Hay dos tipos de heridas: las superficiales, que todos ven y critican, y las que van bajo la piel, esas que llegan de un momento a otro y no dejan de doler jamás, aquellas que nadie puede curar excepto tú, esas que vas limpiando a medida que aceptas ciertas condiciones de la vida pero también son esas mismas que se abren una y otra vez si no tienes cuidado. Aprender a soltar el pasado y concentrarse en el futuro, eso debía hacer. Pero que difícil que resulta soltar, sé que no es imposible, pero a mí se me estaba complicando demasiado.
Otra noche en vela, estas sirven únicamente para abrirte las heridas que has logrado sanar, a fin de cuentas es una constante lucha contigo mismo. Cada vez que cierras una se abre otra y así sucesivamente.
La mente humana es una aventura para unos y una película de terror para otros.
Los días comenzaron a pasar, poco a poco me fui alejando del mundo, pasaba los días encerrada en casa. Deje de asistir a la escuela y cuando decía que iba, me quedaba en cualquier lugar a pasar el rato. Me estaba costando mucho sanarme, incluso creo que estoy más rota que antes.
Mis amigos y novia están preocupados, vienen cada tarde a casa pero no los dejo entrar a verme, no quiero que vean en lo que me estoy convirtiendo. Mi madre, ella está con este hombre que aún no sé cómo se llama, sale temprano, llega muy tarde, al parecer se le olvidó mi existencia.
Y las noches... las noches son infinitamente malditas, pienso, pienso y pienso, mi mente no para, no descansa. Lo estoy haciendo, seguido la callo con dolor.
Cada dia parecía un viaje interminable de un vacío a otro, ¿recuerdan esa frase que dice, después de la tormenta siempre viene la calma? Pues lamento decirles que hay tomentas que no se acaban...
Perdón, sólo es otra de estas miles de noches en las que me concentro en la luna y hablo con ella de mis emociones.
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La otra cara de la luna
Teen FictionSomos responsables de decir si venir a la vida o irnos en el primer respiro.