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Yoongi permanece en la habitación de su casa la mayoría del tiempo, no tiene mucho apetito, se deja atrapar por la música pop/rock de los 90', algunas veces mira por un largo tiempo hacia su ventana, recibe noticias de su padre, no ve la televisión porque es seguro que algún noticiero estaría hablando de él. En sí, su vida ahora se resumía a mantenerse encerrado en casa, no porque quisiera, sino porque así lo requería.

Se encontraba revisando unas antiguas fotografías cuando la puerta se abre y de ella ingresa una elegante mujer vestida con un vestido blanco y negro.

—¿Yerin-sshi?

La mujer caminó hasta llegar delante de su cama, su postura estaba firme, pero sin ser amenazante. Yoongi se imaginaba para que estaba aquí, en las pocas veces que Yerin se había dirigido personalmente para hablar con él, era por algo muy importante.

—Qué se siente ser el centro de atención. ¿Hum?

—No venga con rodeos, por favor. Si quiere decirme algo, lo cual está en todo su derecho, dígamelo, pero no le dé más vueltas al asunto.

—Ahora comprendes que la vida de un rico tampoco es tan fácil. Digamos que el dinero soluciona nuestros problemas, pero ¿Qué hay de lo que sentimos?

—...

—Debiste hablar con tu padre desde el primer momento en que ese hombre te pidió dinero. Por qué no lo hiciste.

—Creí poder manejar la situación – Yerin sonrió – Y lo hice, por un año, hasta que un amigo me traicionó y consiguió información de Min JaeSuk. —Suspiró —Lamento haberle causado tantos problemas, estoy seguro que papá se encargará de ello.

—Si, por supuesto que lo hará. Pero ahora me pregunto qué explicación le diré a mis amistades, si supuestamente yo no sabía nada de esto.

—...

—Si te acepté en mi familia fue por el enorme cariño que te tiene Seokjin, mi hijo, y también, por obra divina, acaparaste una parte del corazón de mi esposo. Llegaste, en un momento indicado – Yoongi la miró confundido —Como sea, ahora eres un Kim, y eso nadie lo va cambiar.

—¿Y usted? ¿Algún día tendré el derecho de llamarla como corresponde? Porque digo, le importa mucho las apariencias, y no sería justo que en alguna reunión la llame por su nombre ¿no?

—Yoongi... Yo no soy tu madre. No lo soy.

Yoongi retuvo las lágrimas, no sabía por qué le dolía escucharlo. Yerin había sido clara desde un principio. Ella siempre seria su madrasta.

—Por supuesto que lo sé ¿sabe? Me quedó muy claro desde el primer día que llegué a su casa. Nunca fui su favorito. Y lamento una vez más, causarle problemas a su familia, pero ahora, también es la mía, y asumiré la responsabilidad también.

Yerin lo observó un momento.

—Algún día lo entenderás – le dijo.

—Entender qué, ¿eh? ¡¿Qué no me quiere?!

—No es algo tan sencillo como eso, Yoongi.

—Quiero que entienda algo, así mi padre no hubiese sido el Primer Ministro, no me hubiera importado menos. Es el cariño que él me ofreció, un techo para vivir, el calor familiar. No necesitaba nada más. Para un niño de 7 años sería suficiente.

Yoongi la observó, parecía estar entendiendo sus palabras. Le dio la espalda.

—Si eso es a todo lo que vino, puede irse.

—No solamente eres tú quien sufre, Yoongi. Tal vez seas el más afectado, pero no el único.

Sintió su voz apacible, por un momento cerró los ojos y se imaginó abrazándolo, diciéndole las palabras que por tanto tiempo había esperado, pero sería mucho pedir ¿cierto? Para Yerin, él siempre seria el pobre niño huérfano.

Seúl Master School [Yoonnie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora