Creciente

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Mi niñez no fue fácil, cuando tenía 6 años comencé a vivir un tormento que me persigue hasta el día de hoy. Él se fue, nos dejó, yo le rogaba para pasar tiempo a su lado, lo llamaba, lo buscaba y siempre la respuesta era la misma " estoy ocupado".

Pasé muchas tardes esperándolo, en mi mente aún era la niña de papá, pero para él yo ya no era nada, se olvido de mí. Me fue matando los sentimientos poco a poco. Sus desilusiones, sus mentiras y sus malos tratos me fueron rompiendo hasta que ya no pude más.
Una tarde el regresó a casa y prometió quedarse, las cosas parecían estar bien, me sentía la nena de papi una vez más, pero todo fue peor. Comenzó a beber, llegaba alcoholizado y abusaba físicamente de mi madre, nunca voy a olvidar la primera vez que puso su mano sobre mí... Recuerdo perfectamente que le dije - "por favor papi, no lo hagas" - pero a él no le importó.

Volvió a romperme y esta vez lo hizo para siempre.

Vivimos bajo su abuso durante unos años, hasta que mi mamá tomó valor y nos fuimos de su casa.

Desde ese entonces es un tormento verlo o escucharlo, me trae recuerdos de todos esos años de dolor, esos tiempos donde mi papá, el hombre que se supone nunca me fallaría, lo hizo y de la peor manera.

Al terminar de contarle, ella simplemente me abrazó y dijo - eres un ser humano muy fuerte - y yo continúe diciendo.

Luego cuando se enteró de mi sexualidad vino a reclamarme, pero esta vez no iba a dejar que me destrozara, defendí lo que soy, sentí una adrenalina que me recorría todo el cuerpo, sentí que por una vez le estaba ganando pero él volvió a hacerlo, me golpeó, me dejó en el suelo en posición fetal, me sentía débil, él me miraba con asco y antes de salir de casa me miró y dijo - jamás vas a ser alguien felíz - pasé dos horas en el suelo hasta que llego mi madre y me ayudó.

La siguiente semana lo vi y me desmaye, tuve mi primer ataque de ansiedad.

Dentro de mí viven muchos demonios, cosas que me atormentan a diario y sé que él tenía razón, porque siempre he visto como las cosas que amo tarde o temprano terminan alejándose de mí.
Limpié mi rostro, a estas alturas estaba lleno de lágrimas, ella seco las suyas y dijo - Yo nunca me voy a ir, te lo prometo - le sonreí y le di un abrazo.

Estaba consciente que en algún momento se alejaría de mí como un globito en el cielo, pero decidí que mientras ese día llegaba yo iba a seguir ahí, sujetandola y disfrutando hasta el último minuto de la paz que me transmitía

La otra cara de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora