El placer del miedo

545 21 2
                                    

Estando en el avión me puse a pensar en mis papás y mis hermanos, no los vería en un largo tiempo y eso era lo que más me pesaba puesto que siempre hemos sido muy unidos.

EN LA DESPEDIDA
-Promete que vas a cuidarte mucho y andarás con cuidado, Monterrey es enorme y necesitas tomar precauciones- era de esperarse que en último momento mis papás se preocuparan tanto.
-Si papá, voy a cuidarme y a ser muy cuidadosa- mi voz sonaba irritada después de repetirles tantas veces lo mismo.
-Quiero que me llames todos los días, no importa si es en la mañana o la tarde o noche pero voy a estar esperando a que lo hagas así que no lo olvides-
-No mamá, voy a estar en contacto y prometo llamarte todos los días- intenté no sonar fastidiada para evitar que mi mamá se pusiera aún más sensible.

Después de que me llenaran de abrazos y de te amos, me dirigí al pasillo para abordar el avión. Miré atrás y me despedí de mi familia con una señal de adiós y después seguí caminando, llegó la hora.
Por alguna razón cuando llegué a mi asiento comencé a temblar y sentía muchas ganas de llorar, nunca había estado lejos de casa por tanto tiempo y aunque estaba emocionada también se me encogía el corazón de tener que dejar atrás tantas cosas, lo que me animaba a no cancelar mi misión y abandonar el avión es que de momento todo esto era algo temporal, debido a que, si al terminar mis prácticas la empresa decidía no contratarme tendría que regresar a mi pueblo (lo cual por el momento no me preocupaba tanto), en los altavoces se escucharon las indicaciones y después de unos minutos el avión emprendió el vuelo y junto con él mis ilusiones de vivir lo que tanto tiempo había estado esperando.

Traté de dormir durante el vuelo y poco antes de aterrizar un suave movimiento me despertó.
-Señorita despierte, el avión ya va a aterrizar-. Me dijo en voz baja mi compañera de asiento mientras tocaba mi hombro, una señora que por su apariencia tendría unos cuarenta y tantos.
-Gracias, que amable- le dije con tono somnoliento y desperezándome.

Media hora después me encontraba en un atiborrado aeropuerto, para ya ser agosto aún había muchas personas viajando. Miraba por todos lados buscando a la que sería mi compañera de trabajo y roomie, habíamos hablado durante un par de meses y me había enviado una foto para reconocerla:

 Miraba por todos lados buscando a la que sería mi compañera de trabajo y roomie, habíamos hablado durante un par de meses y me había enviado una foto para reconocerla:

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Liliana López, demasiado hermosa para tener 36. Al principio me costó encontrarla y es que de verdad era demasiada gente, comencé a temblar y a sentirme muy nerviosa y hasta las ganas de llorar volvieron.
Después de una búsqueda de 15 minutos por fin la vi y me acerqué casi corriendo empujando a una que otra persona.
-Hola, me da mucho gusto por fin encontrarte, me empezaba a dar un ataque de nervios- dije con la voz entrecortada y agitada. Ella me miró con una amable sonrisa y me envolvió en un abrazo, el cuál me ayudó bastante a dejar de lado la angustia.
-Tranquila, me has encontrado y disculpa que no saliera a tu encuentro, estaba esperando tu llamada o algún mensaje. Por cierto, mucho gusto- se apartó y me tendió la mano.
Le correspondí el saludo mientras mentalmente me insultaba a mí misma por haberme bloqueado y olvidar por completo que tengo un teléfono celular con el cual llamar y mensajear.
-El gusto es todo mío- sonreí y ella me regresó la sonrisa.
-Bueno es hora de irnos, tomemos todo este equipaje y llevémoslo al auto-. Me ayudó con mis maletas y salimos al estacionamiento.

Una vez fuera del aeropuerto caminamos unos cuantos metros hasta su auto:

Un jetta blanco último modelo, acomodamos las maletas en la cajuela y después nos subimos, siendo obvio ella en el asiento del conductor y yo en el de copiloto

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Un jetta blanco último modelo, acomodamos las maletas en la cajuela y después nos subimos, siendo obvio ella en el asiento del conductor y yo en el de copiloto. Abrochamos los cinturones y Liliana nos puso en marcha.
-Ok, es hora de ir a casa-. Dijo adentrándose en el camino.

Ir a casa, esa frase se repitió con eco en mi mente, acababa de llegar a la ciudad que sería mi nuevo hogar, estaba en camino a mi nueva casa. Sentía que explotaba de la emoción.

^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^
Hola de nuevo! Gracias por comenzar a leer❤️. De verdad que sus opiniones me son necesarias, aún no aparecen muchos personajes pero poco a poco.
Espero la historia esté siendo de su agrado y cualquier sugerencia que tengan será bien recibida

Amor a manos llenasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora