Sentimientos Latentes || Fanfic || Yaoi || Wigetta || 11

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-Narra Vegetta-

El día había sido una locura. Me ponía muy celoso que pasase el tiempo hablando con Frank desde mi rechazo, así que procuré mantenerle ocupado porque pretendía volver a estar con él como siempre, como amigos que reían constantemente juntos. Fuimos a comprar, y después cenamos juntos. En la cena todo resultó, pasamos el tiempo riendo como idiotas y eso me hizo darme cuenta de muchas cosas que hasta el momento había estado pensando. Porque no había dejado de pensar en él en toda la semana, quería aclarar mis pensamientos y sentimientos. Cuando volvimos a casa después de cenar ya tenía todo demasiado claro, nos detuvimos antes de entrar en la puerta y yo le puse contra esta. Le confesé que no quería ser solamente su amigo y me abalancé una vez más sobre sus labios, pero esta vez me correspondió.

Nuestros labios se unieron en un esperado beso. El deseo contenido era tanto lo peor como lo mejor de sentirse atraído por una persona. En ocasiones la atracción culminaba y moría el mismo día en que había empezado, pero este no era nuestro caso. Mi atracción hacia él existía hacía mucho tiempo, y la había reprimido tanto que me sorprendía mi propia ignorancia ante mis deseos más profundos. ¿De qué forma habíamos alimentado las ganas? Sintiéndome atraído hacia una persona, intensificando cada día semejante atracción alimentándola de indirectas, coqueteos, acercamientos repentinos. Tenía uno que experimentar lo que era compartir 24 horas del día con la persona que tanto deseo le generaba, para comprender lo placentero que era tras meses de contención, culminar todas las ganas contenidas en un beso pasional. Casi hasta ahora me regocijaba de todo lo acontecido, pues de habernos besado el primer día de atracción, de no haber existido la incertidumbre, la duda, el rechazo.. de no haberlo hecho aquel beso no sería tan maravilloso, tan aguardado. Ya lo decía la típica frase, lo bueno se hacía esperar. No podía pensar en el futuro, pero ahora mismo ambos éramos dichosos por tenernos mutuamente y por haber esperado el momento idóneo: En el que nuestro deseo era tan fuerte que no pudimos contenerlo, contra todo pronóstico. No disfrutaba un hombre verdaderamente del agua de no estar sediento hasta deshidratarse. 

Lo besé con más fuerza, apretando mi boca contra la suya mientras que mi lengua buscaba enredarse con la suya. Él no era bueno, se notaba que nunca había besado y lo hacía con torpeza, quizá de una manera demasiado pegajosa. La típica forma pérdida y desorientada que tiene uno la primera vez que besa, y eso me complacía. Me gustaba de una manera inimaginable y con una celosía que desconocía ser la primera persona que él besaba. Claro que no era un beso perfecto, pero los besos perfectos eran cosa de las películas, y precisamente la imperfección de nuestro beso era lo que lo convertía en inmejorable. Las primeras veces no eran buenas, nadie nacía aprendido y claramente uno nunca era un buen besador la primera vez que lo hacía, era una especie de técnica que se perfeccionaba con el tiempo, con más besos. Aún así me gustaba, y no podía dejar de besarle. Claro que era propio de la atracción y del amor, que era mucho más satisfactorio besar a una persona que te aceleraba el corazón que besar a un experto que no te provocaba absolutamente nada. Willy se separó, mirándome nervioso, juraría que jamás le había visto tan sonrojado como hasta la fecha. Yo lo miré confuso, y él pareció arrepentido por haberse separado. Balbuceó algo por lo bajo, mientras lo miraba con cierta lujuria incontenible. No podía evitarlo.. estaba adorable y un beso bien dado siempre podía ser causa de excitación. Creí comprender que se había separado porque ni sabría exactamente cuanto tiempo debía dudar un beso, quizá pensaba que si se alargaba más de lo necesario estaba haciéndolo mal o algo parecido. Él caso es que él era un manojo nervioso, que no paraba de repetirme que estaba haciéndolo mal y de martirizarse a él mismo diciendo que no tenía ni idea de cómo debía besarme. Yo no quería hablar de sus inseguridades, no en este momento, así que supuse que la mejor forma de demostrarle lo poco que me importaba su inexperiencia era callarle de un beso. Seguramente hirió su orgullo, pues en un principio se revolvió, pero no tardó en corresponderme nuevamente. Lo besé todavía más pasional y confianzudo que antes, tomando las riendas e iniciativa del beso de modo que no se sintiera obligado a hacer movimientos raros o absurdos cómo habría visto en las películas. Mientras tanto puse mis manos sobre su trasero, apretando entre los dedos sus nalgas, gesto que no le gustó en lo absoluto, pues casi al instante sus manos se habían puesto sobre las mías y me las habían apartado de la zona. No pude ofenderme por ello, pues ambos estábamos experimentado por primera vez con un hombre y no debe ser agradable que te hicieran eso. Por mi parte fue un acto reflejo, algo que solía hacer y me excitaba cuando me había besado con otras personas.

Sentimientos Latentes (Wigetta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora