—Así que bueno…
—Suspiró mientras se reía por lo bajo. La expresión de mi rostro era cada vez más curiosa e intrigada— Como se sobrentenderá soy una chica muy profunda y espiritual, me gusta mucho meditar y encontrarme conmigo misma... Ahora si no les molesta me parecería preciso el que habláramos un poco más con Lu: normalmente las secciones solo duran media hora; pero como esta es la entrevista tal vez nos quedemos un poco más así te puedo conocer… Valga remarcar que al principio hago muchas preguntas para ser capaz de determinar tanto el riesgo como la gravedad de cada situación en particular; sin embargo, después de la primera vez que nos juntamos suelo hablar un poco menos, generalmente… ¡Aunque a mí también me encanta el dibujo, así que no siempre hace falta que charlemos solamente! —La interrumpí sorprendida por su forma peculiar de autodenominarse a sí misma como toda una parlanchina.
—¡¿Vos tenés muchos amigos, no?! —exclamé avasallada por su tonta magnificencia. Yo me consideraba mucho más espiritual que ella... pero nadie nunca se daba cuenta...
—¡Yo amo a todos; y todos me aman! —respondió sin más preámbulo y con una sonrisa de oreja a oreja— ¡Además, cada una de las personas tiene algo que aportarle a su entorno; mientras que todas y cada una son un milagro!... ¡Y yo diría más bien que estoy muy enriquecida, no hay ninguna otra razón por la cual alguien estaría con otros individuos de su especie!... ¡Casi siempre es o debería ser un intercambio mutuo, del que ambos sujetos salen ganado algo!
—¡¿Sos católica?!
—agregué descontrolada. No me podía creer que Dios me diera justo lo que menos necesitaba en ese momento. De todas maneras, podría hacerme cargo y aclararle que ahora era atea. Miré hacia la puerta cuando noté
–por un leve ruidito– que las chicas rebeldes nos estaban espiando. Rodé los ojos mientras ella me observaba impertérrita: claramente se había dado cuenta de algo lo cual la muy estúpida de Lucía Cavera recién le había revelado.
—No… —musitó a la vez que su ceño se fruncía tanto adorable como bruscamente— ¿Se puede saber a qué viene la pregunta?... No hace falta que me digas si no querés; o ese es un tema el cual por algún motivo tanto así te molesta. Solo te voy a pedir que hagas un dibujo en esta hoja reflejando cómo eso te hace sentir… —Sacó una libreta de su cartera y la apoyó sobre mis manos. Por alguna MALDITA e inexplicable razón, esa cosa la hacía ver como una mujer la cual siempre era muy responsable; y no evadía sus problemas con ese ocio malhechor, o quizás su insomnio con píldoras no específicamente –si se comprende la introspectiva y picaresca referencia–. Es decir, que estaba dentro de todo en equilibrio con la mayoría de sus dimensiones –a diferencia de mí que básicamente era un caos, y no sabía dónde o con qué lograría calmarme–. Aunque en las yemas de los dedos solo tenía una simple hoja; así que tomé un lápiz y una goma y traspasé mis emociones en una suerte de géiser llamativamente particular: a su lado había una furgoneta, y una escalera de ripio; y dos chicas a las cuales les costaba decidirse en qué camino tomar, con tal de no empaparse deliberadamente: la primera era linda y bastante sofisticada. Llevaba un tul rosa puramente de algodón; mientras que un fino tocado de seda le cubría la cabeza. Sin embargo, la otra estaba adornada por una tela súper simplona, horripilante e impermeable –y repleta de lánguidas gotas de una buena pintura acrílica–. Era como un tironeo entre una princesa y una tonta alienígena...
Como si eso fuera poco y no aún suficiente, además llevaba una corona de muchas letras mezcladas... Así que suspiré medio conforme con mi obra maestra –algo que solo sucedía muy de vez de en cuando–; y le entregué el papel quedándome yo con el resto de la libreta…
(A mí al menos nunca se me hubiera ocurrido pensar que hay cosas para las que sí me sirve ser toda una artista... ni tampoco que el psicoanálisis de Freud al fin tuviera competencia…)— ¡Woaw! —respondió a mi dibujo con un asombro descomunal y la vez increíble— ¡¿Nunca te dijeron que tenías talento?! —agregó completamente fuera de sí. Por más increíble que sonara en tal instante de su ímpetu, lo cierto es que nunca nadie me lo había dicho como halago particularmente. Así pues, negué con la cabeza y con también las mejillas del mismo color que el fuego. No tenía palabras: nunca mejor dicho— Igualmente, es muy difícil de interpretar lo que este bello y sofisticado paisaje significa...¿Alguna pista para ayudar a la ignorante de Artemisa?
—En ese momento no pude evitar partirme el CULO de la risa, la única allá con talento solamente era ella. Por ende, le pagué lo que se merecía y la despedí entusiasmada por la próxima sesión. Nunca antes se me hubiera ocurrido que el hecho de ir al psicólogo podría ser tan absurdamente divertido: porque en mi espacio no me encontraba con la Lu triste y preocupada de esos últimos días; sino que con la estúpida niña que por suerte continuaba allí dentro aunque sea bien en el fondo de ella. (Piaget decía que el ideal que él trataba de alcanzar, era seguir siendo un niño hasta el final –porque– la infancia es la etapa creadora por excelencia. No obstante, lo cierto es que en el siglo XXI la mayor parte de personas no lo tienen muy en cuenta)— ¡Voy a pensar en tu dibujo hasta quedarme sin energías: porque no hay nada que yo con tiempo no pueda descifrar… y esta claramente no va a ser la excepción!
La puerta se cerró cuando mis amigas me miraron como esperando que les contara qué tal me había ido con la psicóloga suiza… pero eso tampoco se podía poner en palabras realmente...
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Maldita reina de Francia: una obra sublime (Sin editar)
Teen FictionLucía Cavera es la típica chica nerd. Estudia Psicología en la U.B.A y pues tiene un pequeno problema particular con la ansiedad... y también con el bullying....... Pasa algo que la va a cambiar para bien (asi haciéndola madurar de una buena vez): p...