Capítulo V

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A. J. Phoenix

Martina Ducati esperaba en su escritorio, habían pasado más de tres semanas desde que había visto a su estrella favorita. Pero a los pocos días de haberlo visto un abogado había traído un documento cerrado. Phoenix pedía el cierre del contrato entre él y la agencia que ella representaba. Sus esperanzas de recobrar al chico habían caído por el suelo. Decidió jugársela por ultima vez y le dijo al abogado que ella quería hablar con Phoenix personalmente primero.

El abogado respondió que no dependía del él, pasaría su solicitud al demandante, pero que el cierre del contrato seguiría, quisiera ella o no; el representante artístico del señor A. J. Phoenix no había cumplido varios de los artículos del contrato firmado y por tanto se podía solicitar el cierre del contrato ante un juez, y que este se lo otorgaría al demandante sin mayores trabas en pocas semanas.

Martina sabía que tenía razón, en estos seis meses había perdido a todos los representados, y ella no estaba en capacidad de costear un nuevo juicio, tenía ahora todos sus recursos en la demanda contra el periódico; incluso tuvo que obligar a su secretaria de toda la vida a tomar vacaciones pendientes, y sin darle mucha esperanza de volver a contratarla al regreso de las mismas, al no tener más entradas con que costear la oficina.

Esa mañana ella había vuelto a las oficinas de 'La Gaceta de Alba', y preguntó como si no quiere la cosa por el viejo bedel a un par de conocidos de confianza. Sólo supo que el hombre se había retirado alegando motivos de salud. Sus amigos le hicieron el favor en personal y obtuvo la dirección del hombre; tras conseguirla fue al sitio; era un solar vacío que estaba a la venta; y el teléfono que aparecía en la oficina de personal ya no estaba en uso ese número, según la telefónica.

Había desaparecido de nuevo.

Miró la hora en su reloj de pulsera por millonésima vez; sus esperanzas de volver a ver a Phoenix se iban otra vez al suelo. Volvió a mirar la pantalla del computador de mesa que tenía sobre el viejo escritorio. Y repasaba el mensaje que había entrado a su correo electrónico hacia dos días atrás.

Te veré el viernes a las 3:00 pm, espero no arrepentirme antes

A.J.P.

Ya eran casi las cinco, y definitivamente se había arrepentido. Bien ya no podía hacer más nada. Abrió la gaveta lateral del escritorio y sacó su pesada cartera. Se estaba levantando cuando siente que se abre la puerta exterior del despacho. Escuchó unos pasos avanzar dentro. Se sentó y trató de tranquilizar su acelerado corazón. Unos golpes sonaron en su puerta.

—Pasa, —pudo decir tratando de estar más calmada de lo que realmente se sentía.

La puerta se abrió y en el marco un hombre joven, pelo negro muy largo; barba de algunos días, anteojos grandes oscuros de marca; llevaba una camiseta negra, sin mangas, y unos pantalones negros gastados con varios agujeros que mostraban las rodillas y parches de la piel de las piernas. Cadenas gruesas hacían la veces de cinturón, y un collar de perro en el cuello completaban el atuendo. Los brazos y el torso visible estaban cubierto de tatuajes satánicos hacían que la presencia en frente de Martina fuera más la de un seguidor de los Ángeles del Infierno que la del guapo actor que ella había representado hacía casi ocho meses atrás. Pero ella lo reconoció, así como lo había reconocido disfrazado de viejo semanas antes en aquella sala de prensa.

—Por favor dime que son falsos, —dijo la mujer.

El hombre sonrió.

—Que más quisieras que fueran de verdad.

—Ya me iba, —dijo la mujer.

—Lo se, no pensaba entrar, espere todo este tiempo afuera, quería verte salir, agarrarte, y darte un susto de muerte, —dijo el hombre en broma.

Sólo Negocios - Serie: Agencia Matrimonial - 02Donde viven las historias. Descúbrelo ahora