Capítulo XXVIII

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Claude

—Amor pasa algo, ya llevas casi una hora en el baño, —reclamaba Olga desde la cama del dormitorio.

—¡Ya salgo!, —grito Paúl.

—No entiendo esa manía que has agarrado de ponerte con la tablet en el baño; ese no es cuarto de lectura, —gritó la mujer.

—¡Ya salgo maldición!, —repitió Paúl.

—No es para que te enfades cariño, es un decir; —respondió Olga. Unos minutos después el hombre salía, iba con la cara molesta. —¿Pudiste amor?, —preguntó la mujer con lentes de lectura mientras seguía leyendo y subrayando con un marcador fluorescente algunas partes de aquella lectura.

—No, no pude, —terminó por señalar el marido mientras entraba en la cama molesto.

—Mañana cuando vaya al super te compró esos cereales de fibra, y traigo más fruta.

El marido giró los ojos, no era fibra lo que le estaba faltando.

Paúl, ya acostado en la cama, agarró y trataba de leer una revista, pero no podía. A su lado Olga leía sin problemas aquel libro de historia mundial mientras marcaba algunos párrafos. Él estaba molesto, ya ni siquiera dejaba los libros escolares en la mesa de comedor, ahora ocupaban espacio en la mesita de noche en el lado de ella de la cama.

—¿Tienes algo cariño?, —dijo ella volteando la vista y bajándose los lentes para leer.

—No, nada amor, —él trato de evitar la conversación, sabía para si mismo que ponerse a ventilar sus miserias en ese instante con Olga sólo significaba que terminarían peleando, y eso implicaba que su oportunidad de sexo algún día de la semana se iba a ir para el carajo, otra vez.

—Deberías volver a salir con Claude, esa salida a la cabaña de cacería te dejo de buen humor, quizás el otro fin de semana, y podrías organizar una excursión con el resto de los chicos.

—Si, seguro, nos las pasamos genial Claude y yo, mira primero hicimos tiro al blanco todo el día y en la noche, tras bañarnos y comer, practicamos unas llaves de defensa personal; es un niñata tu hermano, tras dejarlo en el piso por castigo me lo follé por el culo, —completo el hombre.

—No le habrás hecho daño con alguna de esas llaves de lucha; —dijo la mujer preocupada ahora y entendiendo que esa era posiblemente la causa por la que Claude no había venido en toda la semana.

—¿Escuchaste lo que dije?, —insistió Paúl.

—Te escuche amor, dispararon los rifles toda la tarde, y en la noche le enseñaste algo de defensa personal.

—¡Lo otro!, —volvió a insistir Paúl.

La mujer dejó el libro que estaba leyendo en el regazo, se quitó los lentes y miro seria al marido al lado. Luego agarró una de sus manos y giró el rostro del hombre hacia el frente, ella le beso la mejilla y con un susurro le dijo al oído al marido.

—Deja de decir dobles sentidos amor, hay dos cosas que se de ti y que puedo jurar ante a Biblia y con la mano en el corazón.

El hombre algo asustado giró su rostro a la mujer y preguntó.

—¿Y se puede saber cuáles son esas verdades?

—Primero, nunca te has acostado con un chico, ni cuando trabajabas en el porno hiciste un trío con otro sujeto.

—¡Aja!, —respondió molesto el hombre. —¿Y la segunda?

—Después de casados no te has acostado con ninguna otra mujer tampoco, y eso que te la pasas toda la semana en el trabajo grabando coños y culos, —completó la mujer, quien le dio otro beso en la mejilla al esposo y volvió a su lectura. —Ahora, se buen niño, dejas las niñadas que pasado mañana tengo examen y estoy adelantando lo que pueda.

Sólo Negocios - Serie: Agencia Matrimonial - 02Donde viven las historias. Descúbrelo ahora