Caminamos hasta la “plaza” sin decir absolutamente nada. Una chica de unos diez años aproximadamente y un pibe de quince más o menos hablaban sobre uno de esos puentes de madera de los que salen divertidos toboganes.
Ella le contaba su vida entusiasmada mientras él la observaba asombrado porque parecía ser bastante más grande de lo que realmente era.
—¡Desde acá se puede ver el cementerio! —exclamó distinguidamente. Por su parte, Fischer bajó la cabeza melancólico. Pues allí estaba enterrada su madre.
Sentí el sublime impulso de querer subirme a la hamaca. Sin embargo, mi mejor amigo sufría terriblemente y no podía alejarme de él. Tamar me hizo una seña para que habláramos en privado. La seguí confundida suponiendo que se había dado cuenta de a lo que hacía alusión el llavero. La chica se lanzó por el tobogán cuando su amigo saltó a la hamaca peligrosamente. Matías se sorprendió por su desmedida acrobacia. Luego, tomó asiento al lado de él y se balanceó un par de veces sin ganas. Yo me moría por ir allí e impulsarlo haciendo que se asustara como la GALLINA que era; no obstante, su hermana se encogió de hombros desprendiéndome de las estúpidas fantasías
–asombrosamente generadas por la tonta niña pequeña que no podía dejar de ser en mi interior–. Acto seguido, bufó antes de proseguir con la conversación.
—¿No te parece que deberías pensar menos y hacer más? —Abrí los ojos de repente— Tal vez te estás privando de dejarte llevar. ¿No?
—Emm… ¡Pensé que me ibas a decir algo de Matías! —Se rió por lo bajo— ¡Aunque no tenés razón en eso; soy una chica súper espontánea!
—Y alienígena… —musitó con cierta frialdad— No obstante, a mí NO me importa para nada la opinión de los demás.
—A mí tam… ¡¿A quién engaño?! ¡Somos un par de seres humanos que salieron mal del horno!
—¡Ni que fuéramos judíos! —Me mordí la lengua tan fuerte que casi me ahogo. Esa MALDITA BASTARDA no iba a frenar hasta que alguien le pusiera un límite. La nueva Lu tenía que hacerse cargo antes de que se drogara, lastimara a sí misma; o llegara a ese tipo de extremos. De todas maneras, me faltaban agallas como para hacerlo. Al parecer, era tan una GALLINA como mi mejor amigo— ¡Es broma! —agregó impactada al darse cuenta de que su respuesta me había tocado la tecla— Elizabeth le dio un llavero que hace no mucho había comprado en Nueva York. Es probable que tenga su olor; o quizás; su esencia.
—¡¿Cómo sabías que los olores traen recuerdos?! —exclamé sumamente atónita por su increíble apreciación— ¿Acaso estudiás psicología en la escuela o mirás documentales de National Geographic?
—“Juegos Mentales”.
¿Conocés ese programa? —Negué con la cabeza. Nunca había oído de tal serie de televisión— ¡Cómo sea! ¡El punto es que aprendí cómo funcionan las mentes de los IMBÉCIL… —La interrumpí tapándole los labios con tal de que se callara.
—¡Ya me tenés harta con eso de que tu hermano es un TARADO! ¡Si bien no le sobran las neuronas ni sirve para hacer sudokus; ni para factorizar polinomios o cocinar un panqueque sin que se queme; ni para dibujar algo en 3D o darle de comer a los conejos evitando que se mueran… ¡El punto es que es muy inteligente a su modo! ¡Sabe cómo hacerme reír, y jugar a la Play, y contar anécdotas de una manera interesante, y simular que está bien cuando en realidad sufre terriblemente por dentro, y apaciguarme cuando siento que la vida es una PUTA MIERDA! ¡Lo cierto es que lo extraño un montón, MALDITA SEA!
—¡Pero sí sigue siendo el mismo tonto de an… —La volví a interrumpir.
—¡Es casi como si estuviera muerto! —Grité fuera de mí— ¡La única diferencia es que lo veo de vez en cuando! ¡Aunque en realidad no lo puedo observar del mismo modo que antes
—¿Sabés que es lo más interesante de los cuadros de Picasso? —Negué con la cabeza. No tenía ni la más pálida idea— ¡Qué te dan ganas de moverte; probar distintos ángulos; así por un par de horas hasta que decís “ya lo entendí”!
—¡Lo de Matías es incomprensible, no hay por donde darle!
—¡Solo deberías mirarlo desde distintos paradigmas! —Fruncí el ceño confundida. No sabía qué significaba esa palabra— ¡Y le sobran los agujeros! —Agregó con cara de pervertida.
—¡¿Y entonces porque no lo hiciste antes en vez de criticarlo como una PERRA?! ¡Además, es tu hermano! ¡Qué asco!
—¡Yo ya me di cuenta hace rato de que simplemente no tiene arreglo! ¡Pero quizás vos lo conceptualizás de otra manera a causa de que sos su mejor amiga! —Al menos sí conocía ese término— ¡¿No te gusta el porno incesto?! —exclamó llamando la atención de los otros dos mortales.
—¡Sé que tiene algo distinto pues sino no sería mi amigo! —Me di la vuelta de repente. La hamaca izquierda estaba vacía— ¡Y no estoy del todo segura! ¡¿Es la categoría que está arriba de “tríos anales” y a la derecha de “orgías lésbicas”, no?!
—¡Esa página es nefasta! —respondió indignada— Creo que sí… —Hubo un silencio extraño hasta que los chicos se alejaron— ¡Es genial ver a un hermano escondiéndose en el armario!
—¡Las mujeres también miramos porno IDIOTA! —Se escuchó un furioso alarido a lo lejos.
La luna iluminaba la oscuridad de tal noche temprana. Nadie me observaba y me sentía muy MALDITAMENTE viva. Así que subí al tobogán y me tiré un par de veces. Luego, salté a la hamaca simulando la destreza del chico y me desguincé el tobillo izquierdo al impactar contra el duro suelo. Sin embargo, estaba feliz en un punto tal que ya nada importaba. La gente se moría de hambre a solo un par de kilómetro del “barrio privado”; la contaminación persistía afectando al planeta. Las guerras continuaban sucediendo y el cáncer matando a millones de personas; no obstante, solo importaba el presente. Ese momento. Ese sublime instante en el que era yo misma y nadie me podía juzgar. Esa sensación de locura y al mismo tiempo picardía… esa idealización de que solo ahora estaba con vida…
—¿Estás bien Lu?
–Preguntó una dulce voz.
—¡Entonces retiro lo dicho! —contesté como toda una IMBÉCIL— ¡No! —agregué sincera—
¿Qué hay de vos Tamarindo?
—¡Absolutamente para nada! —Respondió con suma honestidad— ¡Y no me digas así, Calavera alienígena!
—Nunca pensé que diría esto pero… ¿Qué tal si hablamos un poco sobre nuestros videos favoritos? —Musité particularmente confundida.
—¡Siempre quise una amiga para hablar de esas cosas! —Hubo un silencio en el que solo se escuchó el sonido del viento— Este es un nuevo comienzo para ambas. ¿No?
—No sé… —pronuncié en un suspiro— ¡Pero por lo menos es un cambio!
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Maldita reina de Francia: una obra sublime (Sin editar)
Teen FictionLucía Cavera es la típica chica nerd. Estudia Psicología en la U.B.A y pues tiene un pequeno problema particular con la ansiedad... y también con el bullying....... Pasa algo que la va a cambiar para bien (asi haciéndola madurar de una buena vez): p...