Sentimientos Latentes || Fanfic || Yaoi || Wigetta || 43

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-Narra Vegetta-

Una semana. Había pasado toda una semana desde que me propuse reconquistar al menor. Tomé esa decisión mientras que estaba en el gimnasio, y me prometí que la llevaría a cabo. Willy se negó rotundamente, me repitió en más de mil ocasiones que no me serviría de nada mostrarme caballeroso con él, que simplemente quería ser amigo mío y no seríamos nada más que eso. Pero su negativa no me hizo recapacitar, estaba convencido de que sacando mis encantos a relucir podría volver a conquistar su férreo corazón. ¿Acaso pensaba el cabezón que yo simplemente me resignaría, y aceptaría volver a ser únicamente su amigo? Después de todo lo que habíamos pasado juntos, esa decisión era lo más absurdo que le había escuchado decir. Al principio tenía miedo incluso de hablarle, porque sospechaba que estaría demasiado sensible después de lo de Sarai, pero lo cierto era que él se comportaba como siempre. Huraño, algo antipático, pero sin mostrar señales de verdadero odio hacia mi persona. Empecé mi plan siendo excesivamente cariñoso. Le apodaba de las mismas maneras afectuosas en las que uno apodaría a su pareja de toda la vida, le abrazaba cuando nos despedíamos antes de irnos a dormir, mientras que él forcejeaba para retirarse de mis brazos. Le recordaba cada noche lo mucho que le quería, pero con eso solamente conseguía sacarle de quicio. Mientras más lo intentaba, más estrepitoso era mi fracaso. Pero no me daba por vencido, estaba seguro de que él continuaba tan enamorado como siempre. No cambié durante los vídeos. Cuando grabábamos juntos le mandaba todo tipo de indirectas, desde inocentes a sexuales. Algunas más sutiles, otras increíblemente directas. A veces él flojeaba, se notaba que no podía contenerse y me seguía el juego, aunque cuando dejábamos de grabar hacía como si no hubiera dicho nada. En alguna ocasión tras salir de la ducha, me había paseado en toalla por nuestro salón. Con el torso mojado y las gotas de agua resbalando por la piel desnuda, había reparado en que sus orbes oscuras me miraban el cuerpo con deseo, y me había anotado un tanto. Recordaba haberme acercado peligrosamente a él en esa ocasión, se le trababa la lengua y empezaba a balbucear un montón de estupideces sin sentido.-¿Porqué te pones nervioso, si solamente me ves como a un amigo?.-Le había preguntado entonces, empleando un tono seductor. Su rubor le hacía ver adorable, pero entonces fingió que nada pasaba, de sobra está decir que ofreció una pésima actuación.-Por favor, Vegetta.. que tonterías dices.-Retrocedió y se marchó. Cuando volvimos a vernos ese mismo día, hizo como si no sucediera nada. Esta misma tarde le había comprado una cesta llena de sus frutas favoritas, lo cual había agradecido con menos efusión de la esperada. Sus evasivas empezaban a agotarme la paciencia, la cual nunca había sido digna de jactarse. No soportaba el rechazo, y no era persistente para conquistar el corazón de una persona, aunque sí lo fuera para muchas otras cosas. Era francamente difícil vivir con el hombre que uno quiere y desea, sin poder tirarme encima suya cuando me apetezca. Aún así, aunque hubiera pasado toda una semana, seguiría intentándolo.

Me encontraba preparado una película en mi habitación. Le había propuesto verla juntos, y él había accedido de mala gana. Sabía que no le gustaba el cine de terror, pero había escogido una que incluyera sustos al público intencionadamente. Aunque no fuera exclusivamente de miedo, conociendo el carácter asustadizo de mi compañero, conseguiría que quisiera estar pegado a mí todo el tiempo. Era una treta algo sucia, pero mi desesperación era cada vez mayor, ya no sabía que más podría hacer para recuperar su amor, si esto no funcionaba.. quizá debería darme por vencido. Tenía planeado entregarle un presente al final de la película, justo después de besarle. Puse la película en la pantalla de mi habitación, preparé una tanda de palomitas orgánicas y le mandé un mensaje para que viniera. Se demoró  unos minutos, aunque estuviera justo en la otra habitación, le escuchaba reírse a través de la pared y sospechaba que estuviera hablando con alguna otra persona. Aproveché para mirarme mientras que él se tomaba su tiempo. Estaba vestido normal, pues consideraba absurdo y descarado arreglarme exageradamente estando dentro de casa. Aún así me peiné los cabellos lo mejor que pude, y me puse algo más de perfume. Me acaricié la cada vez más frondosa barba, maldiciendo no haberme afeitado antes, pues ya no me daba tiempo, no quería que me tomase por un vulgar vagabundo. No quería que mi vello le raspase la suave piel cuando nos besáramos en el momento idóneo.-¿Vegetta?.-Abrió la puerta del cuarto de baño, asomando su cabeza por el umbral. Miré de soslayo sus revueltos cabellos azabache.-Tú no llames a la puerta,eh, no te preocupes.-Anuncié, con la ironía reflejándose en cada una de mis palabras. Él sonrió, fingiendo que no había captado el tono sarcástico.-Vale, si insistes.-Puse los ojos en blanco, mientras que él se animaba a pasar dentro. De esta manera no podría esperar a que viéramos la película.-Hm.. eso de entrar al baño sin llamar antes. Podría estar desnudo.. ¿Acaso quieres verme..desnudito?.-Pregunté, en un tono pícaro a la par que cómico, aproximándome hacia su cuerpo. Él retrocedió, poniéndose repentinamente muy serio.-No.-Espetó tajante. Así llevaba toda la semana, huyéndome como si fuera un apestado. Acabaría por creerme que no estaba interesado en mí, aún cuando al principio su decisión de ser solamente amigos me pareció un disparate y una pantomima.-Que aburrido, chaval.-Musité, intentando no sonar molesto, aunque lo estuviera en cierta medida. Echaba de menos al Willy primerizo, aquel ingenuo que se pasaba todo el día abrazándome y se enfurruñaba cuando yo no le prestaba la suficiente atención. Entonces me sorprendía ese comportamiento atípico en el menor, pero ahora lo añoraba. Mi compañero de piso había vuelto a ser el chaval borde y huraño de siempre.-¿Vemos la peli, o qué?.-Preguntó, con cierta impaciencia. Sus movimientos delataban un nerviosismo latente. Asentí con la cabeza.-Vamos.-Cogí su mano para salir así, pero él se soltó al instante, como si el simple hecho de tocarme le quemase en la piel. Suspiré y volvimos a mi habitación, donde el vídeo aguardaba.

Sentimientos Latentes (Wigetta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora