, nuestras lenguas se encontraban y hacían lo que podría sentirse como un ritual, aquel beso fue una mezcla abrumadora de emociones, lo que lo hacía más apasionado y excitante...
Nos separamos y con los ojos cerrados uni mi frente a la suya, luego, con miedo de que aquello fuera una fantasía provocada por los efectos del alcohol, los abrí. Podría jurar que los abrimos al tiempo, sostuve la mirada fija en la suya y me di cuenta que no podía, simplemente no podía dañarla más con mi cobardía.
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La otra cara de la luna
Teen FictionSomos responsables de decir si venir a la vida o irnos en el primer respiro.