Nos quedamos un rato más afuera de la suerte de “mini-ciudad” que el barrio privado constituía. No había nadie despierto por lo menos en un radio de cinco kilómetros de distancia. En realidad, recién eran las ocho de la noche a pesar de que el cielo estuviera impresionantemente oscuro. Pero la sensación de “soledad nocturna” era la misma que la de estar despierta a las cuatro de la mañana. No sé bien el porqué… aunque esa era la sensación...
—¿No es como si fuéramos las únicas vivas en todo este lugar?
—preguntó dándome la razón.
—¿Querrás decir despiertas?
—¡Eso! —respondió con un grito ensordecedor— ¡Cómo sea! ¿Por qué no volvemos a la casa? Me muero de estrés.
—¿Sueño? —cuestioné confundida.
—¡Eso! —contestó también sorprendida por ambos desaciertos— ¡Estoy tan cansada que ya no sé ni lo que digo!
—¡Qué raro! ¡Mi abuela me decía que a la noche se estaba más sagaz que en el resto del día!
—¡La mía fumaba crack e ingería remedios para dormir compulsivamente!
—¡¿En serio?! —exclamé divertida. Hubo un silencio raro hasta que me di cuenta de que no era un chiste. Así que me acerqué una cola hacia mi amiga cuando respondió de mala manera.
—¡No! ¡Fue la primer estupidez que se me vino a la cabeza! —Rodé los ojos indignada ante lo exagerado del sarcasmo— ¡Odio que siempre te tomes todo en broma! ¡Hacer chistes está bueno, pero tampoco para tanto!
—Yo discrepo rotundamente de tal apreciación. Pues la vida es algo absurdo y se agradece reír con ganas. Quizás seas demasiado chica como para entenderlo. Aunque lo cierto es que cuando madures te vas a dar cuenta de qué es lo que realmente importa.
—¿A vos no te parezco madura? —musitó descolocada.
—¡Al menos no tanto cómo pensás! —exclamé mientras alzaba los hombros.
—¡¿E inteligente?!
—agregó con enfado.
—Nunca pensé que iba a decir esto pero lo cierto es que tampoco.
El gélido viento nos lastimaba los huesos. La gran pared detrás de nosotras escondía lo que no era nada más ni nada menos que cientos –y cientos– de tumbas con personas que ya estaban muertas. Las hamacas vacías y los toboganes también. Como dije antes, la fría brisa nos hacía daño. Además, la humedad nos anestesiaba el pelo; e incluso algunas finas gotas se diluían en nuestros cuerpos. Era incómodo. Muy incómodo. Definitivamente incómodo. Tan incómodo que quería dejarme llevar por el viento y desaparecer mágicamente.
No obstante, Tamar se veía exageradamente apacible. Estaba rezando o meditando o hablando consigo misma; mientras que en mi caso, a mí me encantaba hacerlo: Porque Jesús no te pedía que fueras fuerte ni que tuvieras una vida perfecta. Él te valoraba a pesar de que te hubieras mandado un montón de cagadas o te sintieras insegura. Básicamente, mi existencia había cobrado sentido en razón de eso. Pues antes de descubrirlo no me gustaba estar con personas. Las juzgaba por sus defectos y era toda una estúpida. Sin embargo, Jesús hizo que me diera cuenta de que al fin y al cabo todos somos un milagro; mientras que de Él (Dios) –y María–; también aprendí un par de cosas sumamente importantes. Las que me permitieron formarme como persona y contar
–con mi personalidad– una historia: Era la misma Lucía de antes solo que resucitada.
—¡Tenés razón Lu! —Me asusté al ser sorprendida por su tan dulce voz— ¡Me faltan un par de “años luz” de “inteligencia social”! ¡Debería dejar de ser tímida y hablarle al chico que me gusta de una MALDITA VEZ!
—Si querés cómo ya te dije yo te puedo ayudar con eso… ¡Ahora bien, la idea es que tu hermano te entienda y vos hagas un esfuerzo por viceversa! ¡¿Me explico?! —Asintió con la cabeza cuando se dejó caer en mi hombro— No tiene sentido que se insulten ya que un hermano es lo mejor que te puede pasar en la vida; mientras haya confianza entre ambos nada malo es probable que suceda realmente; aunque se peleen o se critiquen o lo que PUTO sea… ¡No hay nada más importante en la vida que la relación que tenés con tu hermano, MALDITA SEA! ¡Yo siempre quise uno, desde que era una Lu pequeña! ¡Pero mi mamá se quedó infértil por COJERSE a su jefe! —Se rió por lo bajo— ¡¿Y eso sí puede ser gracioso, HIPÓCRITA DE MIERDA?! ¡Ahora te voy a contar algo que realmente es divertido a ver cómo te desternillás de la risa!
—La preadolescente se encogió de hombros ante lo agresivo de mi respuesta— ¡La primera vez que un chico me quiso de verdad tenía veinte años! ¡El resto eran un montón de PAJEROS y solo me querían por mi cuerpo! ¡Era mi primer novio real y me dejó por el CULO mi hermana! ¡¿Acaso te hacés una idea de cómo se siente eso?! ¡No, yo creo que no! ¡Y además tu hermano estaba de fiesta en Ibiza! ¡Justo cuándo lo necesitaba más que nunca; él descansaba en la playa abanicado por PROSTITUTAS! ¡Y lo peor es que me junté con un chico para contárselo! ¡¿Adivina qué? ¡Todo terminó en un pete a pesar de que no me atraía en ese sentido! ¡Al final pasé una semana con mi mamá comiendo helado! ¡Nadie me quiere realmente, son todos unos hipó… —Me interrumpió exasperada.
—¡SUFICIENTE! —Casi me muero del susto— ¡A VOS POR LO MENOS TE APRECIAN TUS PARIENTES! ¡A MÍ NI MI PROPIO PAPÁ ME QUIERE! —Hubo un silencio mientras se aguantaba el llanto— ¡AHORA ANDATE ANTES DE QUE TE DÉ UNA PATADA EN ESE TERRIBLE ORTO QUE TENÉS!
—Mirame a los ojos Tamar… —Le separé ambos mechones de pelo con tal de que no se escondiera— Sea lo que sea que te esté pasando, vamos a salir de esto juntas. ¿Okey? —Una gruesa lágrima se filtró por su pupila derecha— Jesús te ama y no hay nada que puedas hacer para cambiarlo.
—¿Cómo vos con mi hermano? —preguntó en un suspiro.
—¡Exactamente! ¡Él es buenardo dando cariño hasta más no poder!
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Maldita reina de Francia: una obra sublime (Sin editar)
Teen FictionLucía Cavera es la típica chica nerd. Estudia Psicología en la U.B.A y pues tiene un pequeno problema particular con la ansiedad... y también con el bullying....... Pasa algo que la va a cambiar para bien (asi haciéndola madurar de una buena vez): p...