Capítulo XX

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Claude

El Inspector Charles Álvarez terminaba de sacar sus cosas personales del escritorio de su oficina; un par de oficiales en la puerta esperaban y vigilaban con cara de pocos amigos. No había mucho que retirar realmente; salvo por el membrete con su nombre sobre el escritorio, y que ahora no servía de mucho; un par de diplomas por años de servicios colgados en la pared; una foto del perro y la taza de café no había nada más que pudiera agarrar. Útil hubiera sido al menos largarse con la grapadora y la abre huecos, pero eso era inventario de la oficina; tampoco podía retirar el computador de mesa con que trabajaba, así como los distintos dispositivos de almacenamiento digital que dispusiera para su uso; incluso alegando que eran personales; todo eso iba a ser retenido por la fiscalía hasta nuevo aviso.

El viejo Álvarez ya había previsto tal eventualidad, y cuando un par de 'amigos' le confirmaron el dato de que iba a ser removido temporalmente de su cargo y sin goce de sueldo, eso hasta que se terminara la investigación en su contra sobre la corrupción dentro de las oficinas de migración y extranjería. Ahí había borrado todo lo que no fueran 'asuntos oficiales'. Las fotos e imágenes censuradas que había bajado de la red usando el internet de la oficina y el historial de descargas lo había borrado usando un par de programas descargados que hacían irrecuperable cualquier información simplemente limpiada de la papelera, al menos eso decían aquellos programas que eso era lo que hacían; paso lo que pudo por correo a una cuenta no oficial, y elimino todos los contactos del mismo, menos los de uso de la oficina. Salvo por esos detallitos sucios, todo lo demás era oficial y no había nada raro en los mismos; eso si, escaneó toda la información y lo que consiguió sobre aquel pervertido del tal Claude Chertov, y eso se lo llevó grabado y fotocopiado días antes de que por la puerta se aparecieran aquellos oficiales.

Salió sin mirar a nadie, sabía que todos ahí estaban pendientes de él; pero él regresaría, y ellos ya verían; estaba seguro que no había nada de que pudieran acusarlo o inculparlo, salvo rumores, chismes, y gente que quería enredarlo o culparlo por simplemente aplicar la ley; no había pruebas de que cobrara bajo cuerda (siempre lo hizo en efectivo o en 'especias', nunca con depósitos a alguna cuenta personal en algún banco, aquí o afuera), vivía modestamente; no hacía ostentación de dinero, de gastos más allá de su sueldo, o similares; cuando habló con el abogado por su caso esas fueron las cosas que el letrado le preguntó o avisó que serían revisadas por la fiscalía.

Tras llegar a la calle y alcanzar su viejo carro, abrió el capó y lanzó la caja dentro con rabia; las cosas se desperdigaron y la taza de café se reventó con el golpe; no le importó, no había en todo ello nada de valor real para él; ni siquiera la foto del perro; ya que era recortada de una revista y enmarcada, la tenía simplemente para dar la apariencia de ser agradable con el público, quienes al ver la foto de aquel cachorro le preguntaban por el mismo; y él se inventaba algún cuento sobre tal o cual travesura hacia el chucho en su casa.

Entró en el vehículo y arrancó, no iba a volver a la casa, no aún; una vieja casa de madera que fue herencia de su familia y que salvo por una mano de pintura exterior cada cuatro a cinco años y mandar a podar el césped una vez al mes (ambas cosas para que no reclamaran los vecinos), no le había hecho ningún arreglo por dentro; lugar que aún tenía la apariencia de hacía más de cincuenta años, incluidos los cachivaches, muebles y electrodomésticos.

Tras una hora de dar vueltas con el carro entró en aquel centro comercial, esos macro centros con miles de tiendas de toda mierda, bueno tenía que hacer algo de tiempo, era temprano todavía. Caminó por el sitio por casi dos horas, entró en un par de tiendas de ropa, se probo algunas camisas; no compro nada; en la librería se entretuvo otro tanto; ahí si compró un par de novelas tapa blanda; y finalmente al confirmar la hora se dirigió a la feria de comida y se sentó en una de aquellas mesas de uno de los restaurantes abiertos a los pasillos del centro comercial. Tras esperar al camarero y hacer su pedido; ya estaba bebiendo un vaso de cerveza cuando otro sujeto se le sienta al frente.

Sólo Negocios - Serie: Agencia Matrimonial - 02Donde viven las historias. Descúbrelo ahora