Veloz y fugaz

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Llegué a Monterrey poco después de las nueve de la mañana y aprovechando que el aeropuerto no estaba muy lleno me tomè mi tiempo para avisarle a Sebastiàn el pequeño cambio de planes.

LLAMADA
-¿QUE ESTÀS DÒNDE?-
-Tranquilo, serán solo un par de días, el miércoles volaré a casa-
-Se supone que de Italia volverías a casa, no a Monterrey-
-Si bueno, necesito hablar con Rodolfo para aclarar unas cosas-
-¿Él sabe que estás ahí?-
-No señor-
-¿Alguien más aparte de mí?-
-Sólo Óscar-
-¡Ay yupi!-
-No dirá nada-
-¿Qué va a pasar si te descubren?-
-Serè cuidadosa, me quedarè en un hotel lo bastante alejado tanto de la empresa como del departamento-
-Dime por favor que no te quedarás mas de lo debido-
-No puedo prometer nada-
-¡Pero pan! Tù...-
-Yo sè lo que hago, saldrá bien ¿si?-
-Por favor no dejes de avisarme cómo va todo-
-Te mantendré al tanto-
-Te quiero pan, por favor cuídate mucho-
-lo harè, te quiero màs-
FIN DE LLAMADA

Ahora lo que debía hacer era buscar un hotel, con ayuda de mi teléfono encontré uno en una muy buena ubicación, alejado de los lugares donde no debía aparecer.

Por suerte si había habitaciones disponibles y lo primero que hice al llegar fue pedir algo de comer, luego pensé en avisarle a Rodolfo pero nuevamente entraba el buzòn.

Revisè mi Instagram y me di cuenta por su historia que se encontraba en un avión de regreso a Monterrey:

Al parecer Uriel seguía en Cancùn, por lo que ir al departamento sin nadie que me recibiera sería arriesgarme a que Liliana me atrapara y aunque estaba segura de que podía hacerla mi cómplice, prefería no involucrarla

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Al parecer Uriel seguía en Cancùn, por lo que ir al departamento sin nadie que me recibiera sería arriesgarme a que Liliana me atrapara y aunque estaba segura de que podía hacerla mi cómplice, prefería no involucrarla.

Entonces se me ocurrió una brillante idea, llamé a Duilio y le pedí información muy detallada sobre a qué hora se reuniría el equipo en el barrial y a qué hora entrenarían, sus tiempos de descanso y las áreas en las que estarían.

Claro que también le pedí que no le comentara a nadie sobre mi estancia en Monterrey y aunque al principio le pareció sospechoso, después aceptó ayudarme a no ser descubierta.

Los jugadores llegarían a las 2, de 3 a 6 estarían practicando en cancha, luego tendrían media hora de descanso y para finalizar un poco de trabajo en el gimnasio.

En lo que se hacía la hora de tomar un taxi me duché y luego tomé una siesta, cuando desperté llamé a mis padres y les dije que todo marchaba muy bien y que de terminar mis pendientes estaría de regreso en casa el miércoles por la tarde.

Ahora si me estaba volviendo una experta en mentir, sólo me faltaba volverme experta en escabullirme y pasar desapercibida.

Usé ropa lo más cómoda posible, en caso de que tuviera que salir corriendo, tomé una pequeña bolsa con lo indispensable y salí camino a el barrial.

Amor a manos llenasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora