El mundo puede ser aun más pequeño de lo que uno se imagina. Incluso, dentro de los video juegos.
Nadie me creería si les digo que la persona que me desagradaba por completo en la vida, se había convertido en alguien tan indispensable para mí.
-¿Era...
-¿D-de verdad? -me asombré. Nunca en la vida me iba a imaginar tener una cita con Jungook, pero... Supongo que lo hará por lastima, ya que su amigo le pidió que lo haga. -No es necesario que...-me interrumpió tomándome del brazo mientras me acercaba a él.
-¿Te gustan las hamburguesas? ¿O quieres algo con más elegancia? -mi mirada de confusión no se apartaba del chico a mi lado -Yo pago, no te preocupes por eso -dijo mirando los restaurantes a nuestro alrededor. La caminata fue algo silenciosa y algo extraña ya que no me había soltado el brazo; no era un agarre fuerte... Sino, algo bastante suave y cómodo. Su mano se sentía suave al tacto sobre mi delgada ropa, pero aún así, era extraño.
—Hmm, Jungkook —interrumpí el silencio entre los dos. El pelinegro volteó a mirarme haciendo que nuestras miradas se encontraran una vez más en el día —M-mi brazo —logre decir con timidez. Este observo su mano y luego me miró nuevamente para después soltarme.
—Lo siento —dijo algo avergonzado. Le sonreí de forma que entienda que no pasaba nada y mire a mi al rededor.
—Creo que hamburguesas estará bien —reí levemente— seguramente tu también debes tener hambre.
El chico asintió y fuimos al negocio de hamburguesas más cercano. Al entrar al lugar, nos acercamos a la caja para realizar nuestros pedidos; insistí en pagar mi parte, pero Jungook se negaba a que lo haga. La empleada nos miraba impaciente junto a las personas que se encontraba detrás nuestro, y el muchacho sacó su dinero y pagó la comida.
—Te lo devolveré —dije insistente.
—Deja de decir tonterías y esperemos a que nos den la comida —soltó luego de un suspiro.
La espera tomo unos diez minutos y cuando nuestro pedido ya estaba listo, Jungkook tomo la bandeja de comida y me hizo una seña con la cabeza indicando que subamos al piso de arriba a comer. Tomé unos sorbetes y servilletas para despues subir detrás del pelinegro.
Nos sentamos en una de las mesas que se encontraban junto al ventanal y comenzamos a comer. El hambre se apoderó del ambiente, ya que ninguno pronunció una palabra hasta que el pelinegro alzó su vista hacia mí. Soltó una leve risa y tomó una servilleta, la acercó a mi rostro y me limpio una mancha de ketchup que tenía en la comisura de mis labios. Abrí mis ojos con sorpresa ante su acción y lo miré aún más confundida de que lo ya estaba a un principio.
—Parecía labial, pero por lo brilloso no dude que era otra cosa —rió levemente.
—G-gracias —agredecí tímidamente.
—De nada —sonrió ladino. Bajo su mirada a mis papas y robo unas cuantas para llevárselas a su boca.
—¡Oye! —me quejé —¡Son mías! Tu tienes las tuyas —me crucé de brazos haciendo un leve puchero con mis labios.
Jungook no dudó en soltar una carcajada al ver mi reacción —Lee Sun-jun haciendo puchero —siguió riendo —esto es nuevo, pero no niego que te vez tierna así.
Me mantuve en la misma posición pero estaba vez roja como un tomate al haber escuchado esas palabras de salir de él. —Ya... —tome una servilleta y la hice un bollo para arrojarsela en la cara.
—Niña compórtate, no estas en tu casa —continuó riendo y me tiro el mismo papel arrugado.
—Mira quien habla —levante una ceja. Mi contrario rodó los ojos y tomó un trago de su bebida.
Ambos terminamos nuestra comida y nos levantamos de nuestros asientos. Salimos del negocio y comenzamos a caminar.
—Sun-jun... —soltó el muchacho. Me di vuelta y lo miré —t-te vez muy bien hoy... Deberías verte así más seguido —dijo con un leve color carmesí en sus mejillas.
Sinceramente hoy era un día extraño, pero a la vez agradable... Después de aquel incidente en el que me mando al hospital, nunca había tenido un buen trato con Jungook. Y nunca me había esforzado a volver a hablar con él. Así que digamos, que este día fue bueno para los dos. ¿Será que empezaremos a llevarnos mejor de ahora en adelante?
—No prometo que me vestiré así todos los días, pero haré un esfuerzo si tu te comportas bien conmigo —solté sin miedo.
—Ya... —empezó a caminar y lo observé — vamos, te llevaré a tu casa.
Solté un suspiro y comencé a caminar a su lado. Se ofreció en pagar un taxi, pero insistí en que no lo hga, ya que mi casa no quedaba lejos de donde estábamos y aún había gente por la calle como para seguir caminando un rato más.
Luego de todo lo que pasamos hace unos minutos atrás, el trayecto a casa fue menos silencioso y nos hacíamos bromas mutuamente. No muy inofensivas, pero tampoco tan dañinas; nos reíamos uno del otro y de vez en cuando nos dábamos leves empujones para molestarnos. Cualquier persona que no nos conociera, pensaría que somos muy buenos amigos... Pero ni siquiera llegábamos a eso. Solo eramos unos chicos que no nos llevábamos muy bien y que tuvimos una cita por accidente; aunque debía de admitir que pasar un día con Jungook no fue tan malo como llegue a pensar.
Al llegar a mi casa, ambos nos detuvimos en la puerta y nos miramos mutuamente. Otra vez el clima entre ambos se volvió a tornar algo incómodo, entonces no tardé en hablar.
—Bueno... G-gracias por lo de hoy —hice una reverencia en forma de agradecimiento.
—No es nada...
—Me encargaré de que Jimin te devuelva el favor —reí leve.
—No te preocupes —sonrió ladino— me divertí hoy contigo Sunnie —se acercó a mi dándome un beso en la mejilla —buenas noches — soltó y se marchó con rapidez.
