Sentimientos Latentes || Fanfic || Yaoi || Wigetta || 34

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-Narra Willy-

No existían suficientes palabras en todo nuestro vocabulario para describir como me sentía. Dudaba que hubiera sobre la faz de la tierra un hombre más feliz o más enamorado de lo que yo estaba. No había nada mejor que ser correspondido, y en tan solo unas horas él me había hecho olvidar las inseguridades de toda una vida. Era una pieza indispensable en mi vida, era mi otra mitad. Ahora lo sabía, si existiera un espejo del alma nuestras faces se reflejarían unidas, complementándose mutuamente. Jamás antes me había sentido tan empalagoso, dichoso y vulnerable. ¿Cómo iba a plantearme meses atrás que llegaríamos tan lejos? Pero lo habíamos hecho, habíamos dado el paso. Un paso que tras mis veintiún años de existencia me había resignado a pensar que nunca daría, porque nadie hasta su llegada me había inspirado la suficiente confianza. Fue doloroso, pero me hirió de una buena forma, además él era el único capacitado para sanarme toda herida. Ojalá fuera lo suficientemente valiente para explicarle todo lo maravilloso que pensaba de él sin sentirme ridículo mientras lo hacía. Pero no, ese no era yo, si intentaba decirle algo hermoso acabaría por ser desagradable con él. Me bastaba con saber lo que sentía, y pensar que aunque no fuera capaz de decirlo más que con algunas palabras, él también estaba al tanto de mis sentimientos. Tras hacer el amor, sí, eso hicimos, nos dimos una ducha. No pensaba que hacerlo fuera tan sucio y agotador, notaba muchos músculos adoloridos y estaba sudando. Cuando salimos de la ducha los vapores inundaban el baño, aproveché el vaho del espejo para trazar un dibujo en el cristal con el dedo índice. Vegetta balbuceó alguna que otra queja, la cual ignoré con facilidad.-Toma, te he traído ropa.-Exclamó, tendiéndome prendas de vestir, suyas. Yo arqueé la ceja, mirándole con los ojos confusos.-¿Eres tonto? Mi habitación está al lado, puedo coger mi propia ropa.-Tendría más lógica su acción si no viviéramos en la misma casa, pero teniendo en cuenta que  lo hacíamos carecía de sentido. Él insistió, haciéndome coger la vestimenta.-Ya, ya lo sé Willy. Pero ponte esa ropita, me hace ilusión.-Vacilé un poco, pero tuve que tomarlo como un gesto de gran confianza, pues con lo tiquismiquis que era Vegetta me sorprendía que me confiara su ropa por una simple ilusión momentánea. Seguro que eran las prendas que menos le gustaban.-Bueno, bueno..-Me giré para comenzar a vestirme, él hizo lo mismo. Dejé caer la toalla y rápidamente me puse la ropa interior, era sencilla y verde oscura. ¿Realmente estaba usando la ropa interior de otra persona? Si se lo contaba a alguien, no me creería. Me puse la camiseta, una sencilla camiseta negra de manga corta. Aunque teníamos la misma estatura, él abultaba mucho más que yo, por lo que la camiseta aparentaba estarme enorme y se arrugaba contra mi cuerpo. Era vieja y holgada, nunca se la había visto puesta, era lógico, no me daría ropa que le gustaba para algo tan banal como dormir.-¡Te está enorme!.-Escuché sus agudas carcajadas y puse los ojos en blanco. ¿Acaso me había hecho vestirme así solamente para reírse en mi cara? Él también se había vestido, bueno, se había puesto la ropa interior y ya está. Recordaba que me hubiera comentado en más de una ocasión que solía dormir así.-¿Y me haces ponerme eso para reírte de mi?.-Pregunté algo indignado, alzando las cejas. Él negó con la cabeza y me atrajo contra su cuerpo. Su musculoso cuerpo.. con sus abdominales marcados, sus fuertes brazos y algunas zonas velludas, otras depiladas.-No. Ayy.. que mono estás. Podrías usar siempre ropa ancha.-Me pidió y yo sonreí, no debía lucir demasiado bien con aquel tipo de prendas. No lucía bien con ningún tipo de prendas, era demasiado simple.-¿En plan rapero?.-Pregunté risueño, y él se rió negando con la cabeza. Cuando sonreía no veía más que una pequeña franja de toda la imagen que tenía delante.-Chaval.. ¿Te imaginas?.-Añadió él, como acostumbraba a decir, estaba claro que para su edad tenía una gran imaginación. Yo me imaginé con una gorra y unos pantalones anchísimos, además de algunos collares de oro. Él debió imaginarse algo similar pues ambos reímos al mismo tiempo y nos miramos con complicidad. Me quedé embobado en su blanca dentadura y el modo en que sus ojos castaños brillaban cuando sonreía. No podía creerme que él hubiera estado literalmente dentro de mí, que haberlo estado le hubiera complacido, como si mi cuerpo fuera un lugar maravilloso. Y bien pensado también lo había hecho metafóricamente, pues él estaba en mi corazón y difícilmente saldría de ahí.-Willy.-Agitó su mano delante de mis ojos, mientras con la otra me envolvía la cintura para mantenerme sujeto contra él.-Estás empanao.-Comentó y asentí jocoso, me había ensimismado nuevamente pensando en nosotros.-Bésame.-¿Era normal que continuara estremeciéndome algo tan simple como lo era esa petición? Habíamos dado el siguiente paso, mi piel no tenía porqué erizarse cuando le escuchaba pedirme besos de esa manera tan seductora, y sin embargo, seguía haciéndolo.-No quiero.-Respondí para picarle, aunque cada centímetro de mi ser estuviera pidiéndome a gritos desesperados que le comiera la boca a besos. Él acercó su cara peligrosamente a la mía, dejando los labios expuestos y húmedos a escasa distancia de los ajenos.-Bésame o te besaré a la fuerza.-Tragué saliva, preguntándome hasta que punto era normal que aquello me hubiera estimulado tanto. Él parecería mucho más amenazante con su rostro adulto y su cuerpo robusto si no tuviera la voz tan aguda, pero era un rasgo propio de él que le hacía especial, y también me gustaba. Lo besé intensamente, hasta que en mitad del beso él decidió que sería una buena idea sobarme el trasero. Pegué un pequeño brinco hacia atrás, agarrándome la zona afectada y mirándolo despectivamente.-Perdona chiqui ¿Aún te duele?.-Preguntó, procurando aguantarse la risa mientras lo hacía. No era un tema divertido, pero tampoco se le podía tomar en serio. Claro que me dolía, notaba un escozor entre las nalgas, pero sería incapaz de decir algo así en voz alta sin morirme de vergüenza en el intento.-Obviamente, imbécil.-Exclamé con desdén, ya no sabía si odiar o amar que este hombre no pudiera contener su fogosidad.

Sentimientos Latentes (Wigetta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora