¿Cuándo dejarás de ser miserable?

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Aquel día tal y como acostumbraba acabé mirando por la ventana, cuando vi al duque. no lo había visto desde aquel día, el día que nos conocimos. Por un segundo su mirada fue alzada hacia mi ventana. no podía mirarle, siquiera podía aguantar aquella mirada, aquellos ojos puestos en mí. Simplemente me aparté de allí y fui a tomar un baño. Cuando salí me puse a aquella ropa. Unos pantalones, una camisa y unas botas. tal vez estaba harta de todos aquellos vestidos, de aquella ropa, de todo lo que no me representaba.

Estaba atando mi cabello en una coleta cuando alguien entró rápidamente en mi habitación. no había dicho ni una palabra así que no sabía quién era, pero por un segundo deseé que fuera Tae, que me dijera que todo iba a estar bien y que él iba a estar a mi lado, pero no fue así.

- Piensas estar toda tu vida encerrada. - aquella persona que había entrado en el cuarto, se trataba de Hoseok, parecía realmente enfadado y no sabía el por qué.

- A ti qué más te dará eso. qué te importa lo que pase

- No es que me importe, pero tienes mucho por vivir. ¿Por qué sigues matándote a ti misma? Sé que es duro y no creo que puedas superarlo nunca, pero estoy seguro matarte de hambre, y no salir de esta habitación no te hará bien. No dejaré que sigas matándote. - se acercó ligeramente por lo que levanté mis ojos hacia él. Ya no quedaban lágrimas, ya no quedaba nada, nada más qué recuerdos dolorosos.

- Prometí ayudarte, así que déjame hacerlo. - alargó su mano hacia mí y me miró con aquellos ojos. Parecía sincero y de hecho quería creer en sus palabras, pero cómo. - No te dejaré sola, Tn. - ante aquellas palabras mis ojos se quedaron mirando a sus ojos cómo se buscaron una mentira, una trampa, algo que me indicara que no debía confiar en él, pero no había nada.

Sus ojos mostraban sinceridad, empatía y puede que algo llamado cariño, no estaba segura de que el sentimiento, pero mi cabeza y mi corazón, me pedían que agarrara su mano y que por un segundo me dejara guiar por él y así fue. Alargué mi mano y se la agarré con fuerza.

- Bien, eso es lo que debí hacer hace mucho tiempo. Siento haberme retrasado. - sabía que no había estado allí.

Era como si hubiera regresado de un largo viaje y ahora que estaba de vuelta había decidido hacerse cargo de mí. Aún no podía mediar palabra. simplemente agarré su mano y dejé que me llevara por aquellos pasillos, lo que no sabía es que no tenía planes quedarme en aquel Castillo.

Salió hacia el jardín y por primera vez en mucho tiempo estaba respirando aire puro, estaba viendo aquel paisaje, aquellas rosas.

Las alas de la libertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora