Capítulo 36

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—¿Qué te parece si invitamos a Tamar? —preguntó mientras yo ya salía corriendo. 
—¡Te veo en cinco minutos afuera! —respondí justo antes de salir por la puerta. Acto seguido, lo llamé desesperada. Por suerte no tardó demasiado en contestar. 
—¡Lucía, POR DIOS! ¡Te estaba esperando!... ¡Ellos no podían creer que me hubiera revelado: por ende, me mandaron a hacer unos chequeos! ¡Y ahora estoy en camino a una reunión de N.A!... ¡Mi familia, por desgracia, se quedó en Venezuela! ¡Nadie me vino a buscar a pesar de Carolina!
—¡¿Esa PERRA, por qué te ayudaría si te odia?! ¡Estoy muy decepcionada porque a mí no me habías contado que eras todo un drogadicto!... ¡Desde ahora tenemos que ser más abiertos! ¡¿Qué sustancia se supone que te gusta consumir?! 
—¡No importa, lo bueno es que yo ya estoy mejor: creo que fue algo de una vez que no se va a repetir! 
—¡¿Y sino qué hago?! ¡Necesito que te expreses!... ¡Ahora decilo si no querés que me ponga en   “modo intensa”! 
—¡Okey, okey! ¡No hace falta que te enojes!... ¡Me encontraron una noche consumiendo mariguana; pero hice tratamiento superando la adicción! 
—¿Y qué se supone que te llevó a volver a hacerlo? —cuestioné dándome cuenta de lo ambiguo del discurso. 
—¡No necesito que me analices, solo vení a acompañarme!... ¡Extraño ese aroma tan primario de tu cuerpo, más que nada porque conlleva tu PERVERSIÓN inminente; esa forma en que mirás, reís, movés todo tu cuerpo… Quiero hacerte mil hijos Lucía Cavera: después comérmelos a todos así tengo tu esencia! 
—Emm… Gracias supongo… ¿Soy yo o puede ser que estés medio borracho? 
—¡Ya te pedí por favor el que no me analices… solo ven a este lugar así te tengo a mi lado! 
Él cortó cuando mi amiga apareció de repente. La preadolescente tenía miedo y se notaba en sus ojos. Así que yo fui y les dije que me encargaría por mí misma; y que por ende
–y por suerte– no necesitaba de su ayuda. Sin embargo lo cierto es que las dos estaban dispuestas (y en el fondo me asustaba la idea de ir sola). Por consiguiente, llegamos a un acuerdo razonable: yo sería la única en entrar a la sala; aunque ellas me acompañarían –al menos– hasta la puerta… Así que fuimos bien conscientes de que todo era posible. Tamar escribió en un papelito y lo tiró por la ventana (el Volkswagen de mi amiga no era un autazo). Pues seguro que por eso dieron ganas de escribir… si había algo fácil en Buenos Aires era el hecho de escribir. Y eso lo puedo explicar en razón del trayecto: primero pasamos por el parque de Palermo (como siempre a esa hora estaba lleno de TRAVESTIS). Osea, negros en pelotas con trajes de Punto G; que después iban y se entregaban por menos de dos centavos…
Uno apareció cuando Ginebra lo insultó por lo bajo… 
—Qué le den a ese PUTO por vestirse tan feo. 
Lamentable para ella, el travesti la escuchó. Se acercó al auto enojado mientras nosotras tres gritábamos. Tanto que al pisar el embrague, la rebelde le pifió. Así que la preadolescente cerró su ventana, pues yo iba –por suerte– en el asiento trasero. Y pues como consecuencia primaria de esto, el motor se apagó de un tirón de repente... Pero gracias a Dios Ginebra volvió a encenderlo… una manada de trabucos apareció detrás de un árbol… 
—¡Nunca pensé que lo diría, pero prefiero a los zombis!
—exclamó ella a la vez que el hombre nos empezaba a lanzar piedras. Acto seguido sacó el embragué sin que se apague el motor; luego pisó el acelerador haciendo que nos alejáramos… No obstante, el travesti se resbaló mientras corría detrás nuestro: con tanta suerte que se le abrió ese hermoso vestido negro… 
—¡No miren para atrás bajo NINGÚN concepto! —advertí cuando ya era demasiado tarde. 
Por primera vez a Papadero no le gustó ver un PAQUETE… seguimos el viaje sabiendo que nunca volvería a ser la misma…
—¡No me digas que no mire hacia atrás Calavera: sabés que siempre me gusta hacer exactamente lo que no debo!
Por más que lo quisiera yo nada le respondí. Solo seguí con la vista al frente para sacarme esa imagen de una vez de la cabeza… Luego pasamos por la playa de Buenos Aires: (así es… al parecer Larreta había hecho una playa frente al río… Lo que pasa es que era pública y se “facilitaba el acceso”; permitiéndole a gente del conurbano acercarse mediante un bondi sumamente barato… Así que básicamente el lugar reventaba de gente: gente que no se podía ir gracias a la gran Macrisis… Tal vez en París tengas que tener cuidado de no contraer el pie de atleta al entrar a los baños; aunque acá más bien te tenías que cuidar de no contagiarte SÍFILIS)... Al parecer mi mejor amiga tenía una anécdota al respecto...
—¡Viva Buenos Aires “Playa”: una vez me robaron!... Tenía el celu en el bolsillo y no sabía si dejarlo afuera del baño; porque siempre me quedo una hora viendo memes... Así que se lo di a un chico guapo para que me lo cuidara… cuando volví se había ido en un Vento amarillo: osea, ¡¿qué VERGA?! ¡¿Quién le pone ese color a los autos?!... En fin… —suspiró mirando a la nada y pensando en todo— si mal no recuerdo se llamaba Brian y tenía un chaleco onda animal print… —agregó terminando por fin con su historia. 
—¡¿En serio?! —exclamé con un tono sarcástico— ¡Me parece que algo así pasa en las obras de Shakespeare! 
—De hecho… —observamos a la preadolescente mientras rodábamos los ojos— A Otelo lo discriminan solamente por ser negro… 
—¡CERRÁ EL CULO, RATÓN DE BIBLIOTECA! —respondimos al unísono ante la inteligencia de Tam. Ella se hizo la ofendida y amenazó con bajarse… para luego contestar con cierta clase de princesa… 
—“Plantear nuevas preguntas, nuevas posibilidades, considerar los viejos problemas desde un nuevo ángulo, requiere imaginación creativa y marca un avance real en la ciencia”: Albert Einstein. 
—¡¿Y eso qué tiene que ver con matar a los pobres?! —retruqué al darme cuenta de que me había humillado (a la rebelde no le encantaba tener la razón). 
—Que tal vez un buen escritor no trata asuntos complicados… solo hace algo más complejo de lo que sí le importa… ¡Así que ni los del conurbano ni los travestis se merecen ser tratados como un PEDAZO DE MIERDA: si su capacidad de “traducir” es superior a la nuestra!                                                                                  

Maldita reina de Francia: una obra sublime (Sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora