POV TIAGO:
Después de 11 horas de vuelo, por fin aterrizamos y prácticamente empujo a un pobre hombre que trata de levantarse con demasiada parsimonia para mi gusto.
—Lo siento.—me disculpo afianzando mi agarre en su antebrazo para evitar que se caiga de culo al asiento.
—No corra tanto, joven. Ya no tengo edad para estos sustos.—replica aceptando mi ayuda.
Es un hombre de unos cincuenta años con el pelo y la barba salpicados de canas, con la voz ronca de tanto fumar y con unos cuantos muchos quilos de más.
—Perdón, estoy muy emocionado por estar aquí.—alegó ofreciéndole una leve sonrisa.
—Lo veo, lo veo.—ríe discretamente por debajo la nariz dándome pequeñas palmaditas en la mano que aún tengo en su hombro.
Le doy un último vistazo asegurándome que está bien y, ofreciéndole una última sonrisa apenada me bajo del avión a grandes zancadas.
El tiempo que me toca estar esperando las maletas se me hace eterno y mis pies tamborilean el suelo inquietos.
Por otro lado, estar esperando solo, me hace acordarme de Violetta y no puedo evitar echarla de menos y preguntarme cómo le estará yendo en su hotel.
Sé positivamente que es una mujer fuerte y capaz de sacar adelante un negocio sin problema, pero no puedo librarme de la ligera opresión que siento en el pecho cuando pienso en su sonrisa, en su voz, en sus manos, en ese carácter tímido pero a la vez lanzado cuando estamos los dos juntos...
Definitivamente voy a echarla mucho de menos, pero este ha sido mi sueño desde que tengo memoria y no soy capaz de renunciar tan rápido a él.
Afortunadamente, tengo una novia increíble que me ha apoyado en todo momento y me ha animado a seguir adelante cuando lo veía negro. Violetta y yo nos parecemos en esto, pero cada uno tiene un forma diferente de externalizarlo.
—¡¡Santi!!—un chillido proveniente de una esquina logra sacarme de mis pensamientos y me vuelo hacia la voz con una gran sonrisa.
—Chantel.—la abrazo cuando llego a su lado y ella me corresponde entusiasmada.
—Pero que alto estás, Santi.—ríe repasándome de pies a cabeza.—¿Te has teñido el pelo desde la última vez que nos vimos?—entrecierra los ojos y yo la miro con una ceja alzada.—No, ya sé ¿te has puesto bronceador?—chasquea los dedos y suelto una carcajada.
—También me alegro de verte, Chanti.—la pincho a sabiendas de lo mucho que detesta que la llame así.
—No empecemos.—advierte apuntándome con el dedo y empezando a andar hacia la salida.
—¡Pero si has empezado tú!—río siguiendo sus pasos.
—Ahora estás en mi territorio, rubito. Cuidado con lo que dices o te dejo abandonado.—insinúa poniéndose seria para aparentar formalidad, pero no lo consigue porque llego a ver una de las comisuras de sus labios curvarse en una disimulada sonrisa.
—Para empezar, ¡no soy rubio!—me defiendo indignado. Oido que crean que soy rubio, ¿es que no me ven acaso?—Tengo el pelo castaño claro, hay una gran diferencia. Eres diseñadora, deberías saber esas diferencias.—le aclaro de forma burlesca para molestar a la chica, pero ella parece no importarle.
Me considero afortunado por tener a alguien conocido a mi lado en estos momentos y que ese alguien sea Chantel. Nos conocemos desde que somos unos niños y su carácter, pese a ser un poco más serio que el mío, se asemejan bastante.
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DOBLE MENTIRA
Teen FictionHan pasado cuatro años desde que la vida de su mejor amiga Angelique cambió radicalmente, y ahora es su turno de luchar por la vida que tanto anhela. Violetta Molina no lo ha tenido todo tan fácil. Estuvo metida en una relación que no terminó bien y...