Trato con el duque

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- ¿Qué llevabas ahí? – preguntó tras mirarme.

- Ropa de cambio. Pensaba irme, pero ya que te tengo de mi lado. No tengo porque huir. Somos aliados, ¿Verdad? – pronuncié mientras que alargaba mi mano.

- Desde luego. – agarró mi mano y después tiro de ella. – sabes, cuando hago un trato con una mujer, me gusta sellarlo así. – agarró mi rostro y me besó. Ni siquiera me resistí, pasé mis manos por su rostro y continué aquel beso, de hecho, fui la primera en meter mi lengua en su boca. Si quería que lo besará, pues lo besaría.

- ¿Qué? ¿Sorprendido? – pensé mientras que me miraba perplejo. Eso te pasa por provocarme, a ver si te crees que las mujeres somos santas. Desde luego estaba impresionado por mis dotes.

- Vaya, esperaba que me apartarás. Ha sido una grata sorpresa. – pronunció tras mirarme. Se llevó su mano hasta su boca y la pasó por sus labios, para quitar el carmesí.

- El maquillaje. – pronuncié en ese momento.

- Te acuerdas un poco tarde, ¿No crees? – pronunció con una sonrisa.

- Idiota. – pronuncié tras acercarme a una ventana y comenzar a retocarme con el reflejo.

- Sabes, hay personas que han perdido la vida por molestarme y tú... te atreves a llamarme idiota. ¿Acaso no sabes quién soy?

- Sé quién eres, estuve esta mañana en tu casa, Duque.

- Debí de retenerte en aquel entonces. Por cierto, me llamo Hoseok. – se pegó a mi espalda y posó sus manos en mi abdomen.

- La madre que te trajo, pero que piensa que soy de piedra. – pensé mientras que intentaba concentrarme en el maquillaje y no en sus manos. – Vamos, antes de que pierda mi paciencia y termine por cometer un delito peor que el de llamarte idiota. – apartó sus manos de mí y comencé a caminar hacia dentro, mientras que él se quedaba allí con una sonrisa.

- Estás ahí, Tn. – pronunció aquel Conde mientras que se acercaba. – Parece que el Duque está contigo. – expresó tras verlo detrás de mí.

- Me lo encontré en la terraza. – respondí mientras que lo miraba por encima del hombro.

- Un placer duque, por favor deje que lo invite a tomar un café y unas pastas. – los tres nos sentamos en unos asientos, mientras que hablaban entre ellos. Sabía que era de mala educación que una mujer interviniera, por lo que me limité a comer dulces.

- Como sigas comiendo vas a acabar rodando querida. – expresó el Conde.

- Da gracias que los como yo y no dejó que los toque, porque tú ya estas como una bola. – en ese momento no pude contenerme por lo que mi boca soltó aquello.

- ¿Qué has dicho? – preguntó mientras que me miraba.

- Nada, que las como para que tú no te empaches. Es que me preocupo por ti. – pronuncié nuevamente

- Oh, vaya debería de darte las gracias.

- No hay de qué. – Hoseok parecía reírse con aquello, por lo que chasqueé mi lengua y después seguí comiendo dulces.

Las alas de la libertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora