Me niego a ese destino

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- Tn. – así me llamaba en mi nueva vida

Mis ojos siempre se abrían al alba,en este mundo no necesitaba despertador, mi cuerpo parecía descansar más que en aquella época. No obstante, siempre me quedaba en la cama hasta que mi doncella venía a despertarme. 

Ella era una chica humilde, alguien digna de mi confianza, sabía que no me traicionaría y a la vez era alguien fácil de engañar. Su nombre era Chelo. Tendría aproximadamente 17 años. Tenía el pelo largo, pelo oscuro y ojos marrones saltones, y su cuerpo estaba bastante bien. Sin duda lo que realmente mandaba en ese lugar no era la belleza, sino el estatus.

- Ya estoy despierta. – pronuncié. Antes de que entrara definitivamente a mi habitación.

- Su padre ha dado la orden de qué esta noche esté lista para conocer al Conde, pronto será el compromiso y la boda. – Desde luego no podía ser peor, ese día iba a tener que asistir a la casa del Conde y cenar con él.

Aunque de lo que si que estaba segura era que sería la última vez que lo vería, no pensaba quedarme, no pensaba ni siquiera respirar el mismo aire que él. Así que menos iba a dejar que me tocará o que tuviera que dormir en la misma cama que él. De solo pensarlo, mi cuerpo se estremecía, y mi estómago se revolvía hasta el punto de querer vomitar.

- Está bien, prepara todo lo que sea necesario, pero ahora voy a entrenar con mi espada. – me levanté de la cama y me vestí. Después de aquello bajé a la parte trasera del castillo, agarré mi espada con fuerza y comencé a moverme.

- Parece que aún tiene esa loca idea. – mi espada había chocado con otra. levanté mis ojos hacia esa persona, pero no me hacía falta mirarlo para saber quién era. Solo tenía que mirar la espada para reconocerlo, se trataba de Taehyung.

Era hijo de uno de los subordinados de mi padre. Tenía la misma edad que yo o tal vez un poco más, nunca llegué a preguntárselo. Aunque ahora después de que había vuelto de entrenamiento del Ejército, podía notar que había crecido, que aquel niño que se fue del Castillo habría regresado como un hombre.

Un hombre, que sin duda sería apuesto para cualquier mujer. Su manejo de la espada se había incrementado y ahora podía ser mejor que yo con la espalda, cosa que dudaba, pero no podía ser mejor que yo en la lucha.

- Yo que pensaba que no iba a volver a verte. – sonreí ligeramente mientras lo divisaba ampliamente. Quería encontrar su punto débil, quería derrotarlo como había hecho las otras veces. Aunque se me estaba dificultando, cosa que me estaba cabreando.

- veo que no has cambiado nada. - su boca se abrió para mostrarme una de sus sonrisas. Sin embargo, esa estaba llena de juego y de desafío.

- Bueno, creo que no estoy del todo de acuerdo. soy más alta, más hermosa y domino mejor la espada. – me moví rápidamente pensando que había encontrado un punto abierto, cuando su espada chocó contra la mía y sin darme cuenta era yo la que le estaba mostrando un punto débil a él, cuando quise darme cuenta, era tarde para retroceder, era tarde para evitar que mi espada cayera al suelo y la suya apuntara a mi garganta.

- ¿Te rindes? - parecía satisfecho con el resultado. Por lo contrario yo estaba enfadada, estaba analizándolo completamente.

- Aún no. - pronuncié tras sacar una de mis dagas, llevarla hasta su espada y así crear un hueco, lo suficientemente grande para colarme. Saque otra de mis dagas y me acerqué a su espalda con daga en mano. Lista para clavársela ante cualquier movimiento.

- ¿Para qué fuiste allí? se suponía que iban a hacerte más fuerte y ya ves, te he ganado. no puedo negar que eres bueno con la espada, pero hay muchos más movimientos en los que no necesitas la espada. – pronuncié tras separarme de él y sonreír ampliamente. Guardé las dagas y después recogí la espalda, la guardé y después caminé hacia el castillo.

- ¿Cómo hiciste eso? – por sus palabras podía ver cómo estaba asombrado y no era para menos. En ese mundo, en ese tiempo no existía esa clase de o más bien pocos eran los afortunados de conocerla.

- Sabes, no eres el único qué ha mejorado en todo este tiempo. No iba a darte esa satisfacción.

- Tn, puede que tenga algo que te interese. - en ese momento me detuve y después lo miré.

- ¿De qué se trata? – lo mire detenidamente y esperé a qué hablará. Esperaba encontrar algo útil, algo que detuviera aquella boda absurda.

- He escuchado qué esta noche van a asaltar la casa del duque. - eso sin duda era una noticia más que buena, era una vía de escape. Debía de ir a allí y decírselo, estaba segura que me lo agradecería.

- ¿Quién en su sano juicio haría eso? ¿Sabes quién? ¿O qué quieren? - en ese momento recé para que tuviera más información, para que me dijera algo más. Algo que fuera más creíble, más que aquella mera especulación o rumor.

- Hay rumores de que esta noche el duque no estará en la casa, por lo que es una vía libre.

- Tienes los hombres más despiadados a su lado y aún así me dices que tienen vía libe. Hasta yo oí rumores sobre esos soldados. Sólo un loco haría eso. Imagino que no serás uno de ellos, ¿verdad? - necesitaba saberlo porque iba a delatarlos, porque iba a darle información a cambio de esa libertad que me querían arrebatar.

- No, como crees. Eso sería traicionar te a ti y a tu padre. Jamás haría eso.

- Lo sé, pero se que también quieres ayudarme a parar esa boda y sé que serias capaz de hacer cualquier locura para ello.

- Es cierto, pero no tengo nada que ver, se lo escuché a unos hombres mientras que venía de camino.

- Bien, porque estoy a punto de delatar los ¿Sabes donde vive el duque? - pregunte mientras que intentaba descifrar sus pensamientos.

- ¿Estas loca? Esos hombres parecían peligrosos.

- Tae, no tengo más opción que la de intentar que el duque pare la boda. Solo su palabra o la de el rey sería válida, sabes que a nadie le importa lo que piense.

- ¿Y si no lo para? - preguntó tras mirarme

- Prefiero renunciar a mi título de condesa, antes de vivir con ese hombre que lo único que quiere de mí, es mi título, mis tierras y qué le dé hijos. Así que dime ¿Donde vive el duque? – Tae estaba pensativo antes mis palabras pero sabía que iba a decírmelo, sabía que iba ayudarme miré a Tae, esperando que me dijera algo más.

- ¿En qué estas pensando? - no hacia falta decir nada para que supiera en lo que estaba pensando.

- Agarra tu caballo, porque vamos a ir a verlo ahora.

- No, ¿Qué pasa si nos atrapan?

- Tae, voy a vivir en un lugar que no quiero, con alguien que odio, ¿Qué me importa ser regañada?

- Vamos. - fuimos hacia los establos sigilosamente, me acerque a mi caballo y después la preparé  para ser montada.

- Toma esto. - me tendió su capa de guerrero. Me puse la capucha y golpeé ligeramente con mi pie a mi caballo para que comenzará a cabalgar. 

Las alas de la libertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora