A. J. Phoenix
Había sido una semana extraña, menos mal que hoy era viernes, lo que implicaba que la mayoría de los inquilinos, por no decir todos se marcharían y no volverían hasta el lunes siguiente. Había empezado con la llegada del nuevo conserje, luego el martes Luisa se había presentado con su 'sobrino nieto'. Ella sabía que la mujer mentía, que no le quedaba familia viva cuando empezó a trabajar con ella; y esa en parte era una de las razones para trabajar a esa edad tan avanzada.
Y Luisa traía a aquel niño con una idea, el chico había trabajado en la Oficina de Migración y Extranjería de la ciudad. Como ciudad portuaria, San Alba era un sitio de entrada y salida de mucha población; unos se venían a establecer, otros por negocios, y otros de paso para ir a otras ciudades más al interior del estado. La idea era abrir una oficina de asesoría en estos asuntos; ayudar a las personas a llenar las carpetas y reunir los recaudos, a modo de que cuando fueran a la Oficia simplemente fuera sólo entregar los documentos y no tener que ir una y otra vez porque le piden esto o aquello otro, y nunca te dicen que más falta.
Había que reinventarse, pensó Martina, si la idea de este chiquillo funcionaba luego podría alquilar uno de los locales que siempre estaban libres en el piso. Para ella implicaba trabajo, como abogado podía ayudar cuando los asuntos requirieran asesoría legal; lo cual era casi para todos los casos. Para el miércoles estaba publicado en los diarios locales una nota de prensa con los servicios prestados. Nadie vino ese día. El jueves llegó una mujer, pero fue más consulta que trabajo, no se le podía cobrar por simplemente preguntar cuanto era la tarifa. Ese viernes la mujer volvió, e iba acompañada de otras más, al parecer tenía varias amigas en situaciones similares; la cosa estaba avanzando; eso le alegró el día.
Eran casi las cinco de la tarde y ya hacía dos horas que Luisa y el 'sobrino nieto' habían salido. El horario de esta nueva empresa era de nueve de la mañana hasta las tres de la tarde, corrido. Iba a descender por las escaleras cuando mira al doctor Morales mirando por el ventanal en el descanso de las escaleras, el hombre con los brazos cruzados en la espalda observaba lo que ocurría abajo en el patio trasero del edificio. Martina se acercó y lo saludo, él hombre respondió el saludo con un ligero gruñido.
Martina conocía el carácter del viejo picapleitos, viudo hacía más de una década, el hombre completó su falta de familia con su dedicación a la labor en su la oficina; los hijos del abogado habían emigrado a la capital; y el hombre a modo de no pensar se lleno de trabajo; pese a estar ya jubilado seguía laborando en aquella oficina. Atendía casos simples, cuestiones comerciales, elaboraba contratos de arriendo, de apertura de micro-empresas, asesoraba en la repartición de bienes en divorcios y cierres de negocios; lo único que no hacia eran asuntos vinculados a juicios por delitos de cualquier naturaleza, o reclamos por seguros. Al igual que Luisa, aquel anciano vivía a unas pocas cuadras del lugar. Una vez Martina le pregunto si tenía compañía en su morada, ya sea un ama de llaves, o alguna mascota. «Sólo mis peces dorados», había respondido el hombre, quien tenía un acuario aquí en la oficina (en lugar de un televisor como el resto de los inquilinos), y otro más grande en su residencia.
Martina se acerco más al ventanal y miró lo que contemplaba el anciano abogado. Allá abajo estaba el nuevo conserje; el chico había pasado toda la semana limpiando aquel espacio, que ya parecía deposito de latonero. Había vaciado el lugar de todos los cachivaches en el sitio y despejado el área completamente, y era extraño poder volver a ver aquel piso de cemento. La parte posterior del edificio, y de todos los edificios del lugar, daba a un callejón de servicio. Los edificios al otro lado del callejón hacían igual, apuntaban sus patios traseros a esa calle de no más de cuatro metros y por la cual circulaban únicamente vehículos de carga que descargaban mercancía a los locales de los distintos inmuebles, o aquellos carros particulares que estacionaban en los garajes posteriores de aquellas construcciones.
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Sólo Negocios - Serie: Agencia Matrimonial - 02
De TodoA. J. Phoenix es un actor en el tope de la popularidad, pero en una entrevista insulta sin querer a la sociedad LGBT+; para demostrar que no está en contra de ellos decide realizar una boda gay. Claude Chertov es un inmigrante que llegó como refugia...