Pausa

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Pocas veces en la vida había sentido un dolor así, un dolor punzante que se extiende poco a poco hasta que te invade por completo y te convierte en la peor versión de ti.

Antes, cuando lo sentí, mi peor versión era la chica débil y frágil que se volvía altamente vulnerable y se derrumbaba por cualquier motivo, sin embargo esta vez no sería así, había aprendido la lección.

El miércoles al medio día tuve que ir a el barrial para aclarar unos asuntos con Duilio, mi esperanza era ya no toparme con él, no después de que desperté en la mansión Leone sin él a mi lado.

No había una nota o un mensaje, absolutamente nada, ni siquiera Òscar se dio cuenta de cuándo Rodolfo se fue. Entonces entendí que era su decisión no darnos un adiós.

Y aunque era obvio que no íbamos a continuar, eso no lo hacía menos doloroso, me sentía bien por él y por su decisión y esperaba que lo que habíamos hablado esa noche le hubiera ayudado un poco.

Después de atender los pendientes con Duilio me tomé la libertad de caminar por las instalaciones, hacía frío y el cielo estaba nublado.

En un camino que no había seguido nunca y que tomé para alejarme de todos, me encontré con Rodolfo, estaba tomando una foto.

-La última y nos vamos- dije tratando de sonar neutral y enseguida se giró a mirarme

-Mi amor- me iba a abrazar pero se contuvo -¿viniste a ver a Duilio?- asentí

-De hecho ya me voy, es sólo que nunca había tomado este camino y quise saber a dónde llegaba- sonreímos por la ironía de la situación

-Hoy será un día ocupado- dijo apenado -me gustaría que nos viéramos antes de que me fuera- no me miró cuando lo dijo

-Está bien- me acerqué con cuidado y lo hice mirarme -Te amo, bombón- le sonreí y sin pensarlo me besó

Tomó mi rostro y me besó apasionadamente, sin poder resistirme me aferré a él y colaboré para darle un ritmo más lento al beso, quería memorizar sus labios, su sabor, su manera de guiarme, su esencia, el cómo sus brazos hacían el espacio perfecto para mí, su perfume, sus manos acariciando mi rostro para después aferrarse a mi cintura.

-Tengo que irme- dije después de varios minutos -Manolo no está y yo estoy cubriendo sus compromisos- nos mirábamos recuperando el aire

-Está bien- asintió -iré a tu departamento esta noche- asentí y besó mi frente -también te amo- me abrazó con fuerza y después nos separamos

Yo continué caminando hasta que llegué al estacionamiento, como no quería depender al cien por ciento de Óscar, estaba usando el auto de Liliana.

De camino a las otras reuniones pude ver la historia de Rodolfo:

De camino a las otras reuniones pude ver la historia de Rodolfo:

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Amor a manos llenasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora