Capitulo 1 🏹 Imposición

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El sol se alzaba con fuerza desde el centro del firmamento, donde grises nubarrones se esparcían, ocultando las cimas de las espesas y altas montañas.

El inmenso árbol se erguía imponente con sus hojas violáceas, y el viento cimbreaba las esbeltas ramas suavemente como en un murmullo. La luz se filtraba a través de los orificios que el arkón no conseguía eludir, y las raíces parecían extenderse por la tierra en gesto más amenazador que protector.

—Hola, Kaly — canturreó alegremente una pequeña rubia de ojos azules —. Madre quiere verte.

La chiquilla se sentó al lado de Kaly, que se movió para hacerle espacio.

—¿Te gusta éste árbol? — preguntó como si no la hubiese escuchado.

—Por supuesto que sí — contestó la pequeña con una sonrisa encantadora —. Lo sembró papá cuando era niño. Me gusta el color violeta, es mi favorito — La niña se levantó y dio una vuelta para que su hermana mayor apreciara el vestido que llevaba puesto.

Kaly la contempló en silencio. Sarka era por fuera una representación más pequeña y más dulce de su madre; su cabello era de un rubio dorado como hebras de león, sus ojos de un azul claro muy bonito, y unos labios sonrosados. Todos aquellos rasgos enmarcados por un rostro redondo y pequeño y su piel era blanca como la leche. El vestido se cerraba alrededor de unas manitas pequeñas y suaves que nunca se estaban quietas. Bajo las uñas, la suciedad formaba medias lunas.

—¿Has estado buscando insectos, Ratón? — le sonrió con dulzura, recordando una tarde que ambas compartieron con su padre pocos años atrás y éste había motejado a Sarka así por la costumbre que tenía de alimentar ratones, conejos y comadrejas, escondiéndolos en su habitación.

—Sí, pero no he encontrado muchos, se esconden muy rápido — susurró la pequeña en tono confidente —. No le cuentes a mamá o no me dejará ir al bosque nunca más.

—Creo que ella misma se dará cuenta si no te limpias las uñas — la riñó su hermana sonriendo.

—Pues Noren las lleva mucho más sucias y nadie le dice nada — protestó ella.

Kaly se tensó.

—¿Y cuando has visto a Noren?

—Ha venido con su padre y los soldados y el Rey. Había muchos caballeros y...

—¿Cuándo han venido? ¿Siguen en Sarkya? — interrumpió Kaly, incorporándose tan pronto como pudo.

—No. Todos se han ido hace poco y no he podido despedirme de Noren porque mamá me ha pedido que viniera por ti — se quejó Sarka, visiblemente confundida por la reacción de su hermana.

Kalyana había pasado bastante tiempo sentada bajo aquel arkón, los libros esparcidos a su alrededor daban fe de ello. Por otra parte, el bosque ofrecía un excelente refugio que la ayudaba a pensar y a apaciguar la tempestad que en ocasiones bullía en su interior. Pero era tiempo de volver y enfrentar a su madre. Kaly conocía a Orfela lo suficiente como para saber que pocas veces demandaba verla con tanta urgencia, y cuando aquello ocurría, había lugar para imposiciones irrefutables o hechos que rara vez eran gratos.

Reinos Oscuros, Libro IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora