Capítulo 29

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Así que abrió la puerta y nos subimos al ascensor, yo no me podía creer que estuviera hablando en serio. Sin embargo, parecía completamente segura de su cambio: como si lo hubiera meditado o preguntado a alguien sabio. La miré sorprendida cuando exclamó con la mirada apacible que solo a ella le pertenecía.
-Siempre supe que a la gente le hace bien el deporte. Además, te ves frustrada y lo más prudente sería que salieras un poco al mundo.
-¡¿Cómo te diste cuenta?! -pregunté muy exaltada. La nueva Lu no había dicho ni dado a entender eso, estaba más que segura de que era un hechizo.
-Al final sí pude interpretar el planteo de tu dibujo... fue curioso porque hay dos chicas cuando yo solo veo una.
-¿Te parece? Digo, yo no veo ninguna.
-Tal vez ninguna verdadera pero Lucías hay muchas... No sé por qué auque me parece que se me ocurrió un juego: voy a describir una situación crítica así vos me decís que harías; luego, podemos intentarlo viceversa.
-Me parece bien Artemisa, quiero ver cuál es tu idea.
-Si tuvieras un novio que se pone celoso, y te viera con Ginebra pensando que le sos infiel. ¿De qué forma reaccionarías dejándole claro su desacierto?... ¡Y no me llames por mi nombre completo, parecés mi mamá!
-Emm... "No, no, ella es solo mi mejor amiga. Aunque deberías dejarme estar siempre con quién quiera, porque sabés que te amo pedazo de tonto"
-Lo cierto es que parece una respuesta razonable.
-¡Ahora es mi turno!... ¿Qué harías si estuvieras dando una charla o algo y viniera uno de los participantes a decirte cosas fuertes de que le gusta mucho tu cuerpo?
-A ver... -Hizo una pausa en la que se tocó el mentón con alta cara de pensativa- Supongo que primero le diría que me incomoda; pero tal vez saldría corriendo nerviosa.
Y así seguimos por un rato hasta llegar al hipódromo. Su auto era un Clase A en el que nos reímos como locas: todo por las cosas insensatas que se nos iban ocurriendo. No parecía una terapia común y de hecho no lo era, pero ella se veía contenta y yo no muy triste que digamos. Así que continuamos hasta bajarnos en la entrada del hipódromo: un establecimiento el cual era claramente lujoso, algo que no por nada me agradaba bastante.
Artemisa me contó que era una amiga del dueño. Justo es ese momento, prosiguió con su planteo.
-¿Qué harías si fueras a un lugar donde te tratan como MIERDA? Tipo esas series donde al nerd lo golpean entre varios.
-Emm... Supongo que les respondería: "¡No me importa tu opinión!"
-Siéndote del todo honesta Lucía... yo creo que si fuera algo serio contestaría más cruel: "¡¿Por qué no le hacés un favor al mundo y te mirás al espejo?! ¡No sé cómo fue que tu mamá no te abortó!"
-¡A vos nena me parece que te críaron en un corral: eso no se puede responder ni en broma!... ¡Y no era necesario decir que "te tratan como MIERDA"; con un "te menosprecian por distinta" sería más que suficiente!
-Igualmente... creo que si a mí me molestaran todo el día; yo por lo menos lo haría de todas formas... ¡Ahora vamos a los caballos que nos queda poco tiempo!
Decidimos correr una carrera hasta el establo, la gente nos observaba despectiva con sus Iphones. Llegamos cuando mi psicóloga dijo ser amiga de Yánez, una chica de treinta años asintió con la cabeza. Acto seguido, le preguntó si necesitaba ayuda o si sabía sobre el manejo de estos rebeldes animales... a lo que ella constestó hasta en un punto indignada...
-¡Solo soy rica, aunque no por eso estúpida!... ¡Mi papá no quería que estudiara sin embargo; pero yo sé lo que es el trabajo y nací en una granja! ¡Así que puede ser que el resto de las amigas de Yánez se hayan comprado el título o algo... aunque yo sí soy una terapeuta activa e incluso he escrito un par de artículos para revistas literarias y de divulgación de científica!
-Sí..... Se lo preguntaba a tu amiga porque tal vez les tenía miedo...
-¡¿Y por qué VERGA se supone que vendría a hacer equinoterapia, sino intentaría con algo que no la aterrara?!
-¡Yo qué se! -respondió ella impaciente- ¡¿Te parece que siempre viene alguien de afuera a utilizar nuestros animales?!
-¡Por favor solo CERRÁ EL CULO y tráenos un PUTO caballo! ¡No estoy de humor como para discutir con una vieja sinvergüenza!
La empleada bajó la cabeza y nos ordenó que la siguiéramos, yo no me podía creer que Artemisa fuera tan infantil. Sin embargo, quería saber más sobre su historia; así que entramos al lugar donde estaban los obstáculos: juro que el pasto parecía recién cortado. Luego, la chica me cuestionó en qué animal quería montar. Elegí a uno de los blancos, con manchas marrones; pues me gustaba el contraste entre estos dos colores. La idea de subirme ya me daba adrenalina: era como un desafío para mí, y yo estaba encantada. Sabía muy bien que no era algo fácil; pero igualmente quería intentarlo.
La empleada se fue dejándonos solas a las tres: al parecer era una hembra y también tenía miedo.
-¡Genial!... ¿Por qué no te subís así seguimos hablando?
Me tomé del cuello del caballo y salté desde el estribo, ella se agarró de la correa y lo hizo andar un poco lento. Hubo un silencio en el que la velocidad siempre era la misma, sus ojos se clavaron en mí como dardos en un blanco: de una forma bien violenta, curiosa y sofisticada; mientras un escalofrío muy profundo me penetraba en todo el cuerpo. No podía observarla por más que quisiera. No podía porque su modo de mirar era simplemente inigualable; es decir único, elevado y sumamete distinto... tanto Artemisa como yo efectivamente lo éramos...
-Me gusta que me hagas inventarme situaciones con la gran creatividad que en el fondo aún poseo.
-¡Y a mí me fascina el ayudar a reflexionar a las personas: justamente por eso es que decidí ser psicóloga!
-¿Artemi?
-¿Sí?
-¿Te puedo contar un secreto sin que se lo digas a nadie? -Ella asintió con la cabeza a la vez que frenaba el caballo- Ahora que lo pienso es un "secreto profesional"... no tiene mucho sentido el planteo...
-¡Exactamente Lu; aunque si querés también podés confiar como persona!
-Igual lo que te voy a decir es medio difícil... así que me gustaría que aceleraras al caballo...
-¿Así? -preguntó luego de una velocidad considerable.
-¡No, más! -respondí con entusiasmo: pues al fin me sentía con el control de algo- ¡Soy una niña y no pienso hablar hasta que se cumplan mis caprichos!
-Entonces lo lamento pero en serio es muy peligroso acelerar... ¡Te vas a tener que aguantar tu inmadurez!
-¡MALDITA SEA!
-exclamé mientras golpeaba al animal. El caballo empezó a alejarse cuando agregué llena de lágrimas- ¡Hitler siempre me dice que soy una alienígena!
-¡¿Y por qué no se lo contaste a un adulto en el momento?!
-¡Tenía miedo de que mi papá no me entendiera!






























Maldita reina de Francia: una obra sublime (Sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora