Capítulo 17 🏹 Sacrificio

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Kaly estaba cansada de caminar, tenía sed y el dolor en la cadera era como un martillo que caía sobre ella una y otra vez incansablemente.

—¿Por qué, Irsa?

Habían dejado atrás el Castillo Oscuro, y ahora, cuando Kaly volvió la vista, sólo se veían las murallas negras cubiertas parcialmente por la niebla que había dejado la tormenta. Decidieron salir por una de las puertas posteriores, cuyo acceso sólo unos pocos conocían. El príncipe Alakron sabía en dónde estaba una de esas puertas secretas y se la había mostrado a Kaly antes del asedio, cuando todavía creía que ella sería razonable y huiría si Edron tomaba el castillo.

La entrada no estaba vigilada por ningún guardia o caballero, así que salieron por ahí sin dificultad alguna.

Kaly no sabía adónde se dirigían pero era claro, por la posición del sol oculto tras la niebla, que avanzaban más hacia el Norte, adentrándose en las profundidades de Bosqueoscuro con nada más que hierbajos, pantanos y arkones tupidos por delante.

El viento soplaba con mucha fuerza y Kaly sólo podía pensar en el pequeño lago estancado que se veía más allá de un conjunto de setos salvajes. Sus labios estaban agrietados y agradecieron el agua infinitamente, cuando se arrodilló y bebió desesperadamente. La superficie del estanque era verde y el agua sabía a tierra pero eso no le importó.

—Le prometí a tu madre que te protegería, princesa — explicó la doncella, llegando hasta ella y tomándola de un brazo para levantarla con una fuerza increíble tratándose de una doncella.

—¿Es así como me proteges? ¿Traicionándome? — resopló ella —. Me juraste lealtad, Irsa ¿recuerdas?, cuando me entregaste el mensaje de Lukan.

Irsa suspiró, parecía cansada también, aunque el agotamiento no hacía mella en su semblante lozano. Reanudaron la marcha a través del bosque, ya que si tomaban el sendero, los caballeros o aldeanos las encontrarían pronto y Kaly intuía que Bastenon ya estaba al tanto de su ausencia para ese entonces, así que habría enviado partidas de búsqueda.

—No he abandonado esa promesa — insistió, su voz estaba cargada de lástima —. Te estoy protegiendo. De ti misma.

Kaly se volvió y vio los ojos entristecidos de su doncella clavados en ella. Tal vez Irsa hubiese enloquecido, pensó, pero algo dentro de ella le susurraba que no era así, que la doncella sabía cosas que ella desconocía.

—¿Qué hay de Sarka? — inquirió mordazmente — ¿también a ella la estás protegiendo?

—Certia no le hará daño a la princesa — aseveró —. Me lo ha prometido.

—¿Qué te hace pensar que puedes confiar en la palabra de esa mujer? — bufó, esquivando una piedra — ¿Acaso la conoces?

La doncella permaneció en silencio durante un largo instante, y su voz sonó extraña cuando volvió a hablar, como si fuera la de alguien más.

Reinos Oscuros, Libro IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora