Capítulo 6 🏹 El mensaje

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Kaly mordió su labio y resopló cuando la aguja pinchó la carne de su costado por quinta vez. La hermana del Rey estaba arrodillada a sus pies, tratando de ajustarle el vestido mientras Irsa le trenzaba el cabello con hilo de plata.

—Ya casi termino — se excusó Sarela levantando sus relucientes ojos verdes para lanzarle a Kaly un gesto airado — , te dije que no podías moverte y es justamente lo que estás haciendo.

—Si sigues atravesándome con esa aguja, no podré dar tan siquiera un paso, princesa — se quejó Kaly.

Llevaba ya bastante allí de pie y tanto Irsa como la hermana del Rey parecían no quedar del todo satisfechas con su apariencia, porque la primera tiraba de su cabello sin clemencia y la última ceñía cada vez más el vestido haciendo que las tenues formas del cuerpo de Kaly resaltaran más entre los pliegues púrpuras y blancos de la tela.

—Saldrás de esta cámara e irás a ese baile aunque Irsa y yo tengamos que arrastrarte — amenazó Sarela con una mirada tan determinante como pícara. Kaly supo que no bromeaba —. Mi hermano va a quedar fascinado cuando te vea.

Kaly tragó en seco ante el comentario de la hermana del Rey pero trató de que no se le notara.

—He terminado — aseveró levantándose del suelo mientras sus vivaces ojos recorrían a Kaly de pies a cabeza con una expresión de orgullo, la estrechó en un abrazo delicado sin tocar el vestido y le plantó un sonoro beso en la mejilla con emoción. Entonces se apartó y tiró de la mano de Irsa para llevarla consigo sin preguntarle siquiera.

La doncella le dedicó a su señora un gesto de súplica para que la salvara del arrebato de la joven y Kaly no pudo reprimir una sonrisa.

La hermana del Rey era irrefrenable y parecía estar siempre decidida a conseguir su propósito, pero poseía una franqueza tan desbordante al mostrar su ternura y su aprecio a los demás que había logrado conquistar el corazón de Kaly desde el principio.

Sin embargo, toda la alegría se fue con Sarela y una vez sola, la inquietud se apoderó de ella mientras descendía los peldaños y se encaminaba hacia el gran salón.

En Sarkya se habían celebrado muy pocos bailes, y a pesar de que su madre siempre había insistido en que Kaly aprendiera las formas de la cortesía, nunca la había dejado asistir a ningún baile y la verdad es que tan poco le interesaba todo aquello que ella no había insistido.

—Pensé que mi hermana no iba a liberarte jamás, princesa, y que tendría que bailar con algún paje — dijo una voz profunda y Bastenon surgió de las sombras que le ofrecían las gruesas columnas de piedra del largo pasadizo en donde la oscuridad reinaba, ya que no había ninguna lámpara o vela encendida —. Pero veo que ha merecido la pena esperar; estás mucho más bella que de costumbre.

Reinos Oscuros, Libro IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora