Claude
Olga miró como Paúl salía de la ducha, después de varias semanas separados, ella escondida protegiendo a Helga de los coletazos provocados por Ariel y su 'locura', como ella denominaba todo esto que hacía el esposo de Claude; al fin en casa y en la rutina familiar.
Paúl terminaba de secarse y se aproximaba con una gran sonrisa en la cara. Su pene erecto le indicaba a la mujer que el hombre pretendía recuperar el tiempo perdido y con creces. Ella sonrió, también lo extrañaba. Paúl era el único hombre con quien se podía conectar; después de años de prostitución forzada, el contacto sexual para Olga era casi desagradable, molesto, podría vivir el resto de sus días sin tocar a nadie más en su vida y no extrañarlo para nada. Esas eran todavía las consecuencia de esa experiencia; una chica de pueblo, engañada en que iba a ir como esposa de un buen hombre en la ciudad y el resultado fue terminar como esclava sexual atrapada por una bratva y sus tantos tentáculos.
—¿Cuándo vas de liberar a Claude?, —preguntó la mujer al marido cuando este se subió sobre ella y la empezaba a cubrir de besos.
—Es libre de irse cuando quiera, tú lo sabes, —respondió el hombre bajando a uno de los senos de la mujer y empezando a lamer la aureola.
—¿Y por qué siento que eso no es así?, —insistió Olga.
Paúl se separó y se puso al lado de Olga, miró a la mujer unos instantes, era como si con la mirada preguntara «¿Por qué ahora y en este momento ese tema».
Ella entendió la mirada y no dijo más, era momento para otra cosa. Sonrió, tenía que hacerlo, no pretendía que el hombre saliera hecho una furia de cuarto, por la insistencia de ese tema. Sin decir más ella bajo hasta la erección de Paul y empezó a lamerla, había sido entrenada en esas artes a la fuerza y sabía como complacer a un hombre. Momentos después Paúl alejaba su boca de aquella erección, él quería algo más que una buena mamada. Ella sonrió y montó sobre las piernas, iba a cabalgarlo; ella iba a estar al mando esa noche; no le iba a permitir a él estar arriba bajo ninguna forma; así lo iba a torturar por las siguientes dos horas, hasta que suplicara que le dejara correrse; sólo después de eso lo soltaría; sabiendo que tras esa faena la dejaría en paz el resto de la noche.
Era domingo en la mañana cuando Claude entró a la casa de Olga y Paúl. Encontró a la pareja en la cocina, Olga preparaba un pan de miel mientras Helga devoraba algunas pastilás recién horneadas. Al ver llegar al hombre, incluso bajo esa peluca oscura y piel ennegrecida por algún maquillaje, corrió a saludar al tío putativo.
—¡Tío Claude!, —grito la niña brincando de la mesa.
—Hola iyubov, —respondió Claude mientras la pequeña lo abrazaba por las piernas. —Mira lo que te compre, —completó el hombre pasándole una bolsa fina de papel.
La niña abrió la bolsa y sonrió encantada; dentro una serie de libros de cuentos infantiles; la pequeña agradeció el regalo y, tras mostrárselo a sus padres, corrió a la mesa para empezar a leerlos, eso mientras seguía devorando las pequeñas pastilás.
—Pudiste escapar del loco, —dijo Paúl divertido.
—No está loco, —sonrió Claude. —Sólo orate, —completó con una sonrisa.
—¿Sabes que estás aquí?, —preguntó Olga algo preocupada.
—Le deje un mensaje en la mesa, necesitaba salir o iba a cometer homicidio.
—¿Tan mal está?, —insistió Olga.
—Él no, él sabe lo que hace, supongo; pero yo no hago nada y eso enloquece; ¿sabías que el encierro es una forma de tortura?
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Sólo Negocios - Serie: Agencia Matrimonial - 02
RandomA. J. Phoenix es un actor en el tope de la popularidad, pero en una entrevista insulta sin querer a la sociedad LGBT+; para demostrar que no está en contra de ellos decide realizar una boda gay. Claude Chertov es un inmigrante que llegó como refugia...