Enfrentaré el miedo

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Fui al castillo y fui a comer con la esperanza de que él estuviera allí, pero no estaba, aquel día comí sola. Tras comer fui a mi cuarto y estuve estudiando un rato. Tras ser más de media tarde, salí a la parte trasera del castillo y agarré aquella espada maldita. Comencé a moverme cuando aquella escena volvió a aparecer en mi cabeza.

- No dejaré que me venzas. – pronuncié mientras que cerraba mis ojos y seguía moviéndome. Cuando abrí mis ojos Jimin estaba en frente de mí.

- ¿Debería de ayudarte? – preguntó con una sonrisa, mientras que mi espada lo estaba apuntando.

- Ahora mismo nadie puede ayudarme. – bajé mi espada y me acerqué ligeramente a él.

- Ya veo. ¿Sabes que es lo que le pasa al duque? – preguntó tras mirarme.

- Pues... no tengo mucha idea. ¿Estaba muy enfadado? – pregunté.

- Me echó del despacho. – en ese momento comencé a reír. Tanto le había molestado mis palabras.

- Eso fue culpa mía. Lo siento mucho. – respondí tras mirarlo.

- ¿Qué fue lo que hiciste?

- Verás. Me preguntó si amaba a Tae, le dije que no, pero para molestarlo le dije que me había fijado en ti.

- ¿Por qué tendría que molestarse?

- Bueno, minutos antes acepté su propuesta de convertirme en la duquesa. No creo que se dé agrado, pero te prometo que solo estaba bromeando. Lo arreglaré esta noche.

- Entiendo que se molestará, pero jamás pensé que me echaría de su despacho. Literalmente me dijo verte me molesta. – intentó imitar su voz por lo que comencé a reír.

- Imagino su rostro y todo. – ambos reímos ante aquella anécdota.

- Hace cuanto conoces a Hoseok.

- Nos conocimos el día que iba a comprometerme con el conde del este. Le di información y él a cambio me ayudó.

- Me impresiona que accediera a ir a esa cena. Cuando se enteró dijo que le importaba poco lo hacían sus condes, si querían casarte que lo hicieran.

- Doy las gracias de que no fue así. Ser tocada por ese hombre, sería horrible. – un escalofrió recorrió mi cuerpo.

- No quería hacer que lo recordarás.

- No me pone mal eso, aquel día había otro hombre ahí dentro lo maté y su sangre me salpicó en el resto. Cuando manejo mi espada es como si esa sensación volviera.

- Si necesitas ayuda para entrenar. Yo o Suga podríamos ayudarte.

- ¿Estás seguro? No me rindo fácilmente y juego un poco sucio. – pronuncié con una sonrisa.

- ¿Sucio?

- En la guerra todo vale. Aunque me gustaría que todo esto no vaya más allá de los condes, sino las personas pensarán que debo mostrarlo. Quiero ser su as bajo la manga de Hoseok.

- Entiendo, además es más seguro para ti.

- Gracias, por entenderlo. – me incliné ligeramente. – Iré al castillo.

Claro. – me sonrió por lo que le devolví la sonrisa.Me había bañado y quitado el sudor de todo aquel día. Bajé a la cena y después volví  a mi cuarto. 

Las alas de la libertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora