Fiesta del té

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- Ese plan no es descabellado. – pronunció Jimin tras mirarme.

- Y no, es lo que tiene más sentido. Ir por delante y hacer notar que sabemos que está en peligro es una completa locura, es como avisarle que vamos a por él y que lo estamos buscando. Pero sí vamos por atrás, lograremos saber todo cuanto se propone y bien ¿Quién será el elegido?

- Tú desde luego que no. – pronunció tras mirarme.

- Tampoco tenías que decirlo así, soy consciente de que si me acerco al rey crearé rumores. – miré a J-hope con furia y después volví a sentarme.

- Suga irás tú. – no iba a decir nada más de aquello, J-hope los conocía mejor que yo.

- Claro señor. – pronunció tras inclinarse.

- El resto averiguaremos desde aquí. En cuanto a ti, hoy tienes una reunión con las damas.

- La estoy deseando, comer dulces, beber té, que me digan donde compré mi vestido, que por cierto no tengo ni la más remota idea. – me levanté de allí y salí de aquella sala. 

Regresé a mi cuarto y di la orden de prepararme para la tarde, después de aquello comí y salí un rato al jardín para que me diera el aire.

- Un día de estos voy a perder un pulmón. – pronuncié mientras que intentaba respirar normal.

- Esta vestimenta, también te queda muy bien. – me susurró J-hope mientras que me abrazaba por la espalda.

- Gracias. – pronuncié mientras que aceptaba su abrazo.

- No estés tan incomoda, estoy seguro de que te aceptarán fácilmente. Aunque por si acaso alejaré toda arma punzante de ti.

- Muy gracioso. Aunque sabes, no necesito de ningún arma. – me giré hacia él y llevé mi mano hasta su cuello y apreté ligeramente. 

- Siendo una mujer puedo usar mi mano como arma. - Sonreí ligeramente y después le solté. – Me controlaré.

- Señorita, las invitadas ya han llegado, están en el otro lado del jardín, cerca del estanque.

- Voy. Mis invitadas me esperan. – me incliné ligeramente hacia él y rocé mis labios con los suyos. No pretendía besarlo, aunque si provocarlo. 

Agarró mi mano antes de que me marchará y después me besó. Su mano acarició mi trasero, por lo que pasé mi mano por su cuello y después agarré su cabello. 

– Esta vez, seré yo la que te dejé con ganas de más. – le susurré antes de marcharme de allí e ir hacia el jardín donde estaban las invitadas, me retoqué antes de llegar y después me acerqué.

Las alas de la libertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora