Capítulo 17

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—¡¿Papá?! —exclamé ahora sí duramente apenada— ¡¿Por qué CARAJO estás en la casa Ginebra?! ¡¿Acaso ella te invitó o le pediste que hablaran sobre mis nuevos problemas?!
—Sí Lu… fui yo el que se le acercó… Sin embargo, más allá de que te moleste me pareció lo más prudente. Digo, si tuvieras a una loquita que proteger entenderías… —Apreté ambos puños con fuerza mientras gritaba en mi mente: solo quería que me insultara o me retara como el padre de Tamar. De todos modos, yo le acababa de revelar que no estaba del todo bien y necesitaba evadirlo. Por consiguiente, debería pasarme de creativa como tanto me gustaba— ¿Y por qué decís que tenés nuevos problemas?
—agregó descolocado a la vez que mi amiga rodaba los ojos con fuerza. 
—¡¿Soy yo o hay un CABEZA DE CHORLITO al cual no le quedó del todo claro que me ofendí y por ende ya no le pretendo hablar?! —Hubo un exquisito silencio en el que todos y cada uno se quedaron anonadados: la nueva Lu venía a hacer justicia por los largos días de tanto inocencia como sumisión enceguecedora. Así que caminé hasta el baño cuando el señor Fischer me tomó de la mano con violencia. Como consecuencia de esto último, los latidos de mi corazón aceleraron rápidamente y él se desprendió del agarre. A pesar de que yo ya supiera
–o me hiciera una ambigua idea– de lo que el padre de mi ex mejor amigo estaba a punto de decirme; el miedo de que la verdad saliera a la luz me castigó con una especie de escalofrío particular— ¡¿Qué?!
—respondí fría y sin ninguna expresión en el rostro— ¡¿A tu hijo se le acabó la fiesta o le sobran chicas para pasar la noche?!
—Cavera…  —musitó— Lu… —Suspiró profundamente y acercándose cada vez más a mis ojos. No es por ser una loca ni mucho menos; aunque lo cierto es que ese hombre te aterrorizaba antes de que pudieras abrirlos y cerrarlos: su mirada era… muy deprimente… Y se notaba que extrañaba a alguien, curiosamente su esposa: es difícil de describir pero… se veía como si hubiera pasado mucho más tiempo del necesario en las calles de Buenos Aires… Sin embargo, ante sus ojos yo era más bien como una Diosa del Olimpo; y debería hacerme cargo de las extrañas responsabilidades que esto solía conllevar— ¡Matías está completamente muerto desde que te enojase con él! ¡Sino volvés ahora a su lado y lo perdonás por imbécil, lo más probable es que mi hijo nunca vuelva a ser como antes! 
—¡Solo te voy a decir tres simples cosas viejo decrépito! ¡Primero que nada, la tristeza no tiene nada que ver con la muerte! ¡Segundo, antes que imbéciles todos los hombres somos un maravilloso milagro; el cual es único e irrepetible y NO merece ser criticado ni insultado bajo NINGÚN concepto! ¡Y tercero aunque no por eso menos importante; nadie NUNCA volvió a ser como antes: básicamente porque la vida que conocemos así no lo permite! ¡De todas formas, entiendo que sea el deseo de muchos rufianes y perdedores como usted volver a un punto en el que la pesadilla de existir no nos dolía tanto; es decir, cuando todo era más fácil y el sufrimiento se asemejaba a una patología de psicópatas! ¡No obstante, lo cierto es que en el presente no hay vuelta atrás para eso! ¡Ya estamos rotos por dentro y ahora no hay nada que podamos hacer para cambiar la realidad! ¡Solo nos queda desfallecer con violencia y sangrar a escondidas ya sea yendo a terapia o estudiando la prolongada licenciatura en psicología; y pretender que no sabemos nada de los fantasmas que flotan sobre nuestras almas en esta MALDITA ciudad de MIERDA!
No hizo falta agregar nada más para que se alejara estupefacto. Yo solo quería llorar y a la vez reír de lo absurdo de mi sufrimiento. Mis sentimientos eran como un hielo caliente o una roca blanda –una contradicción sin ningún sentido a la que sorprendentemente no le podía poner palabras–. Sin embargo, fui al comedor a buscar a Tamar y nos dirigimos hacia el cuarto de la querida Ginebra. Así pues, me desplomé sobre la cama con una falta de esfuerzo increíble. Ella se sentó sobre el pie de esta cruzada tanto de brazos como de piernas. Por ende, me arrodillé y fui de a estocadas acercándome a su inexpresivo y sumamente pálido rostro. La preadolescente me observó desde arriba como con una suerte de superioridad, yo la necesitaba terriblemente por más que no quisiera admitirlo. Así que gracias a Dios y a la virgen... justo en ese preciso instante me dirigió la palabra...
—¿Sabés cómo es la educación preescolar en el kindergarten?
—¡¿En suiza?! ¡No, no tengo ni la más pálida idea! 
—Friedrich Froebel fue un reconocido pedagogo alemán... en su ideal de Nueva Escuela se plantean cinco inclinaciones naturales del niño; las cuales no deben ser reprimidas ni mucho menos: 1 y 2) Al movimiento y al juego: para el niño este es como para el adulto el trabajo y el ejercicio. 3) A palpar los objetos materiales: reconoce que el tacto es otro medio perceptivo capaz de entregar conocimiento al niño. 4) A despedazar objetos: porque el niño desea conocer el mundo y como estos están hechos. 5) A cuidar algo: a través del sentido de propiedad el niño aprende a respetar los objetos y posesiones de los demás... Seguramente te preguntes qué DEMONIOS tiene que ver todo esto con tu actual situación; y aquí va por consiguiente la respuesta: inconscientemente dejaste de ser y de actuar del mismo modo que antes. Antes te gustaba saltar en la cama elástica todos los días; pero luego, dejaste de hacerlo tan a menudo... Además, en tus buenos momentos te encantaba jugar con arcilla y armar espléndidos rompecabezas; no obstante, ahora no te das esos lujos con tanta frecuencia… Como si eso fuera poco, te fascinaba coleccionar tus propios títeres y darles vida representando obras de Shakespeare como la famosa y dramática “Romeo y Julieta”. Sin embargo, un día los tiraste todos a la basura y empezaste a usar los de Mati para películas de Disney (se sobreentiende que son tristes, ¿acaso no vieron “El rey León”?): en razón de esto, la nueva Lu lamentablemente perdió tanto a su tonta como incoherente niñita interior... y por ende a sí misma. 
—¡¿CÓMO CARA… —La hermana de mi ex mejor amigo me interrumpió de repente. 
—Tengo algo que en “español para inteligentes” se llama “don”… ¡Nada más! 
Hubo un silencio en el que “nadie dijo ni mu”… la nueva Lu ahora ya estaba definitivamente perdida…                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                 

Maldita reina de Francia: una obra sublime (Sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora