Lectores de RO,
Llegados a este punto, espero que se hayan convertido en amantes de la historia y se preparen para lo que se viene en Ascenso a la oscuridad, el cual narraré desde la perspectiva de distintos personajes, esto con el fin de darles a ustedes la libertad de enamorarse de su personaje favorito.
Para este último capítulo, he querido hacer algo especial y es por eso que les voy a compartir una composición musical de mi muy querido amigo Edison Castaño Santacruz, quien compuso esta obra inspirándose en RO. Su obra está protegida por derechos de autor y está prohibido su uso, distribución o cualquier tipo de modificación.
Espero que la escuchen mientras leen este capítulo y fin del primer libro.
Mil gracias por leer y déjenme conocer sus opiniones a través de los comentarios.
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Oryana Indarok estaba sentada a los pies de la estatua erigida en honor a su madre y aunque ésta era dos palmos más alta que la verdadera Orfela Leskuren, aún le faltaba mucho para asemejarse a ella, pensó Oryana. Para empezar, los labios de la estatua eran gruesos y rígidos, en una mueca casi desdeñosa, cuando en realidad ella tenía unos labios finos y perfectos que inspiraban seriedad e inteligencia. Los ojos estaban muy juntos y las manos no tenían la gracia y delicadeza que Orfela había poseído.
Sin embargo, y a pesar de todo esto, Oryana estaba agradecida y sintió un afecto profundo por el escultor que se tomó el tiempo de estudiar el cuerpo y los gestos de su madre para intentar dar una forma lo más semejante posible, sobretodo teniendo en cuenta que cada miembro del castillo debía estar ocupado en la reconstrucción, con el miedo de volver a ser asediados, pendiendo sobre ellos como una sombra amenazadora.
Oryana se hallaba tendida en la loza gris a los pies del monumento de su madre, justo encima de donde estaba su cuerpo enterrado. La piedra lisa y plana estaba fría, excepto allí donde las lágrimas de su hija caían, cálidas y constantes.
Habían transcurrido muchas lunas desde que Oryana se había enterado del asedio a Sarkya y de la muerte de su madre, y aún así, una parte de ella se negaba a creer que fuera real y seguía aferrándose a la esperanza como una cuerda a la que se asía desesperadamente, pero que al final tendría que soltar. No es que se hubiera engañado a sí misma creyendo que Aruno estuviese equivocado o le hubiese mentido, sino que muy dentro de ella, su corazón no le permitía aceptar ese hecho. La muerte era irrevocable, determinante y definitiva, y allí, sentada sobre la tumba de su madre, aquel hecho era irrefutable y la estaba golpeando con una contundencia implacable.
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Reinos Oscuros, Libro I
FantasiPublicada en físico por UNIVERSO DE LETRAS, sello de la Editorial Planeta, también disponible en Ebook. Registrada en Derecho de Autor, Colombia. Kalyana, la joven princesa heredera de Sarkya se encuentra sumida en la melancolía por los trágicos suc...