Sentimientos Latentes || Fanfic || Yaoi || Wigetta || 41

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-Narra Vegetta-

Una vez más en el aeropuerto. Era curioso, que hasta hacía poco tiempo jamás hubiera salido de España y rara vez cogiera un avión, y ahora estaba convirtiéndose en algo habitual. Una demostración más de que cierto niño revoltoso me había cambiado la vida. Estaba deseoso de verle, e incluso un poco nervioso por ello. Los aeropuertos me producían sentimientos contradictorios. Me gustaban por su amplitud y pulcritud, parecía increíble que se mantuviera limpio un lugar tan amplio. Después estaba el sentimiento de agobio, el estrés por la posible pérdida del vuelo y un exceso de controles de seguridad. Quizá en Madrid no se abusara tanto de ellos, pero cuando llegáramos al otro continente, nos someterían a todo tipo de exigencias. El ambiente que se respiraba en ellos era mágico, en ocasiones veías a personas despidiéndose, a otras reencontrándose. Tras ver a un hombre trajeado y con maletín, te preguntabas a dónde iría y cuando veía a una familia o pareja despidiéndose, no podía evitar preguntarme si volverían a verse, y esperar que así fuera. Daba que pensar. También estaba el hecho de que hubiera todo tipo de locales en una estancia que en principio debería usarse, únicamente, para viajar. Había joyerías, hamburgueserías e inclusive ordenadores disponibles para hacer más ameno el tiempo de espera. Actualmente aburrirse en un aeropuerto era imposible, siempre y cuando uno tuviera dinero, claro. A costa de nuestro aburrimiento se forraban los encargados del lugar, pues además de ofrecerte todo tipo de productos que consumir, te costaban el doble de lo que lo harían en una tienda normal y corriente. Y ahí estaba, haciendo toda una crítica social mental a los aeropuertos, mientras que me aburría esperando a Willy en las puertas del mismo. Cinco minutos después le vi llegar de lejos, con su maleta en la mano. Llevaba una de sus sudaderas, se le adhería al cuerpo y remarcaba su delgadez, me encantaba cuando sucedía eso. En Madrid por la mañana hacía mucho frío, aún por estas fechas, así que con cada aliento salía una tanda de vaho.  Se debía también a la humedad, encargada de empañar los cristales de los coches. Fue inevitable sonreír, mientras observaba como cada vez estaba más cerca.-Hola.-Me saludó brevemente, esbozando una sonrisa tímida. Se notaba por sus ojeras que había dormido poco, además tenía los ojos más cerrados que de costumbre.-Hola compañero.-Saludé con cierto ánimo. Había tenido tiempo de darme una ducha vigorizante matutina, por lo que estaba bastante más despierto que él.-Te has cortado el pelo.-Observé, y el asintió.-Tú también.-Lo afirmé, pasando la mano por sus cabellos oscuros, ahora más cortos.-Madre mía.. esta vez no te han dejado calvo ¿Eh? Estás guapo.-Bajé el volumen de mi voz al decir esto último. Sus ojos se achinaron cuando me sonrió.-Vaya, tío, como mi peluquería de siempre no hay ninguna-Tanto tiempo sin verle, y era la primera vez que lo hacía después de descubrir lo enamorado que estaba de él. Tenía ganas de acorralarlo contra las puertas y besarle hasta dejarlo sin respiración. Pero no podíamos, porque era demasiado arriesgado, porque aunque hubiera poca gente (comparado con la que había por la tarde) ahí estaban, acechando. Entramos en el aeropuerto. Acerqué mis labios a su oreja mientras que caminábamos algo desorientados.-Te besaría si no estuviéramos aquí..-Le susurré, porque quería que supiera que me hubiera gustado saludarle como una pareja normal. Era consciente de que no habíamos hablado mucho, pero estando él adormilado no podía pedirle más, cuando Willy tenía sueño era harto silencioso.-Pues yo no.-Respondió él, mientras que buscaba con la mirada los controles para el equipaje.-No?.-Le pregunté yo, caminando hacia ellos. Había algo de cola, tendríamos que esperar un poco.-No.-Fue tajante. Observé como abría su cartera y sacaba de la misma tanto su pasaporte como el billete de avión.-Chaval, que mala gente..-Me quejé, mientras que lo imitaba. Siempre se me olvidaba el proceso que había que hacer para viajar, por muchas veces que lo hubiera hecho desde nuestra intrépida mudanza.-Bueno, quizás un poquito.-Se corrigió el fastidioso, sonriendo  tiernamente. Yo negué con la cabeza, correspondiendo la sonrisa mientras que alisaba un billete entre mis dedos.-Más tonto el pobre.-Le acusé, haciendo el amago de pegarle un cogotazo. Tras un poco de espera, entregamos nuestras maletas para que las marcaran como equipaje de mano. Después nos hicimos el control y entramos a la otra parte del recinto, donde estaban las personas que viajan.

Sentimientos Latentes (Wigetta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora