Cuarto Menguante

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Estaba apunto de llegar a casa cuando sentí una mano posarse sobre mi hombro, me exalte y giré rápidamente, cuando pude lograr verle la cara, era papá, se veía bastante desequilibrado, me asusté y entré en pánico, no sabía que hacer o qué decir, simplemente me quede estática esperando cualquier cosa.

- ¿No está muy tarde para ir sola por la calle? - preguntó.

Titubie un poco, estaba inmóvil - Sí, eso creo - logré articular.

Él quitó su mano de mi hombro y comenzó a andar, me quede en el mismo sitio impresionada con aquel encuentro, no podía moverme — ¿Vas a quedarte ahí o vienes? — lo escuché decir, realmente no sé si corría más peligro a su lado o quedándome sola en medio de la calle, mi cuerpo comenzó a moverse en dirección a él, caminamos en completo silencio hasta la casa.

Se sentó en la orilla de la calle justo en frente de la casa, hice exactamente lo mismo que él y me senté a su lado.

- ¿Por qué? - le pregunté. Él sabía perfectamente a qué me refería, así que fue al grano.

- Tú madre, ella... yo no quería. - quedé algo confundida y el retomó la palabra - No quería ser padre. No me siento orgulloso de ti, no quiero tu perdón, tampoco tu lástima, tú dañaste mis planes, tú... echaste a perder mi vida.

Mis ojos se abrieron como platos, sentí una punzada en mí pecho, yo no sabía qué hacer o qué decir, estaba jodida, ahora si estaba completamente jodida.

- Seguramente me odias y sabes que no me interesa, una vez intenté meterme en el papel y hacer las cosas bien pero no se me dió y tú, tú... insistes. No hay peor ciego que el que no quiere ver.

Se puso de pie y se marchó. Me quede sentada al filo de la calle tratando de asimilar todo, mi mente estaba en blanco, dentro de mí vivía una niña que aún esperaba con ansias a papá, a pesar que le rompió el corazón tantas veces, esa niña hoy estaba aquí exigiendo respuestas,  preguntándome mil veces ¿por qué? Mientras yo hacía caso omiso a su pregunta y seguía hundiendome.

Me dejé caer sobre la acera fría, con la mirada perdida logré divisar la luna, estaba en su fase menguante. — Enseñame a ser como tú, que brillas a pesar de estar en la penumbra. — dije.

La otra cara de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora