La muerte blanca

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Me pongo rápidamente mis zapatos y la única blusa que tengo de manga larga, fuera de eso, mi vestimenta se complementa con unos pants grises.


La puerta se abre y Yelena da la indicación de que estará a cargo de mí y que no nos interrumpan para nada, que volvemos como en 20 minutos. Esta es mi oportunidad, la sigo por una serie de pasillos, veo algunas puertas, pero sigo sin saber para que son, subimos pisos y el color de todo el lugar se comparte con el negro y el metálico. Llegamos a una puerta enorme de metal que al abrirse, parece llegar a otra dimensión; lo que hay después parece ser una casa normal, una cabaña adorable pero apagada, como si estuviese abandonada. La puerta de metal desaparece cuando un librero se cierra, camuflajeandola. Puedo sentir el frío calando en mis huesos dentro de la cabaña y cuando salimos, tengo un choque total.


Mis emociones, mis neuronas, pensamientos, sentimientos, etc, chocan con el frío de menos 30 grados que me quiere quitar el cuerpo, pero del cual entrené por años y mi instinto guardado hace efecto para preservarme a pesar de la helada. Estoy emocionada, en shock, asustada; sigo a Yelena unos metros fuera de la cabaña y me encuentro con la nada, todo es blanco, cubierto de nieve, parece ser un claro y debemos estar algo lejos de la civilización pues no se ve ni se escucha algo de ella, pero por el gran servicio de electricidad, estoy segura que no debe de estar a muchas horas alguna ciudad mediana o grande.


Yelena se da la vuelta y quedamos frente a frente, diviso que dos guardias aparecen detrás de mi, cerca de la cabaña, pero Yelena les informa lo mismo que al de abajo y como ella es la segunda al mando, le hacen caso. Deduzco que no hay más guardias afuera y la adrenalina corre por mi torrente sanguíneo.


-Bien, hagámoslo como fuimos criadas a hacer las cosas, entonces esto se hará bien, limpio y equitativo.


Ya deducía yo que eso llevaba a un combate cerca de la muerte, por lo que me fui preparando. Mi cuerpo quería quedarse paralizado debido a la poca ropa que llevo en comparación al clima de muerte, pero hago mi mayor esfuerzo físico por descongelar mis articulaciones y me muevo de poco a poco.


-... no vamos a pelear a muerte, pero ya sabes, quien logre noquear a la otra primero, gana -continua mi compañera- si me demuestras que eres digna de venir a recuperar lo que dejaste y ahora me pertenece, tendrás mi apoyo y me respeto completo, pero si yo gano, creo que no es necesario decir quién será la perra eterna de la otra.


Ah, la vieja escuela. Asentí y sonreí a mis adentros, me parece buena idea.


Empezamos la pelea, Yelena corrió hacía mi y la envolví con agilidad, el combate es como una danza, es firme pero suave y nos enfrascamos en ello por completo. Me sorprendo un poco por las habilidades de Yelena, aunque no me guste admitirlo, ah mejorado, sigue sin ser mejor que yo, pero si que ah mejorado. Considero que estamos de manera igual en la pelea, pero ella empieza a jugar sucio cuando logra desestabilizarme al deslizar su pie en mi pantorrilla. Cuándo trato de volver a mi postura, aprovecha y me da una patada en la costilla no totalmente sana que me rompió días antes, dejándome sin aire y sangrando de nuevo, detengo sus siguientes ataques con la mano pero sin tener tiempo de volver a mi postura defensiva, por lo que logra tirarme a la nieve que empieza a quemar la parte trasera de mi cuerpo.


-¿No extrañas al rubio ñoño de América con el que sales ahora? -masculla agitada- sabemos que eres una cualquiera, pero pasar de eso a mi Alek es imperdonable Natalia -cuándo trato de levantarme me vuelve a tirar de una patada en la mandíbula- aquí no hacemos esas cosas tan sucias.

No estaba en mis planes: Hundiéndonos en la obscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora