El sol se alzaba con fuerza desde el centro del firmamento, donde grises nubarrones se esparcían, ocultando las cimas de las espesas y altas montañas.
El inmenso árbol se erguía imponente con sus hojas violáceas, y el viento cimbreaba las esbeltas ramas suavemente como en un murmullo. La luz se filtraba a través de los orificios que el arkón no conseguía eludir, y las raíces parecían extenderse por la tierra en gesto más amenazador que protector.
—Hola, Kaly — canturreó alegremente una pequeña rubia de ojos azules —. Madre quiere verte.
La chiquilla se sentó al lado de Kaly, que se movió para hacerle espacio.
—¿Te gusta éste árbol? — preguntó como si no la hubiese escuchado.
—Por supuesto que sí — contestó la pequeña con una sonrisa encantadora —. Lo sembró papá cuando era niño. Me gusta el color violeta, es mi favorito — La niña se levantó y dio una vuelta para que su hermana mayor apreciara el vestido que llevaba puesto.
Kaly la contempló en silencio. Sarka era por fuera una representación más pequeña y más dulce de su madre; su cabello era de un rubio dorado como hebras de león, sus ojos de un azul claro muy bonito, y unos labios sonrosados. Todos aquellos rasgos enmarcados por un rostro redondo y pequeño y su piel era blanca como la leche. El vestido se cerraba alrededor de unas manitas pequeñas y suaves que nunca se estaban quietas. Bajo las uñas, la suciedad formaba medias lunas.
—¿Has estado buscando insectos, Ratón? — le sonrió con dulzura, recordando una tarde que ambas compartieron con su padre pocos años atrás y éste había motejado a Sarka así por la costumbre que tenía de alimentar ratones, conejos y comadrejas, escondiéndolos en su habitación.
—Sí, pero no he encontrado muchos, se esconden muy rápido — susurró la pequeña en tono confidente —. No le cuentes a mamá o no me dejará ir al bosque nunca más.
—Creo que ella misma se dará cuenta si no te limpias las uñas — la riñó su hermana sonriendo.
—Pues Noren las lleva mucho más sucias y nadie le dice nada — protestó ella.
Kaly se tensó.
—¿Y cuando has visto a Noren?
—Ha venido con su padre y los soldados y el Rey. Había muchos caballeros y...
—¿Cuándo han venido? ¿Siguen en Sarkya? — interrumpió Kaly, incorporándose tan pronto como pudo.
—No. Todos se han ido hace poco y no he podido despedirme de Noren porque mamá me ha pedido que viniera por ti — se quejó Sarka, visiblemente confundida por la reacción de su hermana.
Kalyana había pasado bastante tiempo sentada bajo aquel arkón, los libros esparcidos a su alrededor daban fe de ello. Por otra parte, el bosque ofrecía un excelente refugio que la ayudaba a pensar y a apaciguar la tempestad que en ocasiones bullía en su interior. Pero era tiempo de volver y enfrentar a su madre. Kaly conocía a Orfela lo suficiente como para saber que pocas veces demandaba verla con tanta urgencia, y cuando aquello ocurría, había lugar para imposiciones irrefutables o hechos que rara vez eran gratos.
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Reinos Oscuros, Libro I
FantasyPublicada en físico por UNIVERSO DE LETRAS, sello de la Editorial Planeta, también disponible en Ebook. Registrada en Derecho de Autor, Colombia. Kalyana, la joven princesa heredera de Sarkya se encuentra sumida en la melancolía por los trágicos suc...