Capítulo 24

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El timbre sonó cuando Tamar fue corriendo a abrir la puerta. Al ver a la chica que la cruzó me quedé completamente atónita: pelo marrón oscuro, largo y naturalmente ondulado. Ojos gris perla los cuales también eran "color tiempo". Mirada altanera, melancólica, sugerente e insensata; llevaba un collar de ojo de tigre y una extraña blusa naranja. Además, tenía una pulsera y una tobillera terriblemente sofisticadas. Como si eso fuera poco, su rostro estaba cubierto de lunares y pecas; mientras que su jean negro y roto se distinguía especialmente por sus calcomanías diseñadas y dibujadas a mano. Básicamente era como una especie de diosa traída del cielo para ayudarme con mis tontos problemas. Nada más ni nada menos, solamente ayudarme. Aunque su vestimenta informal -y ligeramente erótica- no hacía más que humedecerme allá abajo: pues se veía antes que nada pura y auténtica; es decir, como si no le importara encontrarse con nadie más que con sí misma -algo llamativo teniendo en cuenta la sociedad en la vivimos-. Sin embargo, lo mejor de todo era que lucía pensativa, espiritual y por defecto extrovertida; seguramente practicaba mindfulness, o meditaba... o hacia algún otro tipo de actividad introspectiva...
Así que se presentó con elegancia cuando preguntó súper curiosa cómo me llamaba. Al parecer, había encontrado algo en mí que le llamaba la atención. No obstante, respondí con una pizca de indecencia peculiar.
-Me llamo Lucía aunque las pocas personas que realmente me valoran suelen decirme Lu. ¡Lindo outfit! ¡Ese tocado queda bien con tu expresión de inocencia!
-¿Te parece? -respondió riéndose como nadie más podía: historia larga corta, moriría por hacerla explotar a carcajadas; eso en el caso de que venga un ángel y me diga que debo dejar de poder hacerlo o perecer satisfactoriamente. Solo... Solo hay cosas que simplemente no se pueden poner en palabras... -¡A mí también me gusta tu atuendo y lo que eso de vos refleja!... La remera negra me dice que sos tímida y reservada; tu pelo tan liso me da a entender que no te da lo mismo el orden que el caos del desorden, y que sos una chica más bien responsable... Ese detalle del cinturón ajustado al máximo de su fuerza, explica que muy probablemente te cueste expresarte mediante el uso de palabras. Por su parte, los aritos de frambuesa me dicen que tenés un temperamento más bien infantil... ¡Y si no acerté con alguna o con ninguna de mis observaciones; por favor decímelo así la próxima lo hago mejor! -agregó con la mirada apacible y una sonrisa de oreja a oreja.
-Sin palabras... -musité a la vez que me ponía tan roja como un tomate: esta mujer me acababa de descifrar sin siquiera intentarlo... Ginebra alzó una ceja sorprendida por su acierto; algo que a mí no me llamaba la atención ya que ella acostumbraba a engañar a todo el mundo... Así pues, una partecita oculta en lo más profundo de mi ser, solo quería preguntarle cómo CARAJO me había descubierto y con tan poco esfuerzo: porque lo cierto francamente es que era tan douuuu -tan regio y espléndido-; que siendo honesta no tenía idea de si ella en serio era un diosa proveniente del paraíso. De todas maneras, lo cierto es que yo solo conocía a una MALDITA reina de Francia... y su nombre efectivamente era Lucía Cavera...- ¿No querés ir a mi cuarto así seguimos hablando? ¡Digo a la habitación de mi amiga Ginebra!... ¡Si querés te preparo un té, sentite como en casa!
-A mí me parece que cuantas más seamos mejor. ¡La catarsis no sirve si no se comparte!... ¡Y si tenés algo con jengibre estaría excelente: sino haceme un té verde y ponele limón!
-¡Qué loco! -Pensé súper confundida- ¡Su corriente es medio extraña y sin embargo me de intriga!
Así que justo en ese instante, nos dirigimos a su cuarto. Tamar y yo nos sentamos en el pie de la cama; mientras que la rebelde y la "psicóloga" se apoyaron sobre una mesa que daba hacia una amplia ventana de vidrio y que dejaba ver la calle: algo que daba la sensación de que su terapia era medio muy informal. No obstante, comenzó contándonos que su idea era "ayudarnos realmente": de manera puntual y específica como si fuera una fórmula para calcular el coseno de α -cosa que obviamente se contradecía con la percepción que yo hasta entonces tenía de la psicología-. Luego, agregó que quería descubrir qué es lo que me hacía única y utilizarlo con tal de conocerme y que me descubra a mí misma.
-A ella también le gusta mucho el dibu... -Pateé con fuerza a la ya adolescente bien en el medio de la pierna. Le costó un par de largos segundos el volver a enderezarse.
-No necesariamente tiene que ser el dibujo: tengo pacientes que tejen, programan o hasta hacen música electrónica; tocan el órgano, la guitarra o escriben poemas; tal vez sacan fotos, diseñan casas o cocinan milanesas; desarrollan teoremas físicos, inventan curas para el cáncer o entrevistan a la gente en condiciones desfavorables... -exclamó con elegancia y además mucho estilo. Ginebra puso los ojos en blanco al escuchar eso último.
-"Rarito cof cof" -Tosió sin disimulo. Nosotras nos miramos como preguntándonos qué le iba a responder.
-Mejor que las CHOTAS... -musitó con indecencia. Yo no sabía si llorar u orinarme de la risa- ¡Ndeah! -agregó expresando que no era más que una simple bromilla- Lo importante es que es mi espacio, no el tuyo; y también viceversa... -Esa fue la antítesis más compleja que pude oír en mi vida- Es decir que el hecho de que vos me vengas a hablar de tus problemas, no quita que yo te pueda decir lo que te pienso... Pero tampoco el suceso de que yo tenga un título universitario, trae consecuencia que no hay nada que de vos pueda aprender; ni tampoco el hecho de que Lu solo sea la paciente, te incita a hablar o desarrollar conmigo una asociación libre solamente... Aunque eso no quita que no podamos jugar al Fornite... Porque como Artemisa tan fehaciente e inciertamente dijo antes: es tu espacio, no el mío; y también viceversa. -Hizo una pausa para respirar cuando asentí con la cabeza: esta tipa era una genia y necesitaba su ayuda... Sin embargo, una parte bien en el fondo de mí quería hacerle un montón de cuestionamientos.- Ni Lu tiene las preguntas y yo todas las respuestas; ni yo tengo todas las preguntas mientras que ella las respuestas -o falta de estas- que efectivamente la van a ayudar. Ni tampoco ninguna de las dos viceversas... Es decir, que yo no tengo las preguntas ni ella todas las respuestas... ni Lu todas las preguntas mientras que yo las respuestas... Entonces parece que vos me estás pagando por mi tiempo. Pero ni el tiempo ni el dinero significan nada: solo son una ilusión de lo que creemos que nos resultan.
Hubo un silencio en el que solo se oyó el silbido del viento... de mí ya no quedaba nada ni tampoco había algo...

Maldita reina de Francia: una obra sublime (Sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora