Hablemos

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P.O.V. Rodolfo
Veía como el lunes se terminaba y ni rastro de ella, le mandé varios mensajes pero no había respuesta alguna y en las llamadas entraba el buzón. Comenzaba a preocuparme y no estaba seguro de si ir a buscarla a la empresa o pedirle a Uriel que llamara a Liliana.

Pasadas las 10:00 p.m. Por fin respondió pero su mensaje era simple "mal día" y entonces me decidí a esperarla sin importar lo tarde que llegara. Poco antes de las 11:00 p.m. La vi salir del ascensor, traía las cajas de los regalos que le había mandado a su oficina, caminé hacia ella y las tomé, abrió la puerta y entramos.

Una vez que dejé las cosas la abracé y ella se soltó a llorar, la encaminé al sofá y nos sentamos, sentía cómo sollozaba y por mi mente pasaban mil ideas de la definición de su "mal día". Le tomó un largo rato calmarse y cuando me miró tenía la nariz roja y los ojos hinchados

-Perdón, qué pena que me veas así- limpiaba sus lágrimas -Es que me ganó el estrés- escondió su cara en mi pecho -perdón-

Se me partía el alma por verla así y me causaba conflicto que se disculpara tanto por llorar cuando era lo más común del mundo

-¿Quieres contarme qué pasó?- la hice mirarme

-No terminé los pendientes de hoy antes de la hora de salida y cuando Òscar fue a buscarme para traerme tuvimos una pequeña discusión y le dije que se fuera sin mí y continué trabajando pero el reloj avanzaba y me sentía presionada, encontraba fallas pero no detectaba el error y la cosa se puso peor- lloró de nuevo

-¿Quién te trajo?- pregunté preocupado de que hubiera vuelto sola

-Òscar, me espero hasta que salí de la empresa y me explicó que por eso debo respetar mis horarios y que estuve mal porque mi familia llamó preocupada- hablaba rápido y entre sollozos -sé que no es la gran cosa pero quería dejar todo listo y resultó lo contrario, además de que preocupé a mi familia y a ti también- me miró con un puchero y las lágrimas bajaban por sus mejillas

-Tranquila bonita- la abracé de nuevo -en primera no tienes por qué minimizar la situación cuando te puso así de mal y en segundo no tienes que disculparte por llorar, todos alguna vez hemos tenido días así y el llanto muchas veces es lo que ayuda a canalizar lo que sentimos- acaricié su pelo hasta que se calmó

-¿Te ha pasado?- preguntó apartándose un poco

-Si, cuando recién llegué al equipo. Mi salida de chivas fue muy polémica y me importaba mucho tener un buen nivel para ganar la titularidad así que me quedaba a entrenar más de lo debido, hasta que un día una persona me dijo que eso me estaba perjudicando-

-¿Por qué?- me miraba con atención

-Porque me estaba desgastando y además me arriesgaba a sufrir una lesión, me explicó que por eso se tiene un horario de entrenamiento y que lo mejor que podía hacer para que yo alcanzara mi máximo nivel era respetarlo- Entonces una sonrisa débil apareció en su rostro

-Cuando veníamos de regreso Òscar mencionó algo "si las reglas existen son para cuidar tu integridad"-

-Así es, es por eso que debemos aprovechar el tiempo que tenemos para descansar y así cuando estemos en horario de obligaciones vamos a tener la mejor actitud- quité un mechón de pelo de su cara -sé que quieres hacer las cosas bien, pero seguir las reglas es parte de ello-

-Créeme que aprendí la lección, gracias por haber esperado a que llegara y gracias también por escucharme- le sonreí y ella me besó.

Fue un beso lento pero apasionado, poco a poco fue subiendo de nivel, sentía sus manos en mi cabello mientras se recostaba en el sofá y me hacía bajar con ella, la seguí y me coloqué entre sus piernas, con una mano acariciaba su rostro y con la otra sostenía mi cuerpo para no aplastarla y cuando mi mano estaba bajando de su rostro a su pierna sentí como se tensó y la preocupación llenó su rostro, me detuve y poco a poco me aparté de ella y la ayudé a sentarse

Amor a manos llenasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora