Kaly llegó hasta el patio de armas y descendió de Irigor de un salto, su cadera se resintió por la brusquedad pero no le importó.
—Sigo siendo más rápida que tú — repuso una voz dulce y jactanciosa, a su lado.
Transcurría el segundo día después de la partida del Rey, y Kaly había salido temprano de la fortaleza con Sarka rumbo a las colinas de Bosqueoscuro. La habían escoltado Qasha, Rokken, Irok, Syndrio y diez guardias más.
La habilidad de Kaly para cabalgar se estaba oxidando y recordaba con nostalgia la sensación de libertad que sentía cuando montaba a Irigor, así que planeó todo un día de campo para ella y para su hermana. Sarka pronto volvería junto a Orfela y Kaly sospechaba que no volvería a verla en mucho tiempo, tal vez en años, así que quería disfrutar de su compañía tanto como fuese posible.
Sin embargo, apenas habían cruzado el primero de los cinco arroyos que dividían el Norte, cuando una horda de veinte caballeros de la corte los alcanzó y les cerró el paso.
Venían con la misión de informarle a Kaly que los príncipes Asmekuros habían decidido convocar un consejo de regencia urgente y que requerían su presencia en el Castillo Oscuro de inmediato.
A ella no le molestaba tanto tener que interrumpir la jornada que quería compartir con Sarka, como el hecho de que los caballeros y mozos parecían obedecer a los príncipes con mucha más devoción y celeridad que a ella, la prometida del Rey.
Todavía recordaba la última noche que Bastenon había pasado en el Castillo Oscuro antes de partir hacia el Sur.
Se ofreció un banquete como despedida y el Rey recibió a Katrysa y Eduryon, los dos hermanos que faltaban, aunque Arkela era la hermana mayor y Kaly no la conocía todavía. También se encontraban en el salón Egneton Paltrek, señor de Anarkalia y Berisko Flevaton, señor de Oburko. Todos ellos habían llegado al castillo durante la noche, encabezando huestes de, al menos cien caballeros por cada casa.
Kaly se estremeció cuando los vio cruzar el patio de armas, porque Bastenon le había dicho que el propósito de su viaje al Reino de Edron, más allá del Ojo del Norte era renovar alianzas con el Rey Krovalon, pero fueron casi cuatrocientos hombres los que salieron por las puertas del Castillo Oscuro al amanecer y, mientras el sol hacía refulgir los yelmos, petos y estandartes con los blasones de las tres fortalezas, más bien parecía que marchaban hacia el campo batalla.
Ella conocía muy bien los estandartes de cada familia noble del Norte porque el estricto maestre de Sarkya, Cestyo, la obligó a memorizar los nombres y emblemas de cada una de ellas; sin embargo, era la primera vez que veía a sus señores.
Egneton de la Casa Paltrek, era el señor de Anarkalia, el castillo más cercano a Sarkya y unido al Norte a través de dos puentes, el Adeno y el Narso, construidos sobre el caudaloso y turbio Derkasso. Egneton se había casado con Arkela Asmekuros, hermana mayor de los Asmekuros y a quien dejó en Anarkalia.
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Reinos Oscuros, Libro I
FantastikPublicada en físico por UNIVERSO DE LETRAS, sello de la Editorial Planeta, también disponible en Ebook. Registrada en Derecho de Autor, Colombia. Kalyana, la joven princesa heredera de Sarkya se encuentra sumida en la melancolía por los trágicos suc...