Sólo Negocios - Serie: Agencia Matrimonial - 02

Capítulo XXXII

Claude

[Diez años atrás]

—¿Entiende lo que tiene que hacer?, —le dice aquel fulano.

Sí, asiente Paúl. Quien entraba en el escenario y empezaba a quitarse la ropa; qué tanta explicación puede darse para follar a una mujer. Era absurdo, total a él no lo iban a enfocar, al menos no su cara; las cámaras estaban pendiente era del rostro de la chica abajo y de su sexo siendo penetrado por su pene. A lo sumo algunas tomas amplias donde se los veía a ambos, y él descendía y besaba a la chica de turno.

Así había sido esa semana de 'Gira por Europa'.

Cuando le dijeron que iba a poder volver al viejo continente no se lo creía. Menos en plan de actor pornográfico y follando a cuanta chica local hubiera en las distintas escalas de aquella 'gira'. Había estado en Europa antes, un año antes para ser exactos, pero entonces tenía un trabajo y una apariencia totalmente distinta. En esa oportunidad formaba parte de las 'Fuerzas de Paz' que enviaban las Naciones Unidas, su misión era intercambio y entrenamiento. Las escalas Alemania, Francia, Reino Unido y Rusia. De todas fue en Rusia donde las cosas se fueron un poco fuera del control. Total, en el escuadrón eran todos chicos jóvenes y fogosos. En un fin de semana libre para que hicieran turismo, él y otros cuatro llegaron a la frontera con Ucrania. Iban a una casa de citas. Como supieron del lugar, él no lo sabía, ni quién les dijo. Supuso que alguno de los compañeros supo por algún 'colega local'.

Eran un bar grande, se podía pasar sin mucho drama simplemente en el salón principal, en alguna de las mesas bebiendo y charlando; podías ver los televisores colocados en las distintas paredes y disfrutar de algún partido, carreras (se hacían apuestas); o jugar algo de cartas entre amigos. Otros se entretenían bailando, chicas pasaban llevando bebidas y estimulando el ambiente, o acompañando si se necesitaba pareja en la pista de baile; y cuando la cosa se ponía buena, entonces con algo de disimulo 'escoltaban' a algunas de las muchachas para pasar un rato más intimo en privado en los pisos superiores y en sus dormitorios. Claro que siempre habían las felicitaciones y gritos al regresar a donde los demás esperaban.

Él ahí la conoció. Era una chica hermosa, tan blanca como la nieve, ojos azul oscuro, pelo casi negro, liso y corto; mirada algo triste. Esa noche hicieron el amor; no fue sólo sexo para él, y sintió que para ella tampoco. Él volvió cada fin de semana que tuvo libre esos dos meses que permaneció en Rusia. Cuando su estadía terminaba, él, en un ruso mal hablado y apenas digerido, le pidió que lo acompañara. Es cuando ella le explicó que estaba atrapada en ese lugar, que no podía salir, si lo intentaba la mataban a poco de salir. La noche siguiente él regresó y le regaló un teléfono básico con cargador. Él le indicó que lo usara sólo para mensajes por correo electrónico, él le abrió uno y por ahí se comunicarían; que no abriera nada más, que no lo usara para nada más. Que él le enviaría mensajes por las noches, y cuando ella le dijera que si, él regresaría como fuera a buscarla. Ella aceptó, incluso con el riesgo de ser descubierta con aquel objeto.

Desde entonces, una a dos veces por semana, se enviaban algún mensaje; y se mantenían en contacto. Eso hasta hace justo una semana atrás que le llegó un mensaje. «Ven a buscarme, me siguen y estoy oculta», y es cuando él partió. Pero no podía entrar de nuevo a Rusia, al menos no como militar, y necesitaba una visa para entrar; fue cuando vio la oportunidad, alguien le indicó que necesitaba un 'espía', por decirlo simple; 'mercenario', era la palabra correcta, 'francotirador', la apropiada. Pero la fachada para entrar no era sencilla, más que pasar desapercibido, iba a ser muy visible, casi como estrella de cine. Él no entendió el asunto, pero le urgía regresar. Cuando se enteró de que papel iba a representar, sintió que se le hundía el piso. Le dieron unos minutos para pensarlo. Él miró su teléfono y el mensaje; y sólo dijo: "Acepto".