Capítulo III

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A. J. Phoenix

A. J. se había mudado en secreto desde que descubrió que el propio portero lo había estado delatando y vendiendo, ahí decidió que no podía confiar en nadie cercano, no volvió más al apartamento en el centro. Incluso dejó de hablar con su madre, asumiendo que su teléfono estuviera intervenido; le envió un regalo por correo a su progenitora, le dijo que iba a hacerle caso y que estaría fuera por un tiempo, que él la llamaría. Una empresa de mudanzas había trasladado todas sus pertenencias personales a un deposito en otra ciudad y había alquilado su apartamento en el centro a una agencia de viajes para turistas que venían a la ciudad por algunos días; la renta que obtenía por este alquiler era más del triple de lo que pagaba donde ahora estaba.

Usando un nombre falso, no el verdadero y menos el artístico, había alquilado un apartamento estudio en una zona residencial más barata fuera del centro de la ciudad de San Alba. Perdía no estar cerca de los bares, restaurantes y teatros de importancia, pero eso no era lo importante ahora, bastaba con un pequeño centro comercial en la esquina donde residía y con una feria de comida dentro, la renta de su apartamento en el centro eran ahora suficiente para vivir sin necesidad de tocar sus otros ingresos, pero esos no eran sus planes.

Necesitaba más equipo de maquillaje, ya que no podía volver a recoger nada de sus cosas, compró primero algunas cosas en el extranjero, vía On-Line. Con todos en su contra seguro alguien comentaría, necesitaría varios disfraces, si pretendía escapar de la vista de los 'pajaritos' de la víbora desgraciada. Luego ya disfrazado había hecho un par de viajes a Ciudad Central y había logrado aprovisionarse de lentes de colores, de más pelucas y barbas falsas; entre ellas unas de gris anciano, los ojos eran ahora de color marrón oscuro y sin brillo, usando maquillaje mantuvo su piel pálida, remarcó arrugas y se pintó varias manchas de la edad en la piel del rostro y manos; todo para dar una apariencia mucho mayor que la real, se inventó una barriga falsa y se puso lentes. Ahora se veía como un hombre con sobrepeso de unos cincuenta y tantos años, nadie parecía asociarlo con aquel hombre joven rubio ojos azules de piel dorada y musculatura perfecta que hasta hacia unos meses llenaba portadas de revistas y periódicos.

Así disfrazado de viejo había conseguido empleo de bedel y había entrado al periódico 'La Gaceta de Alba'; iba hacer lo mismo que la mujer le hizo a él, espiarla. En las noches, tras salir todos, mientras limpiaba las oficinas, puso micrófonos y cámaras en todos los espacios, desde el escritorio de la mujer, hasta el cubículo del jefe de redacción y prensa. Su experiencia en una tienda de venta de equipos de seguridad, lugar donde trabajó a medio tiempo para así poderse costear sus estudios en la universidad, le estaba resultando en estos momentos muy útil. No podría usar esas grabaciones en un juicio, ya que era algo ilegal, pero podría escuchar y controlar los movimientos de la arpía.

Ahora seguía de cerca las columnas de la Morrisón; habían pasado más de cuatro meses de descubrir que ella era quien lo seguía hundiendo ante todos y aún le faltaba saber la razón de ello. Tomo nota de a quienes llamaba, a quienes preguntaba por él y la lista vaya que era larga, estaban no sólo el viejo Juan y la vieja chismosa del sexto piso, habían además de varios vecinos, por no decir todos; un vendedor de perros calientes en la calle abajo y por la dirección pudo descubrir a un par de inquilinos en el edificio al frente de su apartamento en el centro. Supo que Clara y Rosa, las 'amigas queridas' con las que su madre jugaba cartas en la residencia que él le había comprado también entraban en la red de la mujer. Lo único que no lograba descubrir era la razón del odio que esta mujer parecía tenerle y por qué se había ensañado tanto con él.

Pronto su desaparición ante todos realmente había vuelto loca a la mujer; tanto así que incluso la desgraciada había sugerido en una de sus columnas que necesitaba nuevos pajaritos que supieran algo del 'Odia-gays'. Bien pronto dejaría caer una bomba tal que la desgraciada no sabría como actuar, pero aún faltaban unos detalles por resolver.

Sólo Negocios - Serie: Agencia Matrimonial - 02Donde viven las historias. Descúbrelo ahora