Distinta

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- Había alguien que me estaba convenciendo de ello. – Fue ahí cuando Hoseok levantó sus ojos hacia él y después se inclinó, ahí me di cuenta de que ese hombre, ese chico atractivo era el mismísimo rey.

- Cuanto tiempo sin verte, viejo amigo. Siento no haber podido ver a tu prometida. – expresó tras sonreír. 

- En realidad, la conociste mejor que cualquiera de ahí dentro. - sonrió ligeramente y después se acercó a mí. 

- Un placer conocerte, majestad. Soy Tn, la prometida de Hoseok. – Sus ojos se posaron en mí. Pude notar que estaba sorprendido de aquella noticia, tanto que no llegué a entender por qué. Me incliné ante él y después sonreí.

- Así que tú eres su prometida. Veo que no eres como los rumores, de hecho, siento habértelo dicho.

- No tiene culpa de los rumores, es normal comentarlos. – pronuncié tras mirar a Hoseok.

- Siento que tenga que robártela, pero tenemos que volver a entrar. - tomó mi mano para volver a entrar cuando nos detuvo con sus palabras. 

- Iré primero, tengo que hacer acto presencia después de todo. –  se fue de allí y después nos dejó solos.

- ¿Estás bien? – preguntó tras acariciar mi rostro.

- Sí, solo necesitaba un poco de aire.

- ¿Acaso conocías al rey? - expresó tras mirarme. 

- No, pero no te inclinaste hacia nadie y no hay nadie más que el rey por encima de ti. ¿A qué soy inteligente? – pronuncié tras sonreír. – Por cierto, ¿Estás seguro de que vas a castigarme? O ¿Tal vez vas a premiarme? – mostré una mueca y después le lancé un beso mientras que guiñaba un ojo.

- Eres una desvergonzada. – pronunció tras agarrarme de la cintura y atraparme.

- No niegues que te gusta que sea así. Desvergonzada o no, realmente soy  digo lo que otras no se atreven. Por favor, a todas se les caía la baba, solo faltaba que se echarán encima de ti.

- Los hombres no se quedaban atrás. Después de todo comprobaron que no eres como los rumores.

- ¿Sabías sobre ellos? – pregunté tras mirarlo.

- Lo sabía, pero quería ver sus caras al ver como eres realmente.

- Pues perfecta, así soy. Vamos antes de que piensen que desaparecimos para hacer cosas lascivas. – sonreí y después tomé su mano.

- Ya estamos prometidos, esta permito hacer algo más.

- Mmm... ¿Algo más? ¿Hasta dónde llegan? No me tientes. – pronuncié.

- Eso debería de decirlo yo. – pronunció con una sonrisa en su semblante. 

- Si es que cautivo a cualquiera. – rió ante mi comentario y después entramos dentro del castillo, nos dirigimos hacia el salón de baile. 

Las alas de la libertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora