-Narra Willy-
Habíamos pasado un buen tiempo en el vehículo que nos llevó a una zona más apartada y natural, donde tendría lugar el evento. Me había reído tanto ahí que incluso me dolía la mandíbula, todos cantando canciones al unísono o diciendo más estupideces de las estipuladas por la ley. Siempre que nos reuníamos después de un tiempo sin vernos, era una fantástica locura, no podíamos pronunciar dos frases enteras sin empezar a reírnos como posesos. No era la típica persona extrovertida capaz de poder hacer el payaso mientras todos estaban mirándome, pero otros sí, así que yo me limitaba a ser el público en sus bufonadas y a reírme de las tonterías que decían o hacían. Cuando llevábamos unas horas de viaje empecé a sentirme exhausto, me limité a observar el trayecto en coche por la ventana mientras que sentía el peso de su cabeza apoyada sobre mi hombro. Fran se había quedado dormido ahí, notaba su aliento contra el hombro y emitía un leve ruido constante que no llegaban a ser ronquidos, más bien señales de una fuerte respiración. El paisaje que vislumbraba a través del empañado cristal de la ventana, era perfecto. Los organizadores del evento nos habían asegurado que iban a llevarnos a un sitio genial, donde podríamos realizar cómodamente las diversas pruebas que tenían preparadas para nosotros. Mientras escuchaba el incesante traqueteo del vehículo contra el pavimento, distinguía en la lejanía las enormes montañas, levemente ocultas por la neblina. Cabía admitir que era una persona cuyos gustos se decantaban más por lo artificial, prefería las ciudades plagadas de tecnología, pero eso no significaba que fuera incapaz de apreciar la grandeza de los entornos naturales. Aún con eso, añoraba la comodidad del hogar, por irónico que fuera teniendo en cuenta el escaso tiempo que llevaba alejado de él. Me apetecía estar en el sencillo cuarto casi desamueblado, ir al salón y cruzarme ahí con mi novio, preparándose una ensalada o cogiendo una bebida de la nevera. Aún así no dejaba que ese anhelo me entristeciera, pues me lo estaba pasando en grande y quería atesorar esta experiencia junto con las pasadas vivencias. Me sentía como un niño pequeño el mismo día que viaja junto su clase en autobús para visitar el zoológico. Realmente necesitaba estar un tiempo separado de Vegetta, tenía muchas cosas en las que pensar, y no me gustaba que él acaparase la atención de todos cuando venía a los eventos. Sabía que la distancia me favorecería, que estar tan obsesionado por su presencia no era sano para ninguno de los dos. Ya que no quería moverme para no interrumpir el sueño deFran, estuve mirando por la ventana las maravillas que el paisaje me ofrecía, hasta que este despertó. Lo hizo cuando ya habíamos llegado, parecía aturdido cuando se levantó, como si no se hubiera dado cuenta de que iba a dormirse antes de hacerlo.-Perdón, te he molestado?.-Preguntó, al ver como yo me encogía de hombros para mover un poco el cuerpo, notaba el hombro entumecido por el constante peso de su cabeza sobre el. Había ansiado esos estiramientos casi desde el comienzo de nuestro trayecto.-No, da igual.-Sonreí un poco y él me señaló el hombro con el dedo índice, poniéndolo sobre mi sencilla camiseta.-Chaval, te he dejado la camiseta llena de babas.-Yo le miré con asco y él empezó a reírse, de esa forma tan característica que tenía Fran al reír, como si no pensara detenerse nunca. Me recordaba a una hiena. Lo peor es que no me extrañaba que hubiera comenzado a salivar, dormía con la boca entreabierta.-¿Qué dices pringao? Que asco.-Exclamé yo, con molestia en la voz, aún sin estar realmente enfadado. Él siguió con sus estruendosas carcajadas, negó con la cabeza mientras que yo bajaba la vista para intentar mirarme el hombro.-Venga, te lo has creído.-Afirmó divertido, en un tono victorioso. Yo bufé, él siempre con sus cosas. Se pensaría que era la broma del año, cuando se trataba de una absurda mentira. Empezamos a sacar todas nuestras cosas del vehículo para instalarnos en el lugar, que era una especie de descampado cercano a las montañas. Tuvimos que ponernos unos monos marrones para hacer las pruebas, y a eso nos dedicamos hasta que llegó la noche. Justo después, estaba agotado, cuando nos pusimos a cenar todos juntos a la luz de las estrellas, Vegetta me llamó. Me costó concentrarme en lo que me decía porque no dejaban de armar alboroto a mis espaldas, pero finalmente le pude confesar que había estado pensando en contar a mis padres todo acerca de mi orientación sexual. Creía que ellos me aceptarían, aún así tenía un poco de miedo y sobretodo vergüenza, pero no me apetecía seguir ocultándolo. Ya que ningún seguidor podía saber acerca de nuestra relación, ya que yo no podía cogerle la mano en medio de la calle, podía consolarme al no tener que ocultar algo tan importante a las personas que más amaba en el mundo.
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Sentimientos Latentes (Wigetta)
FanfictionEs difícil convivir con tu mejor amigo cuando descubres que tus sentimientos hacia él no son únicamente amistosos. Eso le ocurre a Willy, que tras las reiteradas indirectas de su compañero de piso, empezará a sentir por primera vez lo que es estar e...