La fortaleza de los Hermanos Akeryos había sido erigida casi cuatro centenios atrás, sobre las afiladas y gigantescas rocas de las Islas Dronas. Antes de que la Hermandad de Mercenarios Akeryos se estableciera como una orden independiente de guerreros, las islas estaban bajo el dominio de Eranko Saravenkot, el Rey en el Sur.
Al principio, surgieron como un pequeño grupo de armeros y aprendices de escuderos que, al margen de las guerras y enfrentamientos que se libraban entre reyes, señores y sus respectivos banderizos, buscaban defender a sus familias, aldeas y granjas. Eran hombres y mujeres que estaban cansados de sufrir las secuelas y los desastres de las batallas, eran ellos los que tenían que recoger los cadáveres de sus seres queridos, los que veían sus cosechas arder ante el fuego enemigo, los que limpiaban la sangre, las cenizas y los restos después de cada guerra. Y aún así, no eran ellos los vitoreados sino los reyes y grandes señores.
Pronto, las pequeñas turbas desorganizadas y enfurecidas empezaron a crecer, y se convirtieron en modestas multitudes que se entrenaban en los campos y se armaban con palas, hachas y cuchillos de cocina.
En menos de cincuenta años, ya se alzaban como verdaderas legiones establecidas y ordenadas que elaboraban sus propias espadas, arcos y armaduras. No luchaban bajo el estandarte de ningún rey y únicamente se protegían entre ellos.
Sin embargo, eso no implicaba que algún señorío no deseara alargar la mano y reclutar a los recién armados guerreros. Muchos nobles ofrecieron oro a Saryo Indarok, el primer líder y comandante de los Hermanos Akeryos, con el fin de adquirir las hordas de guerreros. Pero ellos estaban decididos a proteger a su gente y a sus tierras. El oro no les interesaba en absoluto.
Uno de los nobles que ofreció comerciar con los guerreros Akeryos fue precisamente, Eranko Saravenkot. Convocó a Saryo y a sus consiliarios más leales a Las Islas Dronas bajo el argumento de establecer alianzas. El Rey necesitaba añadir los escuadrones Akeryos a sus tropas desesperadamente porque se encontraba en hostilidades con Yantaro Daskaleon, y el señor de Arenas Bellas ya navegaba el Mar Irkaso hacia el Reino de Edron con más de doscientas embarcaciones de guerra bajo el estandarte del Rey en Occidente y señor de Aneryum, Talyo Barenkus.
Eranko sabía que no podría apoderarse de las filas Akeryas apelando al oro o a la plata, así que les ofreció plena libertad para zarpar y atracar en los puertos y prometió que firmaría una ley según la cual, los Akeryos poseerían los dominios de Las Islas Dronas en adelante, si ellos luchaban a su lado en esa guerra.
Saryo y sus consejeros se negaron rotundamente porque se habían prometido no pelear por ninguna casa o reino nunca más, ese había sido su lema desde el principio.
Medio millar de Hermanos Akeryos aguardaban a su comandante, afuera de las murallas del Castillo Drono. Incluído Quno Indarok, el hermano de Saryo.
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Reinos Oscuros, Libro I
FantasyPublicada en físico por UNIVERSO DE LETRAS, sello de la Editorial Planeta, también disponible en Ebook. Registrada en Derecho de Autor, Colombia. Kalyana, la joven princesa heredera de Sarkya se encuentra sumida en la melancolía por los trágicos suc...