Capítulo 31

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—¡No, lo digo en ser… —El inmigrante se empezó a alejar como si no hubiera un mañana. Traté de frenarlo pero era demasiado rápido. Noté que había un par de sillas y alguien daba una charla; así que me acerqué curiosa para ver de todos modos. Reconocí a los profesores y también a los estudiantes; sin embargo, muchos eran de generaciones pasadas. En el frente una joven hablaba con una señora más vieja a su lado. Decidí acercarme a pesar de que a Víctor se lo estaban comiendo vivo.
—Ella es María Capuzotto, profesora de matemática... Hoy nos va a dar un testimonio sobre la frustración que le generan todos los desaprobados en su ardua materia.
—Sí, por favor. ¡Hagan algo con los chicos! ¡Les ruego que los motiven porque yo así lo cierto es que no puedo continuar... si quieren les doy mi casa aunque solo hagan algo! 
—Okey… La idea también era hablar un poco de usted… No obstante, valga remarcar que las nuevas generaciones suelen ser vagas y no reconocer al esfuerzo. Si bien matemática siempre fue una materia difícil; claramente de fondo sucede algo más: porque si no no sería tanto el nivel de desaprobados… Yo creo que una parte de la culpa también la tiene usted. Aunque la comprendo y entiendo que pasa por algo complejo... 
—¡No, no entendés porque tenés un trabajo fácil! ¡Si me hubieran dicho al principio que esto era algo tan duro, y que tendría que hacer un plan para aprobar a cada alumno; no creo que hubiera estudiado el profesorado!
—Bueno, ¿qué quiere que le diga? ¡Mala suerte!... ¡La próxima vez piénselo más y haga la carrera de arquitectura!... ¡Y usted no sabe lo loco que es el decicarse a esto; así que no opine excepto que quiera quedar en ridículo! 
Uno de los profesores se aproximó hacia la chica cuando le susurró algo en el oído poniéndole una mueca en el rostro. Todos los espectadores se miraron sorprendidos: al parecer nunca pasaba algo raro en la facultad de psicología. María dio un grito de desahogo dejándonos aturdidos; esa mujer no era muy madura que digamos. Acto seguido, pasó una camada de hombres corriendo detrás de Víctor. Él se escapaba por su vida con el rosario en la mano. Mientras tanto, la charla continuaba despacio. La psicóloga siguió hablando sobre la rebeldía adolescente: Capuzotto asentía a todo muy conforme con el cambio. Justo en ese momento, el venezolano apareció de repente. Se subió a la plataforma y le quitó el micrófono a ella. Por su parte, los “cazadores de católicos” cedieron de corretearlo… al parecer era algo demasiado infantil… 
Mi amigo probó el sonido generando un pitido agudo. Nosotros nos tapamos las orejas mientras él cómodamente se aclaraba la garganta.
—Jesús. Hoy vengo a hablarles de Jesús y su poder para salvar vidas...
—Me di cuenta de que estaba borracho por su forma de hablar— Ahí, por ejemplo, tenemos a Lu… —En ese instante me quise desaparecer de repente. Las miradas no eran de admiración exactamente— Ella estaba bien CAGADA como gran parte de los raros, cuando un día lo conoció y no volvió a juzgar al resto… La raza humana es la única que se maltrata por dentro: los pajaritos cantan juntos y los koalas entre ellos… Osea, ¡¿por qué VERGA alguien trataría a otro ser de su misma especie como si solamente fuera una MIERDA?! ¡¿Acaso no es más fácil admitir que nos pasa algo y listo?!... ¡Si para Dios el fruto de la vida solo se basa en darle algo de vos al hermano: su hijo nos lo demuestra sacrificándose por nosotros! Por ejemplo esta PERRA que maltrata a sus alumnos... ¡Se está descargando por no servir para la profesión de su estudio! ¡Y yo creo que estamos perdiendo lo más puro del ser humano!... ¡Jugar a auto-asfixiarnos y depender de los “likes” en Insta para valer como personas! ¡¿Acaso estamos todos locos o se nos fue lo más copioso!?... ¡Por suerte Jesús nos va a salvar bajando a la tierra! 
Uno de los encargados lo tomó del antebrazo. Acto seguido, lo subieron a un lindo auto y se lo llevaron injustamente a un hospital psiquiátrico: me gustaría decir que esto último es una broma. Pero lamentable y tristemente lo cierto es que no lo es. Víctor hacia fuerza con tal de salirse del agarre. Si bien sus brazos no eran muy finos que digamos... el efecto del alcohol no lo dejaba ser preciso… Aunque al fin resultarían ser muchas más sustancias… 
Nadie dijo nada hasta que María continuó: nos explicó cómo era que sus alumnos no trabajaban; la forma en la que se “burlaban” sin hacer nunca la tarea. Básicamente parecía que los chicos estaban desmotivados, a tal punto que ni siquiera se esforzaban en intentarlo… Ella prosiguió platicando sobre la frustración que le generaba: era como tratar de enseñarle a correr a un caballo al que –pobrecito– le faltaba una pierna... algo que lógicamente hacía imposible al saltar los obstáculos...
Una chica me susurró cuando nos pusimos a hablar como niñas: del sinsentido del sentido que tenía todo esto. Fue como darle una coherencia a lo que solo era ilógico; charlamos sobre quién era el que tenía mayor parte de la culpa, quién poseía el grado de estupidez mayor, etc. Por consiguiente, una señora de cuarenta y pico nos pidió que nos calláramos. Nosotras dos nos observamos mientras rodábamos los ojos; luego ella musitó algo como tratándonos de tontas. Así que me planté ante su cara toda llena de arrugas, y le pregunté qué había dicho con una sonrisa de oreja a oreja: la mujer me respondió que parecíamos de cinco años, a lo que yo contesté con una fuerza particular. 
—¡Es mejor seguir siendo niña que convertirse en un ogro: probablemente es por eso que la humanidad está perdida!... ¡Nos creemos superiores pero en el fondo somos MIERDA; aunque lo único mejor que tenemos son las responsabilidades!
—¡Lucía! —exclamó vehemente el profesor Fontana— ¡CERRÁ EL CULO y vení al aula que tenemos que hablar!                                                                

Maldita reina de Francia: una obra sublime (Sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora