Capítulo XXXV

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A. J. Phoenix

La vieja Luisa se sentía viva de nuevo, la consultoría de Tomás tenía dos semanas de abrir y el flujo de personas iba en aumento; estaba contenta, y ella tenía un trabajo con público, uno donde podía hablar con la gente y uno que empezaba a dar frutos. Martina también se empezaba a sentir mejor, aquel flujo de personas entrando y saliendo, dando vida al espacio había acallado un poco las criticas de los vecinos. Tomás había estado ausente esos días, la 'muerte de un familiar', se había justificado; y Martina había tenido que atender la mayoría de los casos; ya empezaba a estar familiarizada con el tema, mientras que Luisa era una experta en eso de revisar los recaudos. Luisa se justificaba que ella trabajó por años como secretaria en una escuela y era parte del trabajo recibir y catalogar los documentos que daban y se entregaban a los padres; además, todo está en la lista, decía mostrando una carpeta donde estaban las notas sobre que se requería para tal o cual tramite; cualquier duda y llamaba a Tomás.

Si bien Martina era abogado, no podía atender todos los casos que se presentaban, así que empezó a enviar algunos, aquellos que requerían la elaboración de escritos más detallados a su vecino. El viejo Morales también se sintió agradecido por el nuevo flujo de clientes; ya estaba más acostumbrado a atender a antiguos conocidos que lo usaban más por costumbre que por necesidad, y esa actividad era lo que lo mantenía con vida, decía él.

Un hombre mayor se presentó por la puerta, Luisa no lo conocía, pero cuando el sujeto se presento oficialmente, ella supo que no venía por algún documento, sino a hablar con su amiga.

—Te busca afuera el señor Simón Gómez, —dijo la anciana.

—Hazlo pasar, —dijo presurosa Martina.

El hombre mayor entró. Martina se levanto y fue a la cafetera por algo de café que servir al invitado.

—Veo que tienes trabajo nuevamente, —dijo el hombre sonriendo.

—Tuve que volver a inventarme, y ¿a qué debo el honor de tu visita?

—Necesito hablar con Phoenix, en persona, —dijo el hombre tras sentarse en la silla frente al escritorio de Martina y agradecer la taza de café que esta le pasaba.

—A mi no me habla, no puedo ayudarte, —dijo Martina.

—Pero eres su representante, —insistió el hombre.

—¿Por qué no lo buscas en su estudio en el centro?

—Ya lo he intentado, una sola vez me abrió ese marido suyo y me dijo muy cortés que me largara, que Phoenix no me iba a atender en persona, ya que para esos estaban los abogados, y hacerlo pondría en entredicho su demanda; insistí tres veces más pero nada, las otras veces ni siquiera me abrieron, y se que había alguien dentro, pero nada.

—¿Y crees que a mi me va a hacer caso?, eso me acuerda que yo también tengo una demanda contra tu diario, no crees también ahora que estamos hablando de que hay un conflicto de intereses con esta charla.

—Pero estoy seguro que tú y yo podemos llegar a algún acuerdo; pero la demanda de Phoenix implica el cierre del diario, hablamos de dejar sin empleo a más de treinta personas.

—¿Sólo treinta, no tenías una nomina de más de cien personas?

—Bien, tenía que intentarlo; la próxima semana desaparece el diario, trataremos de aguantar como semanario, pero casi puedo decir que es el cierre; gracias por todo Martina; —dijo el hombre levantándose de la silla y caminando a la puerta.

Un teléfono sonó, dos realmente al mismo tiempo, el celular de Gómez y el teléfono en el escritorio de Martina. El hombre miró el número en la pantalla, «desconocido», marcaba; la mujer simplemente esperó a que la llamada pasara a Luisa y esta lo agarrara afuera.

Sólo Negocios - Serie: Agencia Matrimonial - 02Donde viven las historias. Descúbrelo ahora