Muerta en vida

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Mis ojos se abrieron ligeramente, estaba en un lugar extraño. La luz entraba por aquella ventana, por lo que tuve que llevar mi mano a mis ojos ante aquella claridad. Me escocían, me dolían y probablemente estuvieran hinchados, después de toda esa llorera.

- Dónde estoy. – me incorporé ligeramente miré aquella habitación. realmente estaba decorada cuidadosamente, a qué le gusto, aquellas piezas, debía de tratarse sin duda de la casa de Hoseok.

Pero... ¿Cómo había llegado hasta allí? no tenía realmente recuerdas de todo eso, mis memorias se acababan cuando salí de aquel Castillo en llamas y según mi último recuerdo era Tae el que había llegado hasta mí y sin pensarlo le había pedido volver a casa, pero ya no había una casa a la que regresar.

- Señorita Tn. – alguien que desconocida había entrado en el cuarto.

Había caminado rápidamente hasta la cama y ahora me estaba mirando. fue ahí cuando mis ojos la analizaron más de cerca, me di cuenta de que era Chelo.

- Está bien no puedo creerlo. por un segundo pensé que habían muerto con sus padres, en aquel Castillo envuelto en llamas

- Estoy bien, pero quiero estar sola. no quiero que nadie me moleste. – me levanté de la cama y me asomé aquella ventana.

Todo parecía tan tranquilo, aquel jardín hermoso, aquellas rosas floreciendo me hacían recordar a mi casa. Sin poder evitarlo mis ojos volvieron a llenarse de lágrimas estas lágrimas recorrieron mis mejillas.

- Pero señorita.

- Dije que quiero estar sola. Márchate. – grité. no quería ver a nadie, no quería que nadie me mira a los ojos, ojos que ahora pertenecían a un asesino y que dijeran aquellas palabras, cómo si las palabras lo siento pudieran quitarme todo aquel dolor.

Ese fue el primer día de muchos. De hecho, había perdido la cuenta. No sabía el día o el mes en el que estaba. todo cuanto hacía era quedarme en aquel cuarto. como si pensara qué podría protegerme de mí misma, de mis pensamientos y sobre todo de aquellos recuerdos, unos es que parecían haberse clavado en memoria y no estaban dispuestos a marcharse.

Las alas de la libertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora