Capítulo 16

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—La “terapia de dibujo” consiste en dos diversas variables: la primera es la analogía de tus emociones en el papel. Porque a pesar de que mi vocabulario sea considerablemente vasto; lo cierto es que hay palabras que se me escapan de la mente. Y a pesar de que no parezca algo de tanta relevancia, está claro que la precisión no da lo mismo en cuanto a los sentimientos se refiere. La segunda, por su parte, tiene que ver con la disociación entre la realidad y mis conceptos abstractos; es decir, que si yo creyera que mi papá me odia y lo pusiera en el papel; ella haría un boceto en el que se lo viera borracho e insultándome, algo que no se asemeja a la idea de que me aborrece realmente. Así pues, solo se destacarían las características de sí mismo como si no hiciera más que descargarse de sus propias incomodidades; sin embargo, yo aparecería en una esquina pequeña porque así es cómo me hace y siempre me hizo verme a mí misma: un par de fantasmas a mi lado representan las debilidades que supongo poseer; mientras que un aura negro sobre mi cien proyecta la creciente falta de autoestima.
—¡Woaw! —exclamé sorprendida— ¡Es increíble cómo en un dibujo se pueden ver cosas que de otro modo requerirían más de un millón de palabras! ¡¿No Víctor?! —agregué tan entusiasmada como nunca antes. Mi nuevo amigo frunció el ceño mientras se cruzaba de brazos impertérrito: esto podía ser de muchas formas menos bueno. 
—Sí… —musitó notablemente disconforme— ¡Aunque no me parece que tenga demasiado aval científico! ¡Además, el dibujo es un arte para tontos! ¡Yo me quedo con la pintura sin dudarlo ni un segundo! 
—¡Ninguna de las teorías de Freud lo tiene, PEDAZO DE IMBÉCIL! —pegué el tercer alarido más fuerte de mi vida. Por su parte, que dijera que el dibujo era un arte para tontos me hería en lo más profundo de mi estúpida alma. Pero lo cierto es que la nueva Lu permaneció sumisa y continuó curiosamente tranquila— ¿Y por qué sería creciente la falta de autoestima, Tam?
—¡Digo, potente!
Después hablaríamos de eso. Solo era cuestión de encontrar el momento perfecto— ¡Cómo sea!
—respondió casi fuera de sí misma— ¿Al final qué tal te va quedando el mural, Cavera?
(Hace no mucho más de ocho meses había decidido empezar con el mejor de mis proyectos: un mural en la pared de mi cuarto que reflejara tanto lo peor como inmoral de mis sueños. Llevaba un par de tiempo haciendo bocetos, pero no estaba lo suficientemente segura de si realmente valía la pena plasmarlos: siempre fui muy exigente conmigo misma y un poco quisquillosa también. Así pues, continuaría reflexionando hasta llegar a una idea que genuinamente valiera la pena: solo tenía un par de líneas que representaban mi locura tan particularmente descomunal; aunque nada más por el momento... Quizás la nueva Lu encontraría al fin lo que tan desesperadamente buscaba. Quizá no... ¿Quién sabe?)
—Sigo sin hacerme una idea de qué es lo que quiero dilucidar con el gran cuadro. No obstante, me parece que lo voy a descubrir dentro de poco, o por lo menos ese es mi  presentimiento optimista. Buenos Aires es la ciudad de las historias más extrañas y frívolas: su corazón esconde los frutos de una planta tanto de pecanes como de quinotos amargos. Pues no hay nadie que se pueda salvar de su magnífico encanto; sin embargo, tampoco sobran personas que permanezcan completas: no se sabe bien cuándo ni cómo, pero siempre te termina rompiendo al menos un poco por dentro. Ya sea por la duda de si vale la pena arriesgarse, o los vagabundos alegres de existir en razón de sus bobos perros; el ruido y la indiferencia de la mayoría de los transeúntes al ver a una chica llorando con ganas en el medio de la madrugada; el aroma de los choripanes truchos o el resonar de los hinchas en la cancha de Boca, los festejos de RiBer* en el obelisco y el aullido de las ambulancias pasando sin cesar por las avenidas; las locas de barrio hablando con los gatos o el heladero al que le va mal aunque no deja de ser el mismo; los fuegos artificiales en el Riachuelo y los antiguos recitales de Gus* (repletos de besos con parejas que se encontraban de repente: o hasta incluso un par de pibes boludos que se gustaban en secreto), y la indecisión de no saber a qué DEMONIOS le vas a dedicar el resto de tu vida… ¡Todo eso y mucho más es lo que te termina dejando tan roto por dentro! Así pues, no hay forma alguna de eximirte de la toxicidad de Buenos Aires… Solo te queda esperar paciente hasta sanar un poco la melancólica herida y seguir viviendo como si nada ocurriese… ¡¿O por qué pensabas que tenemos y se continúan acumulando tantos psicólogos?! ¡Claramente, no es porque a la MALDITA reina de Francia se le ocurrió promoverlo! 
Hubo un silencio en el que no se escucharon ni los sonidos del viento. Justo en ese preciso instante, el cielo se puso gris de repente cuando un rayo lo quebró con suma vehemencia. Acto seguido, las gotas comenzaron a caer mientras nosotros corríamos a un lugar seguro. Como consecuencia de esto, mi vestido se mojó considerablemente quedando de un matiz azul más bien oscuro.
El mozo vino corriendo desesperado a socorrerme; yo sonreí sabiendo que él haría lo qué sea con tal de ayudarme. Por su parte, Tamar y el extranjero no estaban prácticamente secos. De todos modos, al chico solo le parecía que Lucía era la urgencia. Así que le agradecí muy orgullosa de mí misma por haberme sacado de encima el peso de los fantasmas bonaerenses. Por consiguiente, solo quedaba curar a mi tan querida amiga de los generados por su padre. 
En razón de esto, fuimos a la casa de Ginebra con tal de que nos proveyera su ayuda. Ella nos abrió velozmente cuando noté una sombra escondida a lo lejos.
—¡¿Matías?! —exclamé mientras el ritmo cardíaco me aceleraba considerablemente— ¡¿Señor Fischer?!
—agregué no muy lejos del infarto.





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Aclaraciones:

RiBer: River descendió a la B (segunda división del futbol argentino) en 2011. Por eso el chiste de una b mayúscula en el medio.

Gus: Gustabo Cerati fue el líder de la reconocida banda soda Estéreo. Ícono de su época, todos lo extrañan.                                                                                                                                                                                                                                                                                

Maldita reina de Francia: una obra sublime (Sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora