Capítulo 15 🏹 Fuego

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La música es una parte muy importante en mi proceso de escribir y me ayuda mucho cuando estoy bloqueada o no avanzo como yo quisiera.

Les comparto una de las miles de canciones que me han inspirado y me seguirán inspirando mientras escribo.

Gracias por leer y déjenme sus comentarios. Valoro mucho el tiempo que alguien se toma para leer y comentar sobre RO.



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El olor del metal, el humo y la sangre inundaba el aire y a Kaly le escocían los ojos terriblemente. Se los restregó con fuerza y por un instante, vio todo borroso a su alrededor.

—Ya está muerto, mi señora — repuso la guerrera del Pantano, posando una mano en su hombro —. Tenemos que movernos.

La armadura de Qasha estaba salpicada de sangre y su rostro se había ennegrecido por el humo.

Irok de Kantur y Syndrio Lezdhar les daban la espalda, formando una guardia alrededor de ellas. Se hallaban en una de las almenas más encumbradas de la fortaleza, parapetados detrás de las inmensas columnas de piedra.

Las flechas incendiarias y las rocas gigantescas llovían por todos lados y los oídos de Kaly ya habían logrado habituarse a los gritos y alaridos constantes de los hombres y mujeres. Uno de ellos, un aprendiz de guerrero que no parecía contar más de quince años, había sido derribado por una lanza y ella corrió para sostenerlo.

Comprendió de inmediato que no se podía hacer nada por él al contemplar el río de sangre que brotaba de su pecho. El muchacho había dejado de moverse hacía rato, pero cuando ella intentó levantarse, abrió los ojos de repente y miró a Kaly.

—Mi señora... — su voz era apenas un gorgoteo atragantado —, Los Dioses me sonríen.

El joven se desmadejó en sus brazos y los párpados se cerraron para siempre. Una gruesa lágrima rodó por el rostro de Kaly antes de que Qasha la ayudara a ponerse en pie. Era la primera vez que alguien moría en sus brazos.

Una roca descomunal fue catapultada y fue a estrellarse en una de las torres frontales, por encima de ellos. La guerrera del pantano tiró de Kaly con fuerza justo antes de que los escombros de la torre cayeran sobre ellas.

Se deslizaron peldaños abajo para llegar hasta el patio de armas que daba a la entrada del castillo, donde la gran mayoría de los guerreros del Reino de Edron y los hombres del Norte se batían. Irok iba abriendo la marcha para enfrentar a cualquiera que se interpusiera en el camino y Syndrio venía cojeando detrás de Kaly y Qasha. Uno de los arqueros le había acertado en una pierna y él se arrancó la flecha como si se tratara de una astilla, pero era evidente que la herida le dolía bastante.

Reinos Oscuros, Libro IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora