Hombre soñado

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Tenía razón en que la casa del duque no estaba cerca, pero esas horas habían merecido la pena, iba a hacer de la información una ventaja, iba a hacer que me salvará.

Cuando llegamos, unos hombres se interpusieron a nosotros para que frenáramos a nuestros caballos. Mis ojos se posaron en aquel castillo, uno más grande que mi propia casa, en ese momento solo pensé: "si así es la casa del duque, como será la del rey"

- ¿Quiénes sois vosotros? ¿Cómo osáis entrar así en las tierras de un duque? – uno de sus caballeros nos estaba impidiendo el paso. Tae, bajo de su caballo y se acercó a ellos, dejó entre ver el emblema de mi familia, por lo que quitaron su mano del arma

- Venimos a darle información al duque. – mis ojos se posaron en él. En su forma segura de desenvolverse, en sus palabras llenas de confianza.

- El duque está ocupado, no podrá reunirse con vosotros. - aquel soldado estaba loco si pensaba que iba a darme por vencida.

- No puedo venir en otro momento. Es algo importante. - parecía que no íbamos a poder obtener nada de ellos, no al menos que el mismo decidiera venir hacia nosotros. Sin embargo, tal y como esperaba apareció, aunque para mí sorpresa no aparecía en buenos términos.

- ¿Qué puede ser tan importante como para interrumpir en mis tierras? – mis ojos se posaron en su mano derecha, la cual estaba yendo con rapidez hacia su espada.

Ni siquiera lo pensé un segundo, me bajé del caballo y me interpuse entre aquella espada y Tae. No podía dejar que saliera herido, no por mi culpa. Aquella espada estaba apuntando mi cuello, y de hecho estaba demasiado cerca, tanto como para tragar saliva significará un corte. Mi respiración se aceleró, mis manos fueron a mi espalda y agarré a Tae. Mis ojos se quedaron fijos en él. Nunca había visto, ni siquiera en el futuro alguien de semejante belleza, pero tampoco había visto a alguien con ojos tan amenazantes.

- ¿Quién eres? - preguntó tras mirarme detenidamente.

- Soy Tn, hija del conde del sur y soy la persona que quiere darte la información. - en ese momento levanté mis manos hacia la capucha de aquella apa y destapé mi rostro.

- Eres una mujer. – mostró una mueca y después guardó su espalda. – ¿Qué clase de información podría tener una chica como tú?

- Le aseguro que no se arrepentirá de escucharme. -

- Sígueme. - mis manos soltaron a Tae, fui a seguirlo cuando Tae dio un paso.

- Solo ella vendrá conmigo. Tú te quedas aquí. - lo miró ferozmente y después camino hacia dentro del castillo. Miré su espalda con libertad y desde luego aquel cuerpo era soñado.

- Dios, ni en mis mejores sueños. – pensé mientras que intentaba contenerme. Solo pensar en lo que veía me hacía desear estar de nuevo en el futuro, lista para poder hablarle más cerca, para intentar insinuarme. 

Las alas de la libertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora